Recuerdan los 200 años de la batalla de Waterloo
El combate se convirtió en sinónimo de la caída de Napoleón; habrá cuatro días de conmemoraciones
WATERLOO, Bélgica.- Va todo al ganador: así fue que Waterloo se convirtió en sinónimo de la caída de Napoleón, por más que lo peor de esa batalla no haya ocurrido en esa localidad.
Haciendo caso omiso de la sangre que bañaba los poblados cercanos, el victorioso duque de Wellington decidió que la batalla tomara el nombre del lugar donde había pernoctado cuando todo ya había concluido. Y desde entonces, ya nada fue igual, ni para esa cansina aldea ni para el mundo.
El príncipe Carlos de Inglaterra encabezó ayer la comitiva de dignatarios que inauguraron los cuatro días de conmemoraciones de la batalla que hace 200 años cambió el curso de la historia.
La derrota de Napoleón, en una batalla que duró medio día, frente a una abrumadora coalición internacional, puso punto final a la supremacía de Francia en el mundo, y le abrió las puertas con bombos y platillos al gran siglo del Imperio Británico. Así que a nadie sorprende que dos siglos más tarde los franceses sigan masticando bronca.
"Para los franceses no es fácil, psicológicamente hablando", dijo el profesor de historia militar Luc De Vos.
A principios de este año, los belgas propusieron acuñar una moneda de euro conmemorativa de la batalla de Waterloo, una moneda que actualmente comparten varios de los contendientes de entonces. París bloqueó la idea.
Bélgica rápidamente las convirtió en monedas conmemorativas, que no requieren la aprobación de las otras naciones de la eurozona para ser acuñadas.
Pero de alguna manera el ego herido de los franceses por la derrota de Waterloo se ha ido restañando. Descendientes de Napoleón y el embajador francés se harán presentes en algún momento de las actividades conmemorativas que se harán durante esos cuatro días en Waterloo, pocos kilómetros al sur de Bruselas.
En el campo de batalla en sí, intacto hasta por los deslumbrantes trigales que en esta época del año alcanzan casi su punto de maduración, está todo listo para las ceremonias oficiales y las reconstrucciones del enfrentamiento.
Asalto
En el clímax de la batalla se produjo un crucial asalto francés a la granja Hougoumont, de cuya tranquera de madera, en palabras de Wellington, pendía el destino del mundo entero.
"Wellington era muy consciente de la importancia crítica de ese momento", dijo el general británico sir Richard Shirreff. "El triunfo de la batalla de Waterloo dependía de que las puertas de Hougoumont no se abrieran."
Las puertas no cedieron, y cuando el humo de los cañones se disipó, la Grande Armée (el Gran Ejército francés) estaba en retirada, y los 26 años de guerras napoleónicas para unificar Europa bajo el mando francés llegaron a su fin. En el pequeño campo de batalla yacían los cuerpos de 10.000 soldados y otros tantos caballos.
Descendientes
El príncipe Carlos descubrió un memorial en la primorosamente restaurada granja y recorrió el campo de batalla acompañado por descendientes de los líderes de ambos ejércitos: el actual duque de Wellington y el príncipe Carlos Bonaparte de Francia.
Hasta pasado mañana, unos 5000 actores y extras harán redoblar los tambores, dispararán armas y cañones, y marcharán en medio del humo de la pólvora, todo para llegar al mismo resultado: la derrota de Napoleón.
"Napoleón tenía 46 años, pero estaba muy mal de salud. Wellington estaba muy en forma. Los subalternos de Napoleón dudaban. Al final de la batalla, los franceses tenían 70.000 hombres, y sus enemigos, casi el doble", dijo De Vos.
Y así salió de escena Napoleón, para terminar exiliado en Santa Helena, un islote perdido en el Atlántico Sur.
En vez de Francia, fue Gran Bretaña la que llevó las riendas del siglo XIX, cosechando abundantes colonias alrededor del mundo y echando a andar los hornos de la revolución industrial en Europa.
Traducción de Jaime Arrambide
Raf Casert
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