Perfil: quién es el presidente de Irán, un clérigo ultraconservador señalado por ejecuciones masivas
Con poco carisma, Ebrahim Raisi, de 60 años, se presentó como un candidato “anticuorrupción” y ahora designó a un acusado por el atentado contra la AMIA como ministro del Interior; la oposición lo acusa de violentos aplastamientos de marchas contra el régimen
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TEHERÁN.- Tocado siempre con un turbante negro y ataviado con un largo abrigo de religioso, Ebrahim Raisi, que ganó las elecciones presidenciales iraníes y asumió la semana pasada, se presenta como el defensor de las clases desfavorecidas y como un paladín anticorrupción, pero en su pasado pesa también su posible vinculación con el violento aplastamiento de marchas contra el régimen.
A sus 60 años, este ultraconservador convencido tomó el relevo del reformista Hassan Rohani. Este miércoles presentó la lista de ministros propuestos para su gobierno al Parlamento, que ahora tendrá una semana de plazo para examinarla y luego proceder al voto de confianza. Entre sus colaboradores designó como ministro del Interior a uno de los presuntos participantes del atentado a la AMIA de 1994. Se trata de Ahmad Vahidi, que era el jefe de la Fuerza Quds, un poderoso brazo paramilitar del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC), la organización militar más grande de la República Islámica de Irán -considerada por Estados Unidos como un grupo terrorista- en el momento en el que fue el atentado a la sede de la comunidad judía en la Argentina, hace 27 años.
Sus críticos aseguraron que la contienda electoral estuvo inclinada a su favor por la descalificación de sus rivales más fuertes, pero para sus seguidores era la mejor baza para que Irán plante cara a Occidente y salga de la profunda crisis económica provocada por las sanciones de Estados Unidos y la pandemia del coronavirus.
Este hojatoleslam (rango inferior al de ayatollah en el clero chiita) dirigió su campaña bajo el lema de la “lucha incesante contra la pobreza y la corrupción”. Se trata de dos temas que también ocuparon el centro de su campaña en 2017, cuando obtuvo más del 38% de los votos, insuficientes, no obstante, para impedir la reelección en primera vuelta de Rohani, líder de la corriente “moderada” y a quien la Constitución prohibió volver a presentarse este año.
Numerosos medios iraníes lo ven incluso como un posible sucesor del guía supremo, Alí Khamenei, de casi 82 años, que en 2016 lo había colocado al frente de la poderosa fundación caritativa Astan-e Qods Razavi, gestora de un inmenso patrimonio industrial e inmobiliario, y después al mando de la autoridad judicial.
Alumno de Khamenei
Nacido en noviembre de 1960 en la ciudad santa de Mashad (noreste), Raisi fue nombrado fiscal general de Karaj, cerca de Teherán, con tan solo 20 años, tras la victoria de la Revolución Islámica de 1979. Formó parte del engranaje judicial durante más de tres décadas: fiscal general de Teherán de 1989 a 1994, jefe adjunto de la Autoridad Judicial de 2004 a 2014, año en el que fue designado fiscal general del país.
Raisi no es un hombre muy carismático. Luce barba canosa y gafas finas y siempre va ataviado con un turbante negro de “seyyed” (descendiente de Mahoma). Cursó las clases de religión y de jurisprudencia islámica del ayatollah Khamenei. Según su biografía oficial, es docente desde 2018 en un seminario chiita de Mashad. Además, es miembro de la dirección de la Asamblea de Expertos, que se encarga de nombrar al guía supremo.
Casado con Jamileh Alamolhoda, profesora de Ciencias de la Educación en la Universidad Shahid-Beheshti de Teherán, con quien tuvo dos hijas -ambas con títulos de educación superior-, Raisi es yerno de Ahmad Alamolhoda, imán de la oración del viernes y representante provincial del guía supremo en Mashad, segunda ciudad del país.
En la carrera electoral, con apenas seis rivales de los que tres terminaron renunciando, recibió el apoyo de las dos principales coaliciones de partidos conservadores y ultras. Pero, probablemente consciente de que necesita unir a una sociedad iraní dividida por la cuestión de las libertades individuales -en la que Rohani causó tantas decepciones como promesas había hecho-, se ha comprometido a erigirse en defensor de la “libertad de expresión”, de los “derechos fundamentales de todos los ciudadanos iraníes” y de la “transparencia”.
Ejecuciones masivas
Atacado por reformadores y moderados por su inexperiencia política, el ultraconservador afirma que quiere formar un “gobierno del pueblo para un Irán poderoso” y ha prometido exterminar “los focos de la corrupción”.
Para la oposición en el exilio, el nombre de Raisi seguirá asociado a las ejecuciones masivas de detenidos marxistas o de izquierdas en 1988, cuando era vicefiscal del tribunal revolucionario de Teherán. Estados Unidos también le aplicó sanciones personales por esas acusaciones.
Al ser preguntado en 2018 y 2020 sobre este episodio oscuro de la historia reciente, Raisi negó haber estado implicado, pero rindió “homenaje” a la “orden” de que se procediera a esta purga, inspirada -según él- por el ayatollah Ruhollah Khomeini, fundador de la República Islámica.
Amnistía Internacional pidió el mes pasado abrir una investigación por crímenes de lesa humanidad contra Raisi, a quien acusa de una “espiral de represión” contra los derechos humanos.
Partidario de la mano dura frente al “Movimiento Verde”, creado contra la reelección de Mahmoud Ahmadinejad en las presidenciales de 2009, declaró en aquel entonces: “A quien nos hable de ‘compasión islámica y de perdón’, le respondemos: vamos a seguir enfrentándonos a los alborotadores hasta el fin y eliminaremos de raíz la sedición”.
Agencias AFP y AP
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