¿Quién asesinó al presidente de Haití? El misterio se vuelve más turbio
Casi un mes después de la muerte del presidente Jovenel Moïse, las circunstancias siguen difíciles de analizar, con más preguntas nuevas que respuestas.
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PUERTO PRÍNCIPE.- Cuando terminó de subir esa escalera cubierta de sangre, Carl Henry Destin se encontró con una escena desconcertante.
El presidente de Haití estaba muerto en el piso, con múltiples heridas de bala. Todos los cajones estaban abiertos y su contenido desparramado por el piso, como si alguien hubiese estado buscando algo.
“El dormitorio estaba todo revuelto, había papeles tirados por todas partes”, dice Destin. “Y había muchos testigos, pero nadie quería hablar.”
Destin, funcionario judicial que suele encargarse de recoger evidencia en la escena del crimen, contó decenas de orificios de bala en toda la residencia presidencial. Se quedó pasmado por el caos de esa escena del crimen y los tenues recuerdos de los testigos, que apenas decían haber escuchado los disparos y nada más.
Afuera, la policía detenía frenéticamente a todos los vehículos para dar con los mercenarios colombianos que al parecer habían sido vistos corriendo por las estrechas calles de ese barrio montañoso.
A casi un mes del magnicidio del presidente haitiano de 53 años, Jovenel Moïse, las circunstancias de su muerte siguen siendo tan turbias como el primer día, y no faltan las sospechas y las especulaciones, con más interrogantes que respuestas. Para terminar de complicar las cosas, los investigadores claves, como Destin, están escondidos, dicen recibir amenazas, y temen por sus vidas.
La policía de Haití ha implicado a más de 40 personas en un complot para asesinar al presidente de uno de los países más pobres del mundo, una conspiración con un hilo conductor que va de las ciudades de clase trabajadora en los Andes colombianos hasta los suburbios de Miami.
Sin embargo, de la investigación no ha surgido ni el motivo del asesinato ni su instigador.
En una cárcel cerca del aeropuerto de Puerto Príncipe hay 18 exsoldados presos por su supuesta participación en el complot. Otros tres sospechosos murieron, según la policía, en balaceras que estallaron en las barriadas de las colinas que rodean la capital.
Los detenidos niegan su participación en el hecho, dicen que cumplían con un operativo antidroga y que fueron incriminados. Uno de los sospechosos colombianos detenidos le dijo al abogado de un organismo de derechos humanos que lo visitó en la cárcel que cuando ellos llegaron a la escena el presidente Moïse ya estaba muerto.
La policía también detuvo a un predicador oriundo de Haití pero radicado en Florida, que según dicen intentó declararse a sí mismo “gobernante interino” del país. Los políticos haitianos dicen que jamás han escuchado hablar de él.
También fueron arrestados varios altos oficiales de la policía, incluido el jefe de seguridad de Moïse, y miembros de su personal. Ninguno de ellos ha explicado todavía cómo hicieron los atacantes para ingresar tan alegremente a la residencia presidencial y cometer su crimen.
“La verdad que no confío en ninguna de las líneas de investigación que se han presentado hasta ahora”, dice Georges Fauriol, experto en temas haitianos del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales. “La historia no cierra por ningún lado.”
Los funcionarios haitianos que son cruciales para la investigación ahora están escondidos. Destin, el oficial presente en la escena del crimen, recibe amenazas contra él y su familia desde teléfonos no identificables. Otros tres empleados y funcionarios judiciales dicen haber recibido el mismo tipo de amenazas. Uno de sus colegas, el encargado de entrevistar a los sospechosos, simplemente abandonó su casa junto a su esposa, dejando las luces prendidas pero llevándose las notas manuscritas de sus entrevistas, que todavía no habían sido tipeadas.
En público, la policía haitiana dice que la investigación registra avances.
“Todos los involucrados en el asesinato serán llevados ante la justicia”, dijo el sucesor de Moïse, el presidente interino Ariel Henry, en una entrevista reciente. “Sea quien sea.”
Pero la policía ha difundido poca evidencia contra los acusados y no ha proporcionado un móvil plausible para el crimen, y eso alimenta las dudas sobre la historia oficial del rol que habría tenido el predicador de Florida en el asesinato. La policía también detuvo o indagó a un exsenador haitiano, a dos informantes de la DEA, uno de ellos convicto por tráfico de cocaína, a varios empresarios de Miami y a un excontratista de seguridad de la embajada de Estados Unidos en Puerto Príncipe.
En su último año como presidente, el país gobernado por Moïse había llegado a un punto crítico. Según Naciones Unidas, las pandillas se disputaban el control de la calle y la en la ciudad reinaba el apriete y la extorsión. Los secuestros aumentaban sin freno, y varios destacados abogados, periodistas y activistas de derechos civiles fueron asesinados a tiros.
Moïse había cancelado varios contratos públicos que según sus asesores estaban dejando exangües las arcas del estado haitiano, y eso le ganó nuevos enemigos. En febrero, su gobierno dijo haber frustrado un intento de golpe de Estado. Él y otros políticos fueron acusados de tener contacto con las pandillas, algo que Moïse siempre negó.
En los últimos tiempos, el presidente enfrentaba crecientes presiones para que renunciara o diera paso a elecciones, de parte de los manifestantes, los legisladores de la oposición y organismos internacionales.
El predicador de Florida
Según la policía de Haití, durante ese tiempo se estaba armando un complot en su contra en Puerto Príncipe, Miami y Colombia, del que participaba a un predicador ignoto, un haitiano-estadounidense de Florida, llamado Christian Emmanuel Sanon.
Durante años, el pastor de 63 años, que está detenido por la policía en Puerto Príncipe, se presentó en YouTube y en salas de conferencia como el hombre que tenía un plan para erradicar la pobreza de Haití.
“Necesitamos un nuevo liderazgo que cambie la forma de vida”, decía Sanon en un video de YouTube de 2011. Sus amigos y colegas dicen que alrededor del año 2015 Sanon empezó a decir que Haití necesitaba un gobierno de transición, que eso brindaría seguridad y generaría prosperidad.
A partir de 2020, Sanon sostuvo más de 10 reuniones online con Parnell Duverger, profesor de economía retirado de Broward College de Fort Lauderdale. Juntos, imaginaron un plan de desarrollo económico de 83.000 millones de dólares para Haití elaborado por Duverger, que incluía la construcción de rutas, centrales hidroeléctricas e infraestructura de eliminación de desechos, y que llevaba el título de “Un Plan Marshall para Haití”
En una entrevista, Duverger dijo que en mayo de este año Sanon le mostró el plan a un pequeño grupo reunido en una sala de conferencias de Fort Lauderdale. Según Suverger, allí estaban presentes el emigrante venezolano Antonio Intriago, director de la empresa de seguridad CTU Security, del área de Miami, y Walter Veintemilla, nacido en Ecuador, presidente de Worldwide Capital Lending Group, con sede en Florida.
Supuestos fondos para el complot
Las autoridades haitianas alegan que la empresa CTU contrató a los exsoldados colombianos actualmente detenidos, y que la inversora de Veintemilla financió la operación. Desde entonces, el FBI ha allanado propiedades de ambos en el sur de la Florida, incluido el hogar de Veintemilla en Weston, como parte de la investigación del magnicidio. Los hombres no fueron arrestados.
“Nuestro cliente es inocente y está abocado a limpiar su nombre”, dijo el abogado de Intriago. En un comunicado, Worldwide Capital, la financiera de Veintemilla, dijo que Sanon se acercó a la empresa en busca de fondos para financiar proyectos de infraestructura y que le habían otorgado un crédito de un monto no especificado a CTU para financiar esos emprendimientos. El comunicado agregaba que en ningún momento se discutió ningún tema que implicara el uso de violencia para provocar un cambio de gobierno en Haití.
Duverger dijo que Sanon le había manifestado sus ganas de ser primer ministro de Haití algún día, pero que nunca se habló de un derrocamiento inconstitucional. También dijo que le resultada inimaginable que Sanon fuese la mente maestra detrás del asesinato.
Reclutando exsoldados en Colombia
Mientras tanto, en Colombia, un exsoldado de 40 años llamado Duberney Capador reclutaba veteranos militares de la lucha contra la guerrilla junto a dos de sus viejos compañeros de armas. Contratados por CTU, la empresa de seguridad de Intriago en Miami, Capador usó la plataforma WhatsApp para invitar a los candidatos a conformar un supuesto pelotón de 400 hombres con un contrato a cinco años con una empresa de Estados Unidos para proteger a la élite de un país centroamericano.
Mientras tanto, en Colombia, un exsoldado de 40 años llamado Duberney Capador reclutaba veteranos militares de la lucha contra la guerrilla junto a dos de sus viejos compañeros de armas. Contratados por CTU, la empresa de seguridad de Intriago en Miami, Capador usó la plataforma WhatsApp para invitar a los candidatos a conformar un supuesto pelotón de 400 hombres con un contrato a cinco años con una empresa de Estados Unidos para proteger a la élite de un país centroamericano.
Al menos 24 de esos hombres ingresaron a Haití a principios de junio, cruzando la frontera desde República Dominicana. Del grupo formaban parte al menos dos haitianos que hacían de intérpretes y otras funciones.
El 22 de junio, los llevaron a conocer a Intriago, quien les dijo que su empresa CTU colaboraba desde hacía años con el Departamento de Justicia de Estados Unidos para llevar a los criminales internacionales ante la justicia, según la grabación que hizo uno de los soldados durante ese encuentro. Según Intriago, su empresa ya había realizado cuatro operativos importantes, en países como Irak, Brasil y Perú. Según el audio, Sanon también estaba presente.
Intriago dijo que su empresa iba a terminar con doscientos años de pobreza en Haití, y les mostró fotos de proyectos de energía renovable para el país. Y los contratistas de esos proyectos necesitarían protección y seguridad, y es ahí donde entraban ellos.
Al terminar la reunión, los exsoldados colombianos lanzaron su grito de guerra en señal de aprobación.
El asesinato
La noche del asesinato, un pequeño dron apareció sobrevolando el palacio presidencial, según una vecina de los alrededores, un barrio de las colinas de Puerto Príncipe, donde los ricos conviven con los más pobres.
Después escuchó ruidos y conmoción, y al principio pensó que eran hinchas de futbol que pasaban por la calle, hasta que escuchó los disparos que venían de la residencia de Moïse.
“Pensé que las pandillas finalmente habían llegado a nuestro barrio”, dice la mujer.
Según otros vecinos y la policía de Colombia, que colabora con la investigación, primero llegaron entre cinco y siete exsoldados colombianos armados. A continuación, empezaron los disparos y se escuchó al menos una explosión.
En el interior, a la 1:34 de la madrugada, el presidente Moïse llamó a Jean Laguel Civil, coordinador de la seguridad presidencial, que dice haber saltado de la cama. “Su excelencia, ¿qué pasa?”, dice haberle preguntado Civil.
“¡Envíen refuerzos! ¡Vengan a salvarme!”, gritaba Moïse en el teléfono.
En la calle de grava frente al hogar del presidente ya había un segundo grupo de colombianos. Un haitiano-norteamericano que formaba parte del grupo gritó por megáfono: “¡Manténganse alejados! ¡Esta es una operación de la DEA!”.
Según los videos registrados por los vecinos, el hombre agregó en creole haitiano: “No entren en pánico.”
Al poco tiempo llegó Civil con al menos tres móviles llenos de efectivos policiales. La policía empezó a bloquear las calles para impedir el escape de los atacantes y también envió un pequeño grupo al interior de la residencia para entender el cuadro de situación. Allí descubrieron que la primera dama, Martine Moïse, había sobrevivido al ataque.
Los colombianos quedaron encerrados en los empinados callejones y empezaron a separarse. Fue entonces que se desató la guerra en las calles. Capador, el exsoldado colombiano que había reclutado a sus compatriotas, le mandó un mensaje de texto a su hermana: La misión se había complicado y había llegado “demasiado tarde” para poder cumplirla. Y ahora estaba refugiado en una casa, bajo una lluvia de balas, según su último mensaje.
Cuando la balacera terminó, Capador estaba muerto. Lo encontraron con el pecho desnudo, y más de una docena de heridas de bala.
Traducción de Jaime Arrambide
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