La salud de la reina Isabel II: por qué la internaron
Los medios británicos y corresponsales reales reclaman mayor claridad de información por parte del Palacio de Buckingham
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LONDRES.- La internación de la reina Isabel II durante la noche del miércoles suscitó dudas sobre el estado de salud de la monarca, ante todo, por el secretismo que se guarda en el Palacio de Buckingham respecto de los motivos que llevaron a someterla a estudios aquella noche. Este viernes, la reina descansará y dispondrá de una cronograma de pocas actividades.
¿Agotada por la apretadísima diaria que cumple, a rajatabla, a sus 95 años, o aquejada por una dolencia grave? En un breve comunicado emitido después de que el diario The Sun filtrara la noticia, el palacio real anunció el jueves por la noche que la monarca más longeva de la historia había sido ingresada en un hospital para realizarse exámenes médicos y no regresó al castillo de Windsor, al oeste de Londres, hasta el día siguiente.
Los asistentes no dieron detalles sobre lo que había provocado la atención médica. Se limitaron a decir, ayer a última hora, que “siguiendo el consejo médico de descansar unos días, la reina acudió al hospital el miércoles por la tarde para realizar algunas investigaciones preliminares, regresó al castillo de Windsor a la hora del almuerzo y permanece de buen humor”.
Una fuente real agregó que la reina se había quedado en el hospital King Edward VII, en el centro de Londres, por razones prácticas, y que este viernes descansa y realiza tareas oficiales ligeras.
El asunto provocó una mezcla de indignación, dudas y preocupación después de que, pese a su avanzada edad, la reina realizara una quincena de actos oficiales en las dos semanas desde su regreso de vacaciones en Escocia, en ocasiones hasta tres en un día.
”Fuentes reales habían querido darnos la impresión de que simplemente se había excedido, pero puede que ahora les cueste más convencer a la opinión pública”, señaló Richard Palmer, corresponsal real del diario Daily Express, subrayando que la expresión “buen estado de ánimo” es un “cliché de palacio”.
Falta de información
La casa real anunció el miércoles que la monarca había “aceptado a regañadientes el consejo médico de guardar reposo durante los próximos días”, cancelando un viaje a Irlanda del Norte en el centenario de la creación de esa región británica.
El corresponsal real de la BBC Nicholas Witchell denunció que “los responsables del Palacio de Buckingham no dieron una imagen completa y razonable de lo que ocurría” y lamentó haber hecho creer a sus espectadores que la jefa de Estado, y una de las personalidades más populares del mundo, se encontraba descansando en su residencia cuando en realidad era trasladada a un hospital.
Tildando de “problema” la “ausencia de buena información fiable”, porque hace que “los rumores y la desinformación proliferen”, se preguntó si “podemos confiar en lo que el palacio nos dice ahora”.
Quienes conocen a Isabel II, como Robert Hardman, que ha realizado varios documentales sobre ella, afirman que la reina “odia que la gente le preste demasiada atención en general, pero sobre todo en lo relacionado con su salud”.
También, Hardman afirma que en la familia real “buscan mantener una cierta dignidad del cargo y sé que uno de los motivos por los que ayer no se dijo nada sobre el viaje al hospital fue para evitar un alud de cámaras de televisión a las puertas” del centro de salud.
Actos y versiones
La agencia de noticias británica PA había asegurado el miércoles que el consejo médico de “guardar reposo” no estaba relacionado con el coronavirus, ante el cual la reina fue vacunada meses atrás.
A pesar de su edad, de la muerte de su marido, el príncipe Felipe de Edimburgo, en abril, y de la pandemia por Covid-19, la monarca ha seguido asistiendo incansablemente en los últimos meses a actos públicos mientras se prepara para festejar sus 70 años en el trono en 2022.
Y tiene previsto participar junto a su hijo Carlos, de 72 años, y su nieto Guillermo, de 39, primero y segundo en la línea sucesoria, en la COP26, la gran conferencia de la ONU sobre el cambio climático que comienza a principios de noviembre en la ciudad escocesa de Glasgow.
En junio, también asistió a la cumbre del G-7 celebrada en el suroeste de Inglaterra y recibió en Windsor al presidente estadounidense Joe Biden.
Por primera vez desde 2004, la semana pasada se la vio caminando en público con un bastón.
Pero el martes apareció sin él junto al primer ministro Boris Johnson, en una recepción a las decenas de líderes empresariales reunidos en Londres para la Cumbre de Inversión Global, entre los que se encontraba el fundador de Microsoft, Bill Gates. Aparentemente en plena forma, muy sonriente y sin mascarilla, la reina Isabel II estrechó la mano de todos ellos y habló de pie con los invitados.
Respeto generalizado y buena salud
Además de Reino Unido, Isabel II representa a otros 15 reinos, incluidos Australia, Canadá y Nueva Zelanda. Accedió al poder en febrero de 1952 y, desde entonces, ha simbolizado la estabilidad para distintas generaciones de británicos, construyendo la popularidad de la monarquía a pesar de los cambios políticos, sociales y culturales sísmicos que amenazaban con convertirla en un anacronismo.
Su dedicación y ausencia de quejas al deber, incluso en la vejez, le ha ganado el respeto generalizado en Reino Unido y en el extranjero, incluso entre los republicanos, que están ansiosos por la abolición de la monarquía.
La monarca es conocida por su robusta salud. Se cree que la última vez que había pasado una noche en el hospital antes de la del miércoles había sido en 2013, cuando sufrió síntomas de gastroenteritis.
Además, en 2018 se sometió a una cirugía exitosa para tratar una catarata en el ojo y a otra operación, de rodilla, en 2003.
En los últimos dos años, la reina no solo perdió a su esposo, a quien describió como su “fuerza y permanencia”, sino que su segundo hijo, el príncipe Andrés, renunció a sus deberes reales por sus vínculos con el financiero estadounidense Jeffrey Epstein, involucrado en tráfico sexual y de menores, quien se suicidó en una cárcel de Manhattan en 2019.
Por último, su nieto, el príncipe Harry, y su esposa estadounidense, Meghan Markle, también se alejaron de los deberes reales para mudarse a Los Ángeles, desde donde lanzaron críticas al Palacio de Buckingham.
Agencias AFP y Reuters
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