Quién es “Súper Mario” Draghi, el hombre al rescate de Italia
ROMA.- No usa Twitter, ni Facebook, ni Instagram. Es de la vieja escuela, parco, reservado y cultor del perfil bajo. Pero desde hace días Mario Draghi, flamante primer ministro de Italia, está más que presente en las redes sociales: en memes con mucho humor, aparece como un mesías, un gurú, un campeón o un superhéroe.
En redes sociales también es furor whatever it takes (lo que sea necesario), la célebre frase con la que el expresidente del Banco Central Europeo (BCE) en julio de 2012 dejó clara su determinación a hacer lo imposible para salvar al euro, en la mira de un peligroso ataque especulativo.
Ahora también, con una Italia de rodillas debido a la pandemia, que desató una crisis sanitaria, económica y social explosiva, los italianos sueñan que Draghi, economista de enorme credibilidad, de 73 años, haga un miracolo (milagro) y salve a Italia. Un desafío gigantesco que, en verdad, paradójicamente, ya debió enfrentar hace diez años.
Entre agosto y noviembre de 2011, durante una crisis financiera que puso a Italia y a la eurozona al borde del default, como presidente del Banco de Italia (el banco central) Draghi primero firmó la carta que obligó al entonces primer ministro Silvio Berlusconi a acordar condiciones durísimas ante la Unión Europea (UE). Después, al asumir en noviembre de ese mismo turbulento año como el tercer presidente del BCE, bajó las tasas de interés que había subido su antecesor Jean Claude Trichet, devolviéndole oxígeno a la especulación en contra de los títulos italianos.
Ahora seis de cada diez italianos confían en él, según un reciente sondeo de La Stampa, que reflejó el sentir de una opinión pública agobiada por la tragedia del coronavirus e indignada con una clase política que no supo dar respuestas. Disgustados ante el lamentable espectáculo protagonizado por los referentes de los partidos políticos, ahora los italianos creen y quieren creer en “Súper Mario”. Una figura indiscutida, con una trayectoria intachable, considerada una “alta reserva moral” y desde siempre candidato a reemplazar al presidente, Sergio Mattarella, que concluirá su mandato de siete años en febrero próximo.
Nacido en Roma el 3 de septiembre de 1947, después de frecuentar el reconocido colegio jesuita Máximo de esta capital, Draghi se licenció en Economía en la Universidad de La Sapienza. Casado desde 1973 y padre de dos hijos, obtuvo un doctorado en el prestigioso MIT (Massachusetts Institute of Techonology), en Estados Unidos. Entre 1984 y 1990 fue director ejecutivo del Banco Mundial y de 1991 a 2001, director general del Ministerio del Tesoro. En este período, si bien no es cultor de la austeridad, coordinó el primer gran plan de privatizaciones que se hizo en Italia; algo que le valió acusaciones de haber “malvendido” el país a intereses extranjeros.
Antes de convertirse en governatore (presidente) del Banco de Italia, en 2005, pasó por la cúpula europea de Goldman Sachs, uno de los principales bancos de negocios a nivel global.
Conocido por su pragmatismo y sutil sentido del humor, durante su mandato de ocho años al frente del BCE -entre noviembre de 2011 y octubre de 2019-, Draghi debió capear la tormenta que había generado la crisis financiera de 2008 con la bancarrota del banco estadounidense Lehman Brothers. Como recordó Federico Fubini, del Corriere della Sera, se topó con un escenario terrible: deflación, recesión y la amenaza existencial a la supervivencia del euro debido a la crisis fiscal y bancaria de muchos países periféricos del euro: Italia, España, Irlanda, Grecia.
Fue en ese marco que el 26 de julio de 2012, en Londres, Draghi aseguró que el BCE estaba determinado a hacer whatever it takes (lo que sea necesario) para salvar a la moneda única. Sus palabras lograron el fin del ataque especulativo al euro y señalaron que el BCE se había vuelto un prestador de última instancia para el sistema euro. Dos años más tarde, en 2014, Draghi implementó una nueva era de política monetaria no convencional, marcada por tasas negativas y el quantitative easing (inyecciones de liquidez en los mercados a través de la compra de títulos y obligaciones).
Mediación y negociación
En una fase más que compleja Draghi -que nunca levanta el tono de voz y se distingue por sus modos educados, sobrios, elegantes-, demostró grandes dotes de mediación y negociación. Y gran habilidad a la hora de superar la clásica postura alemana de austeridad a toda costa. Por eso muchos analistas explican ahora que si bien se habla de un gobierno liderado por un “técnico”, la trayectoria que tiene este economista -elogiado por personalidades que van desde la canciller alemana Angela Merkel a la actual secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen- y que estuvo en altísimos cargos en la función pública, hablan más bien de un político hecho y derecho. Sus dotes quedaron claras a la hora de presidir en los últimos días dos rondas de consultas con las desprestigiadas fuerzas políticas del país, a quienes logró convencer (salvo Giorgia Meloni, de la post-fascista Hermanos de Italia) de que es el momento de la unidad.
El 10 de julio del año pasado el papa Francisco, que se reunió varias veces con él y con quien tiene sintonía, lo designó miembro de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales. “Ha sabido tomar decisiones con audacia y guiado por una visión altísima de Europa, unida más allá de la moneda como en el proyecto de los padres fundadores”, escribió sobre él la revista jesuita La Civilitá Cattolica a fines de 2019, cuando le dedicó un artículo al “aporte de Draghi a Europa”.
El “gobierno del presidente”, como también ha sido bautizado su ejecutivo de emergencia porque fue decidido por el presidente Mattarella, será muy distinto al que Mario Monti, excomisario europeo y prestigioso economista, quien fue llamado a liderar a fines de 2011 con el fin de sacar al país de la cornisa, cuando reemplazó a Berlusconi.
Si Monti se vio obligado a planes de austeridad que significaron sangre, sudor y lágrimas, Draghi, en cambio, tiene a disposición 209.000 millones dde euros del Recovery Plan, el fondo sin precedente que la UE le asignó a Italia para la reconstrucción postpandemia, que deberá gastar con visión de bien común y para un futuro mejor para los jóvenes. Los italianos lo saben. Y también por eso confían en él y en otro miracolo italiano.
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