Raúl Castro: el tímido líder que prometió reformas y las dejó a mitad de camino
Desde 2006, introdujo cambios sociales y económicos, pero mantuvo el sistema de partido único y la presión sobre la disidencia
LA HABANA.- Fidel Castro no se hubiera perdido por nada del mundo la VIII Cumbre de las Américas, en Lima. El gran líder de la revolución cubana hubiera comparecido como si fuera una gran estrella de rock, vestido de verde oliva y con sus simbólicas barbas rompiendo la monotonía estética de los otros mandatarios. Llegado el momento, como si se tratase del gran teatro donde solo importan las palabras y no los hechos, hubiera abroncado con su discurso a sus rivales políticos continentales. Incluso les habría sojuzgado con su maratón incontenible de palabras.
En cambio, su hermano Raúl prefirió quedarse en casa y delegar en el canciller Bruno Rodríguez su respuesta a los ataques generales contra su gran aliado, Nicolás Maduro. No le importó que se tratase de la despedida ante sus pares continentales, ni siquiera contar con el viento que sí sopla a su favor. Su fobia contra los discursos y contra los focos es legendaria en Cuba.
Dos hermanos situados en las antípodas. Un mismo apellido que encierra, o encerraba, a dos personalidades muy diferentes: frente al torrencial estilo personalista de Fidel, la versión tímida del llamado general de ejército, necesitado siempre del apoyo de su círculo de compañeros de armas, familiares y amigos. La familia de la que tanto huyó Fidel y que, en cambio, se ha convertido en un clan imprescindible para Raúl.
El presidente está acompañado siempre de su nieto, que más parece un guardaespaldas de película; con su hijo Alejandro al frente de los espías; con su hija Mariela convertida en el rostro amigable de la revolución, y con su exyerno al frente del fundamental conglomerado económico de los militares.
En una década, Raúl avanzó tanto o más que su hermano en 49 años. ¿Cuál es el legado que deja el menor de los Castro cuando solo quedan unas horas para que abandone la primera línea del poder? "Cambios en la esfera socioeconómica, sin ellos en la esfera política y una ralentización de las reformas más allá de lo esperado en un principio", resume el pensador e historiador cubano Armando Chaguaceda.
Raúl tomó el mando en 2006 a toda velocidad. "Abrió su mandato con el famoso discurso del vaso de leche, un cuestionamiento de toda la política de racionamiento de Fidel, de precariedad y un estímulo para el consumo", dice Chaguaceda.
Más tarde llegaría el ramillete de reformas sociales contra las medidas orwellianas de Fidel: ampliación del cuentapropismo (embrión del capitalismo), el derecho limitado a los viajes, compraventa de viviendas y autos?
Por fin los cubanos pudieron disfrutar de sus hoteles, al menos los que tenían dólares para ello. Todo un hito criticado por las canciones de Pedro Luis Ferrer, que repetía con ironía aquello de "mañana reservaré en el mejor hotel de La Habana". En cambio, el siguiente sueño del cantautor, "con dinero nacional invitaré al extranjero", todavía queda lejos, al menos mientras no se unifiquen las dos monedas, medida reclamada por casi todos los economistas del país y prometida por el propio Raúl.
"Implementó el paquete de reformas más grande en 60 años, a pesar de que tiene un antecedente muy parco con el que competir: los ciclos de reforma de los 80, interrumpidas por el período de rectificación y las de la primera mitad de los 90. En ese sentido el legado es favorable a él", destaca Chaguaceda. El politólogo destaca el olfato de Raúl, capaz de reconocer una realidad como la cubana. "Pero en el terreno político los cambios no son visibles. Hubo menos detenciones y juicios que con Fidel, pero aumentó la represión porque creció la oposición y la sociedad civil activa. Se mantuvieron las violaciones de derechos humanos".
"Raúl no cambió lo esencial, pese a contar con amplio consenso y crear expectativas. Tuvo la oportunidad de hacerlo", subraya el socialista crítico Pedro Campos.
Las reformas económicas sufrieron un frenazo inesperado justo cuando el deshielo con Estados Unidos situaban otra vez a Cuba en el escenario mundial. Un frenazo en seco que todavía se prolonga y que no llegó con Donald Trump. Los vítores a Barack Obama en La Habana y la esperanza que recorría las calles de la capital asustaron tanto al gobierno que empezó la marcha atrás cuando el demócrata aún no se había ido de la isla.
"Allí hubo un miedo visible. Ralentizaron las reformas y volvió el discurso más antiimperialista a la usanza clásica. La responsabilidad fue de la elite cubana y su temor al cambio", critica Chaguaceda.
"Raúl encontró mucha resistencia de otros dirigentes de alto rango", sostiene Philip Brenner, autor de La revolución bajo Raúl Castro.
No terminó el trabajo iniciado al sentirse preso del inmovilismo. "Pero yo me inclino por que el inmovilismo habita en él mismo", sentencia Chaguaceda.
Los hitos de su vida
1953 Prisión
Es sentenciado a 13 años de cárcel por insurrección luego del fallido ataque al cuartel Moncada. Amnistiado dos años después
1956 Expedición
Participa en la expedición de su hermano Fidel para liderar una rebelión en Cuba
1959 Ministro de Defensa
Después del derrocamiento de Batista, se convierte en ministro de Defensa, hasta 2008
1976 Número dos
Asume oficialmente como número dos del gobierno
2006 Fidel, enfermo
Fidel le delega el poder. Raúl se convierte formalmente en presidente en 2008
2013 Reelección
Es reelegido para un mandato final en el gobierno. Al año siguiente, anuncia un acercamiento con Washington, 52 años después del inicio del embargo estadounidense. En 2015, ambos países restablecen sus relaciones diplomáticas
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