Qué se sabe del soldado norteamericano que se prendió fuego frente a la embajada de Israel en Washington
La policía de Washington confirmó que el hombre fue declarado muerto en un hospital el domingo por la noche y lo identificó como Aaron Bushnell, de 25 años, de San Antonio
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The Washington Post
WASHINGTON.- Menos de dos semanas antes de que Aaron Bushnell caminara hacia las puertas de la embajada de Israel el domingo, él y un amigo hablaron por teléfono sobre sus identidades compartidas como anarquistas y qué tipo de riesgos y sacrificios se necesitaban para ser efectivos.
Bushnell, de 25 años, no mencionó nada violento ni abnegado, dijo el amigo.
Luego, el domingo, Bushnell le envió un mensaje de texto a ese amigo, que describió el intercambio bajo condición de anonimato para proteger su seguridad.
“Espero que lo entiendas. Te amo”, escribió Bushnell en un mensaje revisado por The Washington Post. “Esto ni siquiera tiene sentido, pero siento que te voy a extrañar”.
Le envió a su amigo una copia de su testamento el domingo. En él, le regalaba su gato a su vecino y una heladera llena de cervezas a su amigo.
Doce minutos más tarde, Bushnell, que era un aviador de alto rango de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, se roció con un líquido y se prendió fuego. Había publicado un vídeo en Internet en el que decía que no quería ser “cómplice de genocidio”. Gritó “Palestina libre” mientras quemaba.
Agentes del Servicio Secreto extinguieron el incendio. Bushnell murió siete horas después en un hospital. Su protesta suicida le valió instantáneamente elogios entre algunos activistas pacifistas y pro palestinos, mientras que otros dijeron que estaban devastados por el hecho de que tomara una acción tan extrema. Pero cómo un joven al que le gustaba El Señor de los Anillos y el karaoke se convirtió en el hombre en llamas con un uniforme militar de camuflaje sigue siendo un misterio, incluso entre algunos de sus amigos más cercanos.
Bushnell fue criado en un complejo religioso en Orleans, Massachusetts, en Cape Cod, según Susan Wilkins, de 59 años, quien dijo que fue miembro del grupo desde 1970 hasta 2005 y que conocía a Bushnell y su familia.
El relato de Wilkins es consistente con el de muchos otros que dijeron que Bushnell les había contado sobre su infancia en el grupo religioso o que habían oído hablar de su afiliación a través de miembros de su familia.
El grupo, llamado Comunidad de Jesús, ha enfrentado acusaciones de comportamiento inapropiado, que ha cuestionado públicamente. En una demanda contra una escuela de Ontario, donde muchos funcionarios supuestamente eran miembros del grupo religioso con sede en Estados Unidos, exalumnos llamaron a la Comunidad de Jesús una “secta carismática” y alegaron que “creaba un ambiente de control, intimidación y humillación” que fomentó e infligió “daños duraderos a sus estudiantes”. La escuela, ahora desaparecida, cuestionó las acusaciones. El año pasado, un tribunal de apelaciones de Canadá concedió 10,8 millones de dólares canadienses a los antiguos alumnos, que asistieron a la escuela de Ontario entre 1973 y 1997.
Varias personas que dijeron ser ex miembros de la Comunidad de Jesús describieron sus años después de abandonar el complejo como particularmente desafiantes. Dijeron que los ex miembros, poco después de dejar el grupo, a menudo anhelan un sentido de pertenencia.
“Muchos de los que salimos estamos muy interesados en la justicia social, tratando de defender a aquellos que no pueden o no pueden defenderse, porque eso es por lo que pasamos”, dijo Bonnie Zampino, de 54 años, quien dijo que fue una Miembro del grupo durante tres años en la década de 1980.
Wilkins también aseguró que es común que los miembros de la Comunidad de Jesús se unan al ejército, y describió la transición como pasar de “un grupo de alto control a otro grupo de alto control”.
La Fuerza Aérea informó en un comunicado el lunes por la noche que la muerte de Bushnell está siendo investigada por funcionarios militares, una práctica común después de la muerte de un miembro del servicio. Era especialista en operaciones de ciberdefensa en el 531.º Escuadrón de Apoyo de Inteligencia en la Base Conjunta San Antonio-Lackland en Texas, y había estado en la Fuerza Aérea desde mayo de 2020, dijo el servicio.
Lupe Barboza, de 32 años, mencionó que conoció a Bushnell en San Antonio en 2022 en un evento de una organización socialista. Dijo que se unieron por su política y comenzaron a trabajar juntos para entregar ropa y alimentos a personas sin hogar.
“Estaba indignado y sabía que nadie que esté a cargo escucha a los manifestantes todas las semanas”, dijo Barboza. “Él sabía que tenía privilegios como hombre blanco y miembro del ejército”.
Otros amigos de San Antonio dijeron que habían hablado con Bushnell sobre los palestinos y su disgusto compartido por el papel de Estados Unidos en la guerra entre Israel y Gaza, pero no les había expresado ninguna indicación de lo que sucedería en Washington el domingo.
También dijeron que se mudó a Ohio a principios de este año para un curso para miembros del servicio en transición fuera del ejército. Uno de sus amigos, Levi Pierpont, de 23 años, se reunió con él para almorzar en Ohio en enero. Los dos hablaron sobre su participación en el ejército y lo que esperaban hacer después de dejar la fuerza. Se conocieron en un entrenamiento básico en mayo de 2020, cuando ambos todavía estaban entusiasmados con unirse al ejército y cómo podría ayudarlos a experimentar más el mundo, dijo Pierpont.
Pierpont dijo que con el tiempo se fue desilusionando del ejército (preocupado por lo que consideraba actitudes frívolas hacia la violencia dentro de la fuerza) y dijo que se fue como objetor de conciencia. Para 2024, Bushnell se había vuelto más abierto acerca de sus objeciones al ejército, dijo Pierpont. A raíz del asesinato de George Floyd a manos de la policía en Minneapolis en 2020, Bushnell le dijo a Pierpont que había comenzado a investigar la historia de Estados Unidos y quería adoptar una postura contra toda violencia sancionada por el Estado.
Bushnell había considerado dejar el ejército antes de tiempo, dijo Pierpont, pero había decidido que estaba lo suficientemente cerca del final de su servicio requerido y que podía aguantar. Estaba previsto que Bushnell dejara el ejército en mayo, dijo Pierpont.
En el almuerzo de enero, Bushnell le dijo a Pierpont que planeaba encontrar un trabajo que le permitiera ganar suficiente dinero para mantenerse y al mismo tiempo participar en activismo político. Pierpont puntualizó que animó a su amigo a ir a la universidad y obtener un título en algo relacionado con sus creencias.
Las autoinmolaciones son raras, pero algunas están relacionadas con protestas contra la guerra, quizás la más famosa fue la de un monje budista, Thich Quang Duc, que se prendió fuego en Saigón durante la guerra de Vietnam. Un cuáquero estadounidense se autoinmoló en 1965 en el Pentágono. En diciembre, una mujer se autoinmoló frente al consulado de Israel en Atlanta. Llevaba consigo una bandera palestina, dijeron las autoridades en ese momento.
Los miembros del servicio estadounidense tienen prohibido realizar actos de protesta política, según la política de larga data del Pentágono de permanecer no partidista mientras los líderes civiles supervisan las decisiones políticas. Si bien nadie más en uniforme se ha pronunciado contra la guerra en Gaza tan estridentemente como Bushnell, algunos miembros del servicio tienen dudas al respecto y frustración porque los críticos de la guerra culpan al apoyo militar estadounidense por las acciones militares israelíes.
Desde que comenzó la guerra entre Israel y Hamas en octubre, al menos 29.782 personas han muerto en la Franja de Gaza, según el Ministerio de Salud de Gaza. Israel estima que unas 1200 personas murieron en el ataque de Hamas del 7 de octubre, que 240 soldados han muerto desde el inicio de su operación militar en Gaza y que más de 240 personas fueron tomadas como rehenes durante el ataque del grupo terrorista. Más de 100 fueron liberados a cambio de más de 200 palestinos detenidos durante una pausa en los combates en noviembre. Las autoridades israelíes creen que más de 100 rehenes permanecen en Gaza.
Por Emily Davies, Peter Hermann, Dan Lamothe
The Washington Post
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