¿Quién es Juan Merchán, el juez de Nueva York que lleva el caso de Trump?
De origen colombiano, al ex fiscal le tocó el caso de Trump debido a una rotación en la que los jueces son asignados para supervisar los grandes jurados, pero ha sido protagonista en otros casos que involucraron a personas cercanas al exmandatario
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NUEVA YORK.- El juez Juan Manuel Merchán ha presentado cargos contra la empresa del expresidente Donald Trump y contra algunos de los socios más cercanos de Trump en los negocios y la política.
Ahora el juez Merchán está a punto de asumir el histórico enjuiciamiento de dinero por silencio del propio Trump.
Merchán, un exfiscal con 16 años en el banquillo, preside jpy la comparecencia sin precedentes de un excomandante en jefe de Estados Unidos. Trump comparecerá para responder a los cargos derivados de la investigación de un gran jurado sobre los pagos realizados durante su campaña de 2016 para ocultar las acusaciones de que mantuvo encuentros sexuales extramatrimoniales.
Trump, que aspira de nuevo a la Casa Blanca, dice que es “completamente inocente” y ha calificado el caso de “persecución política.” También se ha cebado con la implicación de Merchán, al decir que considera que el juez lo odia, y además publicó en su cuenta de la red social Truth Social que la hija de Merchán, Loren Merchán (34), trabajó para la vicepresidenta Kamala Harris, apuntando a la supuesta imparcialidad del juez.
Para cualquier jurista, sería un caso que marcaría un legado. Y un crisol.
“Hay mucha presión aquí porque se trata de una novedad”, dijo Patricia Brown Holmes, ex jueza de un tribunal estatal en Illinois, que ahora ejerce la práctica privada en Chicago.
Como juez, “tienes que hacerlo bien. Tiene que ser justo, el público tiene que saber que es justo, y luego el resultado es el resultado”, dijo. “Tienes que asegurarte de que te mantienes al margen de la política, porque sólo se trata de la ley”.
Si la política es un quebradero de cabeza, otro es equilibrar la necesidad de apertura con la seguridad de la sala para el expresidente y otros, dijo Geoffrey Puryear, ex juez de un tribunal estatal de Texas.
“Es una pesadilla logística, desde la perspectiva de un juez”, dijo Puryear, ahora abogado defensor en Lubbock.
Al juez Merchán le tocó el caso de Trump debido a una rotación en la que los jueces son asignados para supervisar los grandes jurados y cualquier caso que surja de ellos, según el sistema judicial. Merchán también suele llevar casos financieros.
De origen colombiano, Merchán, de 60 años, emigró cuando tenía 6 años y creció en Nueva York. Fue el primer miembro de su familia en ir a la universidad, se abrió camino en los estudios y llegó a licenciarse en Derecho por la Universidad de Hofstra en 1994.
Fue fiscal de Manhattan y trabajó en la Fiscalía General del Estado antes de que el entonces alcalde Michael Bloomberg lo nombrara juez de familia en 2006.
Tres años después, Merchán fue destinado a un tribunal de primera instancia llamado Tribunal Supremo de Nueva York. Ahora, entre sus funciones particulares figura la supervisión de un tribunal de salud mental de Manhattan en el que algunos acusados tienen la oportunidad de resolver sus casos con tratamiento y supervisión, un programa que él considera un éxito.
Como muchos jueces neoyorquinos, ha tenido experiencia con casos que han ocupado titulares.
Después de que unos paracaidistas fueran condenados por delitos menores por saltar desde la torre del World Trade Center, ahora emblemática, mientras estaba en construcción en 2013, Merchán los condenó a trabajos comunitarios, diciendo que habían “mancillado la memoria de quienes saltaron el 11-S no por deporte, sino porque tenían que hacerlo”.
Merchán también supervisó el caso real subyacente a la película de Lifetime de 2021 “Soccer Mom Madam”, sobre una madre de los suburbios con una actividad secundaria secreta al frente de un servicio de acompañantes de lujo en Manhattan. La mujer, Anna Gristina, quiere ahora deshacer su declaración de culpabilidad de 2012.
Si esos casos situaron a Merchán en el punto de mira de la opinión pública, los dos últimos años han servido para que el telescopio que orbita alrededor de Trump se fije en su tribunal.
Primero fue el caso de fraude fiscal contra la empresa de Trump y su antiguo jefe financiero, Allen Weisselberg.
Merchán participó activamente en las negociaciones que condujeron a la declaración de culpabilidad de Weisselberg en 2022 por eludir el pago de impuestos sobre prebendas laborales de gran cuantía, como apartamentos en Manhattan y matrículas escolares. Según el acuerdo, Weisselberg obtuvo una condena de cinco meses de cárcel a cambio de aceptar testificar contra la empresa.
Tras escuchar el testimonio de Weisselberg en el juicio, Merchán dijo que ojalá pudiera imponer una pena más dura. Se mostró especialmente consternado por el hecho de que la esposa de Weisselberg recibiera un pago único de 6000 dólares por un trabajo no remunerado para tener derecho a prestaciones de la Seguridad Social, a pesar de que su marido ganaba mucho dinero.
“Tantos estadounidenses trabajan tan duro con la esperanza de que algún día puedan beneficiarse de sus contribuciones a la Seguridad Social”, observó el juez. No obstante, cumplió su promesa de sentencia.
Nicholas Gravante, que representó a Weisselberg en las negociaciones para declararse culpable, dijo que Merchán era “un verdadero oyente, bien preparado, siempre accesible y un hombre que cumplía su palabra”.
“Tenía en cuenta el papel que mis colegas y yo desempeñábamos como abogados, tratándonos con el máximo respeto tanto en audiencia pública como a puerta cerrada”, recordó Gravante.
La Organización Trump fue a juicio, alegando que la empresa no se benefició de la trama de Weisselberg y que Trump y su familia no sabían nada al respecto. Un jurado condenó a la empresa y Merchán le impuso una multa de 1,6 millones de dólares, el máximo legal.
El propio Trump no fue acusado en ese caso. Pero cuando llegó el momento de los alegatos finales, Merchán dejó que los fiscales afirmaran que Trump conocía las maniobras de fraude fiscal. El juez dijo que era “justo” porque el resumen de la defensa había mencionado a Trump en repetidas ocasiones. La defensa pidió que se anulara el juicio por esta cuestión; Merchán dijo que no.
Merchán dijo que quería mantener la política al margen del juicio, que dirigió con un tono ampliamente ecuánime y amable.
Se enfadó cuando los abogados de la Organización Trump trataron de presentar nuevas pruebas a finales del juicio, y finalmente les permitió hacerlo de forma limitada. Tras el veredicto, se supo que Merchán había declarado en secreto a la empresa en desacato al tribunal por “desobedecer voluntariamente” cuatro citaciones del gran jurado y tres órdenes judiciales.
Por separado, el ex estratega de la Casa Blanca de Trump Steve Bannon está en el sumario de Merchán. Acusado de engañar a donantes que dieron dinero para construir un muro en la frontera sur de Estados Unidos, Bannon ha calificado el caso de “tontería”. Un indulto presidencial de Trump truncó un proceso federal similar.
Trump tiene un historial de cuestionar la legitimidad o imparcialidad de los jueces en casos relacionados con sus negocios o su administración. Cuando era candidato y anunciaba a bombo y platillo su proyecto de muro fronterizo, señaló la “herencia mexicana” de un juez federal nacido en Indiana para sugerir que no podía ocuparse con imparcialidad de una demanda contra la ya desaparecida Universidad Trump.
Ya como presidente, Trump se refirió a otro jurista federal como un “supuesto juez” después de que fallara en contra de la prohibición inicial de viajes de Trump que afectaba a siete países predominantemente musulmanes.
Trump ya ha pasado a la ofensiva contra Merchán, afirmando que “encauzó” a Weisselberg hacia una declaración de culpabilidad y actuó con “saña” en el caso de la Organización Trump.
Para cualquier juez, las críticas pueden venir con el trabajo. Pero los juristas deben centrarse en sus salas, no en el tribunal de la opinión pública, señaló Holmes.
“No eres el centro de atención. Las pruebas son el centro de atención”, dijo.
Agencia AP
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