¿Quién gobernará Gaza después de la guerra? Estados Unidos busca opciones malas, pero todas parecen malas
La administración Biden dice que el enclave debería estar gobernado por una Autoridad Palestina “revitalizada”, pero la idea cae muy mal en el gobierno israelí y entre muchos palestinos
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TEL AVIV.- Los israelíes dicen que no quieren hacerse cargo. Las naciones árabes se resisten. El presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmoud Abbas, podría presentarse como voluntario, pero es probable que el pueblo palestino no lo acepte.
Mientras la administración Biden empieza a hacer planes para “el día después” en Gaza -y se topa con asuntos problemáticos, como quién gobernará el territorio cuando las armas se callen, cómo será reconstruido y, posiblemente, cómo se convertirá en una parte de un Estado palestino independiente-, los interesados se encuentran con un conjunto de opciones poco atractivas.
La semana pasada, en su visita a Israel y a Cisjordania, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, intentó avanzar con esos asuntos, pero encontró pocas respuestas fáciles. La administración Biden presiona para instalar una AP “revitalizada” como administradora de Gaza, pero es una idea poco atractiva para el gobierno israelí e incluso para muchos palestinos. Los funcionarios estadounidenses reconocen las dificultades, pero dicen que la AP es la mejor –y tal vez la única– solución entre una lista de opciones peores, que incluyen un regreso directo a la ocupación israelí de la Franja de Gaza.
“No tenemos la ilusión de que será fácil. Seguramente tengamos desacuerdos a lo largo de todo el proceso”, dijo Blinken en Tel Aviv ante la prensa. “Pero la alternativa –más ataques terroristas, más violencia, más sufrimiento de inocentes– es inaceptable.”
Tras el ataque liderado por Hamas el 7 de octubre, que mató a por lo menos 1200 israelíes, Israel prometió destruir al grupo como entidad militar y gobernante de la Franja de Gaza.
Pero luego de más de 15 años a cargo del poder, Hamas y sus partidarios están profundamente arraigados en cada sector de la sociedad, no solo en los ministerios gubernamentales que manejan, sino también en organizaciones de beneficencia, tribunales judiciales, mezquitas, equipos deportivos, cárceles, municipalidades y grupos de jóvenes.
Hamas, que gobierna de facto la Franja de Gaza desde 2007, cuando destituyó del poder a la AP, supervisa la economía, la asistencia sanitaria, el agua y la electricidad, el comercio y la infraestructura. Maneja las fuerzas de seguridad en Gaza, no solo las brigadas de combatientes –como al-Qassam, que ahora lucha contra las fuerzas israelíes en las calles– sino también la fuerza policial regular, incluida la policía de tránsito.
Las administraciones de Trump y de Biden se habían esforzado por facilitar las relaciones entre Israel y sus vecinos árabes, para perjuicio de los palestinos, que en muchos casos sintieron que su causa había quedado al margen. Ahora, gracias a Hamas, los palestinos están de vuelta en el centro de la escena.
Los funcionarios estadounidenses culpan a Hamas por la desesperante situación humanitaria en Gaza y aducen que los palestinos podrían haber evitado las represalias israelíes si la agrupación no hubiera llevado a cabo la masacre del 7 de octubre. Pero también admiten que la testaruda respuesta de Israel exacerbó la bronca de los palestinos y echó por tierra los avances hacia una paz más durable.
Israel dice que no quiere volver a ocupar Gaza, pero está analizando mejoras de seguridad, como una zona colchón a lo largo de la frontera y un acceso al territorio para las fuerzas israelíes durante un período de transición en el que se revocarían algunos aspectos de la autonomía de los residentes en Gaza. La administración Biden se opone férreamente a cualquier restricción sobre el modo en que los gazatíes puedan utilizar su tierra y aspira a que las fuerzas israelíes entreguen la responsabilidad de la seguridad del territorio, posiblemente a fuerzas internacionales respaldadas por las naciones árabes. Pero para los analistas, cualquier planificación se verá dificultada por lo que suceda mientras el conflicto siga causando estragos.
Falta de propuestas concretas
Los expertos dicen que la pregunta de quién mantiene la ley y el orden luego del conflicto es altamente compleja. Las autoridades israelíes reconocen la necesidad de elaborar dichos planes, pero carecen de propuestas concretas y parecen querer que otros decidan.
Cuando el conflicto termine, una transición estable en Gaza tendrá que encontrar la manera de “permitir la desmilitarización, con un mecanismo que asegure que no haya un rearme de nadie” dice Dennis A. Ross, exasesor de administraciones demócratas y republicanas norteamericanas sobre las negociaciones entre Israel y Palestina.
Los israelíes no quieren a las fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas porque no confían en que las Naciones Unidas atiendan sus preocupaciones. Las naciones árabes son muy escépticas respecto a enviar sus fuerzas de seguridad porque les preocupa la posibilidad de tener que recurrir al uso de la fuerza contra los palestinos.
“Un funcionario árabe me dijo: ‘Imagínese el video de nuestros soldados disparando contra palestinos y recibiendo disparos de ellos’”, dice Ghaith al-Omari, miembro del Instituto de Washington para la Política de Oriente Próximo y exasesor de negociadores palestinos. Para la administración Biden, el hecho de concentrar la atención en conferirle poder a la AP y, a la larga, a un Estado palestino, es una manera de presionar a las naciones árabes a involucrarse en las negociaciones respecto a la difícil transición y posiblemente a participar en ella.
“Para sumarse a la discusión con nosotros, las naciones árabes necesitan como mínimo el marco de la solución de dos Estados y un marco de transición. Porque de esa manera siempre podrán decir: ‘Estamos haciendo esto para apoyar a los palestinos’”, dice al-Omari.
La AP, que la administración Biden considera la solución a largo plazo, hizo poco por los palestinos en los últimos años. Su presidente, Abbas, que cumplió 88 años el mes pasado y lleva 18 años de gobierno de lo que debía ser un mandato de 4 años, es visto por todos como alguien cansado y carente de ideas.
La AP “podría ser la mejor de un conjunto de opciones muy malas para arrancar”, dice Katulis, del Instituto Oriente Medio.
La credibilidad de la AP ante el pueblo palestino se deterioró por su papel en la seguridad de Cisjordania, donde su fuerza policial está encargada no solo de proteger a los palestinos sino también, por extensión, de asistir a la ocupación militar israelí.
“La AP es percibida como una entidad corrupta y perdió el apoyo de la población palestina”, dice Shawqi Issa, un activista de derechos humanos de Belén y exministro de la AP.
Los funcionarios de Biden añoran el período entre 2007 y 2013, cuando el exfuncionario del Fondo Monetario Internacional Salam Fayyad ejerció como primer ministro de la AP. Fayyad mejoró la capacidad de la entidad para proporcionar servicios básicos. Los funcionarios estadounidenses no dicen explícitamente que Abbas tiene que irse ni se atreven a ventilar ideas sobre quién debería remplazarlo, pero sí tienen ideas sobre reformas básicas orientadas a preparar el terreno para una sociedad gazatí más abierta, que desde 2006 no tiene posibilidades de votar en elecciones. La AP necesita combatir la corrupción, conectarse con la sociedad civil y mejorar el apoyo para tener medios de comunicación libres, dijo Blinken el jueves, luego de reunirse con Abbas. Como objetivo final, debería dejar que los votantes elijan a sus líderes, aunque esa no parecía ser la primera prioridad del secretario de Estado estadounidense. “Apoyamos elecciones libres en todo el mundo, incluso para los palestinos, desde luego”, dijo Blinken. “Pero eso tiene que ser un proceso.”
A largo plazo, las necesidades diarias de los palestinos probablemente no se solucionen mientras sus territorios estén ocupados por Israel, dice Issa, el exministro de la AP. “Las personas de a pie en Cisjordania o la Franja de Gaza no solucionarán sus problemas hasta tanto la ocupación no termine y el pueblo palestino obtenga sus derechos. Todas las negociaciones sobre soluciones temporarias no tratan el problema principal.”
“Nuestra atención está puesta exclusivamente en terminar la guerra”, dice Safwan Jamal, de 28 años. “Si bien Hamas es en cierto modo imprudente, la AP está plagada de corrupción y no está preparada para gobernarnos”, dice Jamal.
Los funcionarios de la administración Biden dicen que la única solución estable a largo plazo para garantizar la seguridad tanto de los israelíes como de los palestinos es un Estado palestino separado. Todavía trabajan para convencer a los israelíes acerca de la necesidad de implementar ese esquema.
“Hay dos escuelas de pensamiento entre los israelíes”, dice Ross, el exnegociador estadounidense. “Una asegura que esto prueba que no se puede tener un Estado palestino al lado de Israel porque lo pueden tomar grupos como Hamas. Y la otra escuela afirma que quienes creen que se puede ocupar o controlar a los palestinos para siempre, bajo condiciones impuestas exclusivamente por Israel y sin que surja un sucesor de Hamas, viven en un mundo de fantasía.”
Por Michael Birnbaum, William Booth y Hazem Balousha
(Traducción de Ignacio Mackinze)
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