¿Quien inventó las vacunas? La megamillonaria batalla legal de los laboratorios por las patentes
Empresas, científicos y gobiernos se ponen en guardia en la disputa para determinar quién inventó qué, con miles de millones de dólares en juego
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NUEVA YORK.- Poco a poco se está cocinando una megamillonaria batalla legal por los derechos de patente de las vacunas contra el Covid-19, una guerra de todos contra todos entre los laboratorios, los gobiernos y los científicos académicos para determinar quién inventó qué.
El gobierno de Estados Unidos y la empresa Moderna, una colaboración que permitió el desarrollo de una de las vacunas más usadas, están enfrentados sobre quién descubrió el componente clave de la fórmula y es dueño de los derechos. En otro de los frentes, los laboratorios Pfizer y BioNTech, fabricantes de otra vacuna líder, están metidos en una guerra de patentes con una empresa más pequeña, y algunos analistas piensan que también podrían terminar enfrentados con Moderna.
En el centro de esta disputa está la siguiente pregunta: ¿quién puede adjudicarse la invención de los elementos importantes de las vacunas contra el Covid-19?
De la respuesta dependen miles de millones de dólares. Si alguien lograra establecer su rol en el descubrimiento de las vacunas, Pfizer y Moderna tendrían que compartir una porción mayor de las decenas de miles de millones de dólares que genera la venta de vacunas.
“Es un tema de reconocimiento científico y de dinero. Lo que quieren es eso”, dice Jacob Sherkow, profesor especializado en propiedad intelectual de biotecnología de la Escuela de Leyes de la Universidad de Illinois. “Estamos frente a un invento biotecnológico mayúsculo, con decenas de miles de millones de dólares en juego”.
La creciente disputa por las patentes ensombrece un logro científico, estatal y empresario por lo demás destacable: el desarrollo de varias vacunas efectivas contra el Covid-19, en tiempo récord y en medio de una pandemia.
Disputa por el crédito
Hace tiempo que las empresas, las universidades y los gobiernos se disputan el crédito por los descubrimientos médicos. Y en la industria farmacéutica las patentes son especialmente valiosas, porque le garantizan a la empresa los derechos exclusivos para la venta de la vacuna durante muchos años, sin la competencia de alternativas genéricas.
También pueden ser valiosas para los científicos -y para las universidades y laboratorios estatales donde trabajan- si un laboratorio les compra la licencia de la patente y les paga regalías por las ventas. Con las regalías de las ventas de una droga contra el cáncer desarrollada por uno solo de sus profesores, la Universidad de Princeton construyó un laboratorio de química de 278 millones de dólares.
Se trata de disputas difíciles de zanjar, ya que giran en torno a quién recibe el crédito por una investigación compleja que a menudo se basa en un proceso iterativo de descubrimientos.
Y el mercado de las vacunas contra el Covid-19 ha demostrado ser más grande de lo que Wall Street inicialmente esperaba. Durante los primeros nueve meses de 2021, Pfizer y Moderna sumaban un total de 35.000 millones de dólares en ventas de vacunas a nivel mundial.
Los analistas estiman que a lo largo de 2022, esas dos vacunas registrarán ventas combinadas por más de 52.000 millones de dólares, impulsadas por la demanda de dosis de refuerzo.
Pfizer, BioNTech y Moderna ya pagan regalías sobre las ventas de sus vacunas, porque sus fórmulas dependen parcialmente de investigaciones previas. Tanto BioNTech como Moderna pagaron previamente la licencia de patente de una investigación de ARN mensajero realizada por científicos de la Universidad de Pensilvania, y BioNTech obtuvo una licencia de patente del gobierno federal, de la cual Pfizer tiene una sublicencia. Durante los primeros nueve meses de 2021, Moderna pagó 400 millones de dólares en regalías a las empresas que poseen los derechos de las patentes de la Universidad de Pensilvania.
Coinventores
Una de las disputas surge de la decisión de Moderna de rechazar la solicitud de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH) para que incluya a los científicos del gobierno como coinventores en la solicitud de patente de un componente clave de su vacuna.
Moderna viene trabajando con los NIH en la investigación de vacunas desde hace años, antes de que surgiera el nuevo coronavirus, y colaboraron en el desarrollo y prueba de la vacuna contra el Covid-19 poco después del inicio de la pandemia.
En su rechazo, Moderna dijo que ya había acreditado a los científicos del gobierno en otras solicitudes de patentes relacionadas con su vacuna, como la que refiere a la dosificación, pero asegura que los científicos del gobierno no contribuyeron con la invención de la secuencia genética utilizada en la vacuna.
Moderna afirmó que fueron exclusivamente sus científicos los que idearon la secuencia del ARN mensajero, que instruye a las células del cuerpo a producir una versión de la proteína espicular que se encuentra en la superficie del coronavirus y desencadena la respuesta inmune.
Este mes, Moderna finalmente retiró la solicitud de patente, según dijo, para darle más tiempo a la negociación con los Institutos Nacional de Salud con intención de llegar a un acuerdo.
Los NIH respondieron agradeciendo la oportunidad de trabajar con la empresa para resolver los problemas de patentes de una manera que reconozca la contribución de los científicos del gobierno.
Tanto Pfizer como Moderna tienen su propia guerra de patentes con otras empresas en relación con sus vacunas.
En octubre de 2020, una pequeña empresa de California llamada Allele Biotechnology & Pharmaceuticals, demandó a Pfizer y BioNTech por el supuesto uso de una proteína protegida por una patente de Allele.
Pfizer y BioNTech rechazaron el reclamo y el litigio está en la Justicia.
Antes de la pandemia, Moderna inició un reclamo para invalidar las patentes en poder de Arbutus Biopharma Corp. Estos reclaman la invención de ciertas nanopartículas, como las que se encuentran en la vacuna contra el covid-19 de Moderna, que ayudan a transportar el ARN de una vacuna al interior de las células humanas.
Moderna asegura que usa sus propias nanopartículas patentadas, que no están protegidas por las patentes que tiene Arbutus.
Si Moderna perdiera, tal vez tenga que pagarle regalías a Arbutus. El 1 de diciembre, un tribunal de apelaciones norteamericano confirmó algunos de los reclamos de patente de Arbutus, que se manifestó satisfecha con la decisión del tribunal.
Los reclamos judiciales por patentes de algunos de los componentes de la vacuna podrían multiplicarse. El año pasado, Moderna dijo que no haría cumplir las patentes relacionadas con su vacuna Covid-19 mientras continuara la pandemia, pero que pasada la emergencia buscaría vender licencias de sus patentes a otras compañías.
Peter Loftus
The Wall Street Journal
Traducción de Jaime Arrambide
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