Quién es Maria Ressa, la abanderada de la libertad de expresión que ganó el Nobel de la Paz
El filipina, tiene 58 años, y desde 2012 pública investigaciones que comprometen a la cúpula política de su país; ha sido perseguida y enjuiciada por el régimen de Rodrigo Duterte
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MANILA.- La periodista filipina de 58 años Maria Ressa, que ganó este viernes el premio Nobel de la Paz, es reconocida por haberse puesto al hombro la defensa de la libertad de expresión, en una época en que proliferan los líderes autoritarios como el de su país, el presidente Rodrigo Duterte.
Responsable de corresponsalías de la CNN en el Sudeste Asiático durante dos décadas, Ressa creó en 2012 el portal Rappler, en que ha publicado investigaciones que dan cuenta del inconformismo social y político en Filipinas, con una visión crítica sobre el actual mandatario Duterte, quien está en el poder desde 2016.
Las publicaciones de Rappler han puesto a Ressa y a su medio en el centro de múltiples persecuciones y procesos judiciales, en particular, por exhibir detalles sobre la sangrienta lucha contra el narcotráfico que se dirige en Filipinas.
“No soy una criminal, soy periodista”, había remarcado la mujer en 2019, en una entrevista con LA NACION. Este año, tras ganar el premio Nobel, volvió a reivindicar su profesión. ”Es el mejor momento para ser periodista”, dijo, poco después del anuncio de su triunfo.
”Un mundo sin hechos significa un mundo sin verdad y sin confianza”, agregó Ressa -que dispone de la doble nacionalidad filipina y estadounidense-, en una entrevista transmitida esta mañana en Rappler.
Ressa estudió en la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey, en donde también formó parte del plantel de profesores. Fue galardonada en abril con el Premio Mundial de la Libertad de Prensa Unesco/Guillermo Cano 2021, creado en memoria del periodista colombiano asesinado en 1986, en manos de sicarios del narcotráfico.
Ya había sido seleccionada como uno de los personajes del año en 2018 por la revista Time gracias a su defensa de la libertad de expresión, aunque fueron sus detenciones que la hicieron mucho más conocida a nivel internacional.
Dado que su trabajo periodístico ha puesto en el ojo de la tormenta a muchos referentes del poder político, Ressa fue arrestada dos veces, enfrentó varias investigaciones judiciales y también sufrió un intenso ciberacoso.
En el único país del sudeste asiático con mayoría católica, formado por 7000 islas y casi 110 millones de habitantes, han sido varios los políticos, medios de comunicación y periodistas que, como Ressa, sufrieron consecuencias tras cuestionar el régimen de Duterte.
Su sitio de noticias digital tuvo que pelear por la supervivencia ante los constantes ataques del Gobierno, que la acusaba, entre otras causas, de evadir impuestos y de depender de un financiamiento ilegal a través de fondos extranjeros.
Duterte calificó a Rappler de “tienda de fake news”, luego de que el sitio publicara el reportaje de uno de sus asistentes más cercanos.
Aunque el Ejecutivo de Filipinas ha asegurado no tener nada que ver con las causas judiciales contra Rappler, abogados defensores de la libertad de expresión discrepan con eso.
Pese a todas las presiones recibidas, Ressa siguió trabajando desde Filipinas y exponiendo críticas al gobierno de su país.
Sostén de otros periodistas
“No soy solo una reportera”, dijo la filipina el año pasado, en una entrevista con la agencia AFP. “Mi trabajo consiste en ser un pilar (...) para que nuestros colaboradores puedan seguir trabajando”, explicó.
Las amenazas en internet empezaron pocos meses después de la asunción de Duterte, en 2016, y el inicio de su “guerra contra la droga”, que causó miles de muertos y está, ahora, en el punto de mira de la Corte Penal Internacional (CPI).
Según estima Ressa, para finales de 2016 ya recibía más de 90 mensajes agresivos por hora en las redes.
En Rappler se exhibieron imágenes de las ejecuciones y se cuestionaron fuertemente los principios legales de la polémica ofensiva contra el narcotráfico.
La policía filipina detuvo a Ressa por primera vez en febrero de 2019, por un caso de difamación. Dos meses más tarde, su portal fue acusado de violar la ley que prohíbe a los medios disponer de un propietario extranjero.
”Empecé como reportera en 1986 y trabajé en muchos países, me dispararon, me amenazaron, pero nunca viví una muerte a fuego lento de este tipo”, manifestó la ganadora del premio Nobel, tras su primera condena por difamación, en 2020.
Al frente de las oficinas de la CNN en Manila y Yakarta, se especializó en el terrorismo, investigando los vínculos entre las redes mundiales de Al-Qaeda y activistas del Sudeste asiático. También dirigió el servicio de informaciones de ABS-CBN, la principal cadena de Filipinas.
”Debemos seguir haciendo un periodismo que exija rendición de cuentas”, insistió Ressa este viernes.
Agencia AFP
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