Radicalismo pragmático: Bolsonaro cambia de estilo para recuperar terreno
RÍO DE JANEIRO.- El presidente brasileño Jair Bolsonaro se inclina hacia una nueva manera de gobernar. De la mano de la flamante alianza en el Congreso con el Centrão, un bloque de partidos que suele garantizar apoyo al Ejecutivo a cambio de espacios en el estado, el derechista empezó a adoptar un estilo que sus auxiliares titulan “radicalismo pragmático”, según publicaron algunos diarios brasileños.
Con la elección presidencial de 2022 cada vez más cerca y consciente de que enfrenta una caída en la popularidad, Bolsonaro ensaya un complicado equilibrio. Mientras apuesta por avanzar en las próximas semanas en concesiones concretas para su base electoral más dura, elige mantener una postura diplomática y menos confrontativa con otros poderes.
“Cambió la estrategia y (el presidente) pasó a ser más selectivo, más direccionado cada vez al retorno que pueden darle cada una de sus decisiones”, dijo a LA NACION Paulo Calmon, profesor de ciencia política de la universidad de Brasilia.
Aprovechando el tratamiento rápido a la agenda oficial que le pueden garantizar los presidentes de Diputados, Arthur Lira, y del Senado, Rodrigo Pacheco, electos con el apoyo de Bolsonaro, el palacio del Planalto busca avanzar en el Congreso con proyectos que impacten en la agenda de “costumbres” y reformas económicas.
A principios de mes, Bolsonaro entregó a los jefes de ambas cámaras una lista de 35 medidas prioritarias a ser tratadas por el Congreso que incluyó un proyecto de ampliación del porte de armas para cazadores, coleccionadores y tiradores deportivos y una polémica iniciativa que aumenta el blindaje legal sobre las fuerzas de seguridad que cometan crímenes durante operaciones.
La semana pasada el derechista firmó cuatro decretos que facilitan la compra de armas en Brasil. Bolsonaro ha defendido la liberación de armas desde 2018, cuando fue electo, y tiene en las fuerzas de seguridad una de sus bases más fieles.
El reemplazo del presidente de Petrobras, Roberto Castello Branco, la noche del viernes por el general Joaquim Silva e Luna, llegó luego de varios días de presión por los sucesivos aumentos de los combustibles en Brasil. El presidente buscaba desinflar el descontento de transportistas y en especial de los camioneros, una de sus bases de apoyo, interfiriendo en la política de precios de la empresa.
“Tengo que gobernar, cambiar las piezas que no estén funcionando bien. Lo que no falta para mí es coraje para decidir pensando en el bien mayor de la nación”, dijo Bolsonaro en un acto en Campinas, San Pablo, el sábado.
Pese a que suele definir a su gobierno como liberal en la economía, el presidente volvió a mostrar una tendencia estatista. Castello Branco, un hombre del paladar del mercado, había empujado por una liberalización de los precios en la compañía, atada a los vaivenes del precio del barril del petróleo y la cotización del dólar. La nafta lleva acumulada un aumento de 35% desde el inicio del año, muy por encima de la inflación.
El gobierno prepara el lanzamiento del nuevo auxilio emergencial, que alcanzará a la mitad de los más de 60 millones de beneficiarios que lo percibieron en 2020, y con montos menores. También ha pasado a valorar la vacunación contra el Covid-19 e intenta cerrar nuevos acuerdos con laboratorios para acelerar la vacunación.
En paralelo a los gestos para su base, el presidente intenta cada vez más minimizar las polémicas que lo acompañaron durante la primera mitad de su mandato, cuando llegó a participar de actos que pedían el cierre del Congreso y del Supremo Tribunal.
Fue prueba de ello la prisión el martes del diputado federal bolsonarista por Río de Janeiro, Daniel Silveira, tras lanzar amenazas a miembros del Supremo Tribunal y alentar actos golpistas. Pese a la proximidad al presidente, el palacio del Planalto se mantuvo neutro y evitó opinar sobre la decisión de la justicia.
Bolsonaro tiene un 42% de imagen negativa y un 30% de apoyo, según una encuesta publicada la semana pasada por el diario Valor Económico, realizada por la consultora XP. Medido en una eventual segunda vuelta contra varios de los principales candidatos, incluidos el petista Fernando Haddad y el propio expresidente Lula, Bolsonaro se alzaría con el triunfo.
El acuerdo que el Planalto tejió con el Centrão en el Congreso y las recientes derrotas de la operación Lava Jato y la posible declaración de “parcialidad” de Sergio Moro en el proceso del tríplex de Guarujá, confabulan para debilitar la aparición de una “tercera vía” para 2022. Moro fue la única figura, en la encuesta de XP, que potencialmente derrotaría a Bolsonaro en una segunda vuelta. El derechista, en tanto, trabaja para recrear la polarización con el PT, fórmula que lo ayudó a obtener la victoria en 2018.
“El gobierno de Bolsonaro lucha por la supervivencia política y está mirando directamente las elecciones de 2022”, agregó Calmon. “El intento de recomponer y expandir su base está llevando a Bolsonaro a negociar con el Centrão, alejarse de grupos radicales y aproximarse a personas en las regiones más pobres del país”.
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