Reapareció Trump: la batalla por “la supervivencia de Estados Unidos” y su guiño a la candidatura en 2024
Fue su primer discurso en meses; tiene en la mira las elecciones legislativas del próximo año; atacó la política migratoria de Biden e insistió en que hubo fraude en noviembre del año pasado
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WASHINGTON.- Volvió, y con el mismo discurso de antes. Luego de recluirse en su resort Mar-a-Lago tras dejar la Casa Blanca, Donald Trump subió nuevamente a un escenario, insistió en que le robaron la última elección –una falsedad que en Estados Unidos ha sido bautizada “la gran mentira”– y dejó en claro otra vez que mantendrá un alto perfil mientras termina de decidir si intenta recuperar la presidencia en 2024.
“Yo no soy el que está tratando de socavar la democracia de Estados Unidos, soy el que está tratando de salvarla”, dijo Trump, afincado en su realidad paralela. “Están destruyendo nuestro país ante nuestros ojos”, remarcó.
Trump participó de la convención del Partido Republicano en Carolina del Norte, la excusa perfecta para pararse otra vez detrás del atril con el mismo discurso que lo llevó a la Casa Blanca. El magnate deshilachó al presidente, Joe Biden, con las mismas críticas de la última campaña, o las que en su momento le dedicaba a Barack Obama cuando era presidente. Trump dijo que el gobierno de Biden había abierto totalmente las fronteras –una acusación inexacta–, e insistió en que hubo un fraude masivo en la última elección presidencial, al que tildó de “el crimen del siglo”.
“Joe Biden y los demócratas socialistas son los demócratas más radicales en la historia de nuestra nación”, se despachó en un tramo de su mensaje.
El discurso de Trump evocó rápidamente sus mensajes proselitistas –las mismas canciones de la campaña sonaron antes de su discurso–, con la diferencia de que ahora caen en los oídos de otro país. La economía ha comenzado a crecer con más fuerza y el mercado laboral continúa su recuperación, aunque con altibajos y un vigor menor al que anticipaban muchos analistas. La campaña de vacunación que él ayudó a gestar con la Operación Warp Speed avanza a paso firme y el país ha comenzado a dejar la pandemia que le costó la presidencia. Y el trauma de la insurrección que sus críticos lo acusan de haber alentado el pasado 6 de enero, cuando una turba trumpista tomó el Capitolio, sigue fresco en la memoria de Washington.
Algunos asesores de Trump han intentado convencerlo de que refresque su discurso de campaña con una mirada al futuro, y no al pasado. Pero aun cuando Trump escuche a su entorno, siempre hace en última instancia lo que dictamina su explosivo instinto político, una espada de doble filo.
Desde que dejó la Casa Blanca, Trump dejó la puerta abierta para volver a ser candidato. Cada vez que ha podido, ha dejado latente esa alternativa. Ayer volvió a hacerlo, aunque por el momento su primer objetivo será impulsar a candidatos fieles a su marca política en las primarias partidarias en el camino para intentar recuperar el Congreso en las próximas elecciones legislativas.
“La supervivencia de Estados Unidos depende de nuestra capacidad para elegir a republicanos en todos los niveles, empezando por las elecciones de mitad de mandato del año que viene”, afirmó.
La influencia de Trump en el Partido Republicano sigue intacta. Los republicanos frenaron la creación de una comisión bipartidista en el Congreso para investigar la toma del 6 de enero, y bajaron de la cúpula de la bancada en la Cámara de Representantes a Liz Cheney, quien votó a favor del último impeachment a Trump, y reconoció la legitimidad del triunfo de Biden en la última elección.
En varios estados intentan sostener la falsa acusación de fraude masivo del mandatario –rechazada por decenas de tribunales locales y federal del país– y pasar leyes para imponer controles más estrictos en las votaciones. Los demócratas los acusan de intentar restringir el acceso al voto de las minorías, pilares de su coalición partidaria.
El acto tuvo menos rebote que antaño. La exposición mediática de Trump se ha desplomado desde que dejó Washington y fue expulsado de las redes sociales. El blog que creó fue desactivado luego de que cosechó una paupérrima audiencia. Facebook decidió mantener la veda que le impuso el 7 de enero al menos hasta ese día de 2023. Pero el trumpismo sigue latente, y a Trump, se sabe, nunca se lo puede dar derrotado del todo.
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