Ralentización: la crisis de los emergentes deja vulnerable a Alemania
La economía más grande de Europa quedó rezagada por el freno de sus mercados
FRÁNCFORT.- Con su economía en descenso, China está reduciendo gastos en maquinaria minera. Los Emiratos Árabes Unidos y otros países de Medio Oriente ya no nadan en dinero del petróleo, así que las marcas de autos de lujo empezaron a temblar. Rusia sigue las sanciones que le impuso Occidente y no puede comprar tanto equipamiento energético de alta tecnología como antes.
La caída de los mercados emergentes está dejando a Alemania en estado de vulnerabilidad, y por extensión, a toda Europa.
En los últimos años, mientras las empresas de la región apenas se mantenían a flote, las compañías alemanas prosperaban con la venta de los productos y tecnologías que los países emergentes necesitaban para convertirse en economías modernas. Y mientras fue así, la fortaleza de Alemania sirvió de contrapeso para la malaria económica, la turbulencia financiera y el drama de la deuda griega en que estuvieron sumidos muchos países europeos.
Pero ahora Alemania, la economía más grande de Europa, parece rezagada. En comparación con otras economías de la región, la alemana ha sido la más dependiente de los mercados emergentes. Y el clima político no hace más que sumar incertidumbre, ya que Alemania debe lidiar con una oleada migratoria y con la posible salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE).
Con ese telón de fondo, el motor exportador alemán está tosiendo y la confianza de los hombres de negocios empieza a erosionarse.
En las buenas épocas, cuando China abría incontables minas de carbón para alimentar sus insaciables centrales de energía, la fábrica alemana Eickhoff Bergbautechnik vendía 20 gigantescas rafadoras-cargadoras al año, por un precio de cuatro millones euros cada una. El año pasado, la empresa vendió apenas ocho. Con las ganancias en caída, Eickhoff despidió a alrededor de un 10% de los 300 empleados que tiene en Fráncfort.
"Estamos pasando de un boom impresionante a una fase descendente", advierte Karl-Heinz Reiser, director ejecutivo de Eickhoff.
Y con la caída de las exportaciones, también decayó el ánimo de los alemanes. Según una encuesta de opinión realizada entre dirigentes empresarios por el Instituto Ifo de Munich, considerado un indicador confiable de las expectativas de crecimiento, actualmente los pesimistas superan en número a los optimistas, por primera vez desde 2014.
Y aunque en marzo hubo un ligero repunte de confianza, el recelo entre los fabricantes continúa. Si la confianza no se recupera, es probable que recorten sus planes de inversión en infraestructura o personal, profundizando aún más la ralentización económica.
Una economía alemana más débil tendría consecuencias políticas para Europa. Por mucho que al resto de los europeos les guste vociferar contra los alemanes, es poco probable que la eurozona hubiese sobrevivido a su reciente crisis de deudas soberanas sin la chequera alemana. Alemania aporta más de un 25% del Mecanismo de Estabilidad Europeo, el nuevo fondo de rescate que se usa para impedir el colapso total de países como Grecia.
Para los productores de toda la eurozona, los consumidores alemanes también llenaron el vacío dejado por los empobrecidos españoles, italianos y portugueses. A principios de 2009, cuando la venta de autos empezó a desplomarse, los alemanes no compraron solo autos Volkswagen y Mercedes, sino también Fiat y Renault.
"Es el mercado más grande de Europa", dice Thierry Koskas, vicepresidente de ventas de Renault. "Debido al peso y al volumen de ese mercado, para nosotros es muy importante."
Ese panorama económico, en cambio, también amenaza con socavar el poder de la canciller Angela Merkel, un cambio de tono que ya empezó a evidenciarse en los últimos meses.
Austria y otros países han desafiado los deseos de Merkel sobre la forma de lidiar con la ola de refugiados. Merkel quería preservar la apertura europea, pero sus contrapartes establecieron controles fronterizos.
"De una posición de hegemonía indiscutida, la influencia de Alemania en Europa cayó en los últimos trimestres. A Berlín se le hace cada vez más difícil arrear a los demás países", dice Jacob Funk Kirkegaard, del Instituto Peterson de Economía Internacional, con sede en Washington.
Durante décadas, Alemania fue algo así como el shopping de los países en desarrollo. Si un país quería mecanizar su producción agropecuaria, ahí estaban empresas alemanas como Claas para fabricar tractores y cosechadoras. Si un país necesitaba una fábrica de oxígeno líquido o una embotelladora de cerveza, ahí estaban Linde o Krones para diseñar, equipar y construir la planta y entregarla llave en mano.
El boom chino
China fue particularmente beneficiosa para las autopartistas alemanas. Los autos son la principal exportación de Alemania y una de las principales fuentes de empleo. El año pasado, China se convirtió en el principal comprador de autos deportivos alemanes, como Porsche, superando por primera vez a Estados Unidos.
Pero ya hay señales preocupantes. Se espera que durante 2016 el mercado de autos en China crezca alrededor de un 4%: la mitad que en 2015. "Seguiremos creciendo -dijo Detlev von Platen, director de ventas de Porsche-, pero no a la velocidad de antes."
Medio Oriente es otro boom que parece haberse pinchado: en 2015, las exportaciones alemanas a países exportadores de petróleo cayeron un 7%. La guerra civil en Siria y el desplome del petróleo limaron la confianza y el poder de compra en muchos países de la región, como Kuwait.
Mientras tanto, los empresarios alemanes miran en todas direcciones en busca de nuevas oportunidades.
El crecimiento de Estados Unidos muestra facetas contradictorias, Brasil atraviesa una severa recesión, y Rusia sufre los efectos de la caída del precio de las commodities y de sus fricciones políticas con Occidente. En medio de ese panorama, Alemania sigue sin encontrar una región que ofrezca la oportunidad de un boom como lo fue China hasta hace poco.
Traducción de Jaime Arrambide
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