Quién era Jovenel Moïse, el presidente de Haití que anticipó que querían matarlo
El mandatario haitiano asesinado hoy, de 53 años, temía que su gobierno fuese blanco de un golpe de Estado; era conocido como “el hombre banana” y acusado de “dictador” por parte de la oposición
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En febrero pasado, la policía de Haití arrestó a más de 20 personas. Es que el 58° presidente de ese país, Jovenel Moïse, de 53 años, denunció que pretendían matarlo. “El objetivo de estas personas era atentar contra mi vida”, remarcó el mandatario, en cuanto a ese episodio.
Evidentemente, Moïse, que fue asesinado a tiros en su residencia hoy -en un ataque que también dejo herida a su esposa, Martine Marie Etienne Joseph- se sentía amenazado, desde hace meses.
Había una cuestión que captaba el centro de la atención de este empresario bananero -apodado “el hombre banana”-, que por primera vez ejercía la función pública: creía que en Haití -el país más pobre de América, atravesado por la crisis política y económica, y por el accionar de las pandillas- iba a ocurrir un golpe de Estado organizado por un grupo de familias y empresarios.
“El golpe de Estado no es un hecho puntual, sino una secuencia de acciones. Hasta ahora los Gobiernos eran títeres de los grupos económicos, pero esto hoy esto no sucede y nuestras decisiones sientan muy mal a quienes se sienten poderosos e intocables. Un pequeño grupo de oligarcas están detrás del golpe y quiere apoderarse del país”, dijo en una entrevista para el diario EL PAIS.
En febrero, cuando anunció que quisieron asesinarlo, su ministro de Justicia, Rockefeller Vincent, declaró que el Gobierno frustró un intento de golpe. Entre las detenciones, que varios partidos políticos y organizaciones de la oposición calificaron de “ilegales”, estuvo el juez de la Corte de Casación -que es la máxima instancia judicial de Haití-, Ivickel Dabrésil, y la inspectora general de la policía. Al funcionario de justicia, desde el Gobierno lo acusaron de haber generado un “complot” con fines desestabilizadores.
Debido a los problemas políticos, el mismo Moïse tuvo que ganar dos veces las elecciones, en 2015 y en 2016, para que lo declaren como vencedor, entre bajo nivel de participación, denuncias de fraude y violentas protestas en la calle.
Perfil rural y éxito empresarial
Hijo de un comerciante y una costurera, su perfil rural y su éxito empresario fueron dos premisas que utilizó en su carrera política a la que desembarcó con el apoyo del expresidente haitiano Michel Martelly.
Proveniente de la zona rural de Trou-du-Nord, Moïse estudió Ciencias de la Educación en la Universidad de Quisqueya, de Puerto Príncipe, que es considerada como el mejor centro académico privado de Haití. Su carrera empresarial, según destaca su biografía oficial, comenzó con la venta de autopartes y derivó en el cultivo de bananas, que le dio también su apodo. Además, tenía proyectos energéticos y agrícolas.
Problemas con la oposición
A este integrante de las filas del partido de centroderecha Tet Kale la oposición lo acusaba de “dictador” por gobernar a través de decretos debido a la ausencia de un parlamento electo e, incluso, dichos espacios apoyaron la autopostulación del juez Joseph Mécène, de 72 años, y lo designaron presidente interino, al considerar que el 7 de febrero pasado finalizaba el mandato de Moïse.
De acuerdo a la Constitución de Haití, el período presidencial dura cinco años. Moise asumió el cargo el 7 de febrero de 2017, pero la oposición entendía que su período debía contarse desde 2016, cuando el anterior mandatario Martelly concluyó su presidencia.
En cuanto a ello, el presidente asesinado hoy dijo a El País: “Mi mandato empezó el 7 de febrero de 2017 y termina el 7 de febrero de 2022. Entregaré el poder a su propietario, que es el pueblo de Haití. Los oligarcas corruptos acostumbrados a controlar a los presidentes, a los ministros, al parlamento y al Poder Judicial piensan que pueden tomar la Presidencia, pero solo hay una camino: elecciones. Y yo no participaré en esas elecciones”.
Los tiros que le infundieron al presidente Moïse no solo terminaron con su vida, sino que quedarán plasmados como una prueba más de la inestabilidad política y de la violencia que domina el territorio de un país signado por el hambre.
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