Raúl Sendic, el vicepresidente uruguayo que cayó por desprestigio
Pasó de ser visto como el próximo presidente a ser acusado de corrupción
MONTEVIDEO. El 1º de marzo de 2015 salía del Palacio Legislativo hacia la Casa de Gobierno, junto al nuevo presidente Tabaré Vázquez , y era el centro de las miradas. “Ahí va el futuro presidente”, comentaban muchos que observaban con banderas el paso del auto que llevaba a la fórmula ganadora de las elecciones.
Raúl Fernando Sendic era una figura política en ascenso vertiginoso, único del país con una popularidad similar a la de Vázquez y a la de José “Pepe” Mujica . El primero de estos, era el presidente que volvía al poder, el segundo, su mentor político y el presidente saliente con altísima aprobación y prestigio internacional.
Pero Raúl era el centro de las miradas. En la ceremonia de transmisión de banda presidencial, el nuevo vicepresidente de la República concitaba atención, hasta por la elegancia propia. Su nueva compañera se lucía con esplendor y se le veía como una futura primera dama.
Sendic era más que el vicepresidente: era el líder político del recambio y la renovación que gran parte de los uruguayos reclamaban.
En poco tiempo, todo se desmoronó. Y este fin de semana, acorralado por denuncias de corrupción, condenado por sus camaradas por falta de ética, despreciado por muchos de sus compañeros que lo querían correr a un lado como quien se saca una pelusa de la ropa, y con la antipatía de la población, no tuvo más remedio que dar un paso al costado.
Entró a la sede del Frente Amplio donde la máxima autoriadad política, el Plenario Nacional, discutía sobre qué sanción aplicarle y, micrófono en mano, dijo: “Vine a renunciar”. Le temblaba la voz.
La sonrisa triunfante de aquel hombre exitoso mutó hoy sábado por una mueca de amargura de las que quedan como cicatrices.
De presidenciable a acusado de corrupción
Nació en agosto de 1962 justo cuando su padre trabajaba en la formación de una guerrilla con impulso revolucionario para convertir al Uruguay en un país socialista. Su infancia fue dura, porque su padre, Raúl Sendic Antonaccio, estuvo en la clandestinidad y luego cayó detenido como dirigente del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Lo pudo ver junto a su madre en algunas visitas a la cárcel.
Luego, cuando aquella guerrilla ya había sido derrotada, el Uruguay pasó a manos de la dictadura militar, y Raúl emigró a Cuba con su madre. Fue en la Universidad de la Habana, donde estudió la carrera de Medicina que no pudo completar. Al volver al Uruguay, cuando se reinstauró la democracia, se metió en la actividad política dentro del Movimiento 26 de Marzo, y terminó enfrentado con su padre, por diferencias políticas.
En las elecciones de 1999 fue electo diputado por ese grupo, aliado al Movimiento de Participación Popular liderado por “Pepe” Mujica, y por entonces comenzó a presentarse como “Licenciado en Genética Humana” con medallas de oro de la universidad cubana.
Mujica lo apadrinó y lo impulsó. El Frente Amplio llegó al gobierno y Sendic fue nombrado vicepresidente de ANCAP, el ente petrolero estatal. Pero su gran salto vino en el período siguiente, con Mujica como presidente del Uruguay y él como presidente de ANCAP, con luz verde para lograr un plan de expansión.
Creó su propio sector, “Compromiso Frenteamplista-Lista 711” y fue visualizado como figura de renovación. Desde el ente petrolero construyó su candidatura, y con el tiempo se vería que la campaña proselitista se beneficiaría con una agencia de publicidad que trabajaba a dos puntas, para ANCAP y para Sendic.
En las primarias de 2014 su lista fue la más votada y entonces Mujica forzó que Tabaré Vázquez lo eligiera como compañero de fórmula. Vázquez se quedó sin opción y debió resignar a quien quería como candidata a vicepresidente, para ir con Sendic.
Ganaron las elecciones de 2014 y asumieron en marzo de 2015. Fue ahí cuando era visto como el mejor presidenciable para 2019.
Pero desde la oposición, y desde el propio oficialismo, comenzaron a trascender problemas de gestión en ANCAP, lo que se sumaba a pérdidas millonarias que dejaron al ente al borde de la quiebra. Una comisión investigadora parlamentaria desnudó numerosas irregularidades con sospechas de corrupción.
Además, también quedó al desnudo el invento de su título universitario, porque ni existía la carrera que él decía que había hecho. Contradicciones, mentiras, explicaciones débiles y confusas, fueron exponiendo a Sendic a las críticas y burlas más duras.
El expediente de ANCAP está en la Justicia de Crimen Organizado y en el propio partido de gobierno hay convicción de que habrá pedido de procesamiento.
En medio de esto, se conocieron los estados de cuenta de tarjetas de crédito de Sendic con cargo a cuenta de ANCAP. La tarjeta corporativa era para gastos de representación pero aparecían varias compras personales, como bermudas en el balneario La Paloma, regalos en free-shops, alguna joya, y otros productos. Nada de gran monto, pero que sumaba vergüenza.
El Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio sentenció que Sendic había incurrido en falta ética y un “proceder inaceptable en la utilización de dineros públicos”.
No cae por comprarse una botella de whisky en el aeropuerto. Sendic cae por el desprestigio en cascada, y porque en el Frente Amplio comienzan a culparlo de una posible derrota en 2019.
Nunca pasó algo así.
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