Qué hay detrás de la escalada en Israel: claves para entender el conflicto armado
Se trata de la peor escalada de violencia de los últimos años entre palestinos e israelíes; el altercado comenzó el mes pasado cuando Israel prohibió que los musulmanes se reunieran para celebrar el Ramadán
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JERUSALÉN.- La escalada entre Israel y Hamas llega después de semanas de enfrentamientos diarios entre manifestantes palestinos y la policía israelí, dentro y fuera del casco histórico de la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde se concentran los sitios más sagrados del judaísmo, el cristianismo y el islam, además de ser epicentro emocional de todos los conflictos de Medio Oriente.
Jerusalén es escenario de violentos enfrentamientos entre judíos y árabes desde hace 100 años, y sigue siendo una de las ciudades más ferozmente disputadas del mundo. Esta nueva ola de violencia arrancó hace un mes tras la decisión de Israel de impedir algunas reuniones de palestinos por el inicio del mes sagrado de los musulmanes, el Ramadán, que ya de por sí es una época del año de susceptibilidad religiosa a flor de piel.
Luego Israel flexibilizó esa restricción, pero ya era tarde y la chispa había iniciado un conflicto, que Israel terminó de fogonear con su plan para desalojar a decenas de palestinos de un barrio de Jerusalén Este.
El lunes, el eco de las granadas aturdidoras retumbaba en el sagrado Monte del Templo, y cientos de palestinos resultaron heridos en enfrentamientos entre manifestantes que lanzaban piedras y policías que disparaban balas de goma y gases lacrimógenos. También hubo agentes policiales heridos.
Hamas respondió lanzando una serie de cohetes hacia la ciudad la noche del lunes, un ataque en venganza por “crímenes y agresiones”, lo que desencadenó los actuales combates.
Israel asegura que los combatientes han lanzado unos 1600 cohetes en apenas tres días, lo que equivale a casi la tercera parte de los que se dispararon durante toda la guerra de 2014.
En tanto, voceros militares israelíes dijeron que la aviación bombardeó Gaza más de 600 veces desde el lunes, impactando más de 350 objetivos.
Doble frente
El conflicto se desarrolla en un doble frente. Mientras se producen los ataques aéreos, la disputa se trasladó a las calles de los barrios mixtos de Israel, donde conviven judíos con minorías árabes que forman parte del 21% de la población. Árabes israelíes e israelíes judíos recorrieron las principales ciudades atacándose entre sí e incendiando propiedades y autos ante la ira mutua que fomentó el conflicto.
Al menos 374 personas fueron detenidas por los violentos choques y la policía informó que tanto israelíes como árabes resultaron heridos, al igual que 36 efectivos de las fuerzas.
El último balance del Ministerio de Salud de Gaza elevó a 83 el número de personas fallecidas, entre ellos 17 niños, y a 478 la de heridos tras cuatro días de ataques aéreos israelíes. Israel registró 7 muertes, entre ellos un niño de 6 años y un soldado que fue alcanzado por un misil antitanque.
El ejército israelí se prepara para un ofensiva terrestre. Aunque el plan de acción todavía no fue aprobado por las cúpulas militares, un despliegue masivo de fuerzas militares se dispersó por la frontera con Gaza. Las autoridades reclutaron a 7000 reservistas para la operación.
A pesar de los continuos llamados de desescalada por parte de la ONU y otros países como Egipto y Estados Unidos, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, rechazó el pedido de cese al fuego que propuso Hamas a través del Ministerio de Exteriores ruso.
Estas son algunas razones que explican por qué Jerusalén siempre parece a punto de estallar y las causas de esta nueva ola de violencia.
Capital de dos pueblos
Para los israelíes, Jerusalén es su capital “unificada y eterna”. Israel ocupó Jerusalén Este, que incluye la Ciudad Vieja, durante la así llamada Guerra de los Seis Días, en junio de 1967, junto con Cisjordania y la Franja de Gaza. Los palestinos querían esos territorios para su futuro Estado, cuya eventual capital sería precisamente Jerusalén Este. Pero Israel se anexó el sector este de la ciudad, una medida que no cuenta con reconocimiento de la comunidad internacional.
El destino final de Jerusalén Este ha sido uno de los puntos más espinosos y peliagudos del proceso de paz, que quedó en punto muerto hace más de una década.
El lunes, los israelíes se preparaban para celebrar el Día de Jerusalén, un feriado nacional que recuerda la anexión. En los últimos años, en esa fecha hay miles de israelíes —mayormente nacionalistas religiosos— que marchan por la Ciudad Vieja y atraviesan el densamente poblado Barrio Musulmán, un despliegue que muchos palestinos consideran como una provocación. En los últimos días, también hubo grupos de israelíes ultranacionalistas que organizaron marchas y actos en Jerusalén Este, donde se desataron esporádicos altercados de violencia con los palestinos.
El Monte del Templo
Los enfrentamientos del lunes tuvieron lugar adentro y en los alrededores de la Mezquita de Al-Aqsa, en la Ciudad Vieja. La mezquita es el tercer lugar más sagrado del islam y descansa sobre una enorme explanada que también alberga la dorada e icónica Cúpula de la Roca. Los musulmanes se refieren a ese complejo de edificaciones como el Noble Santuario.
La explanada amurallada es también el lugar más sagrado de los judíos, que se refieren a la misma como Monte del Templo, porque allí se encontraban los templos bíblicos. En el año 70 d.C., los romanos destruyeron el Segundo Templo, del que solo queda un vestigio, el Muro Occidental, más conocido como Muro de los Lamentos. Las mezquitas fueron construidas siglos más tarde.
La vecina Jordania funge de custodia del sitio, que es operado por una fundación islámica conocida como Waqf. El sitio está abierto a los turistas en determinados momentos, pero en el lugar solo pueden rezar los musulmanes. El Muro Occidental es el sitio de oración más sagrado del judaísmo.
En los últimos años, grupos cada vez más numerosos de judíos religiosos y nacionalistas han visitado el complejo escoltados por la policía, y también han rezado, en abierto desafío a las reglas establecidas después de 1967 por de Israel, Jordania y las autoridades religiosas musulmanas. Los palestinos ven las frecuentes visitas y los intentos de rezar de los judíos como una provocación, y suelen producirse choques o incluso graves hechos de violencia.
Algunos israelíes dicen que el sitio debería estar abierto a todos los fieles. Los palestinos se niegan, temiendo que tardeo o temprano Israel se apodere del sitio o lo fraccione. Los funcionarios israelíes aseguran no tener intención de modificar el status quo del lugar.
Políticas discriminatorias
Los judíos nacidos en Jerusalén Este son ciudadanos israelíes, mientras que a los palestinos de Jerusalén Este se les concede una forma de residencia permanente que puede ser revocada si se ausentan de la ciudad durante mucho tiempo. Pueden solicitar la ciudadanía, pero es un proceso largo e incierto y la mayoría elige no hacerlo porque no reconocen el control israelí.
En Jerusalén Este, Israel ha construido asentamientos judíos donde viven unas 220.000 personas. También ha limitado fuertemente el crecimiento de los barrios palestinos, generando hacinamiento y construcciones ilegales de miles de viviendas que corren el riesgo de ser demolidas.
En sus informes recientes, el grupo de derechos israelí de derechos humanos B’Tselem y la organización Human Rights Watch mencionan las políticas discriminatorias en Jerusalén Este y culpan a Israel del crimen de apartheid. Israel rechaza esas acusaciones y dice que los habitantes de Jerusalén reciben el mismo trato.
Amenaza de desalojo
Las recientes escaramuzas nocturnas empezaron al principio del Ramadán, cuando la policía israelí colocó vallas frente a la Puerta de Damasco de la Ciudad Vieja, un popular lugar de reunión después de las oraciones vespertinas durante el mes sagrado del islam, durante el cual los musulmanes ayunan desde el amanecer hasta el anochecer. Más tarde las barreras fueron retiradas, pero a partir de ese momento las protestas se intensificaron por la amenaza de desalojo de decenas de familias palestinas del barrio de Sheikh Jarrah, en Jerusalén Este.
Las familias de ese barrio están librando en una larga batalla legal con los colonos judíos que buscan adquirir propiedades en los abarrotados barrios palestinos que hay justo afuera de la Ciudad Vieja. El gobierno de Israel dice que se trata de una disputa inmobiliaria entre privados, pero la difícil situación de esas familias ya ha captado la atención internacional.
Un malestar generalizado
Los enfrentamientos en Jerusalén, y sobre todo lo que ocurre en la explanada de las mezquitas, suele repercutir en toda la región. El grupo militante palestino Hamas, que gobierna Gaza, ya reclama una nueva intifada, como el levantamiento que se desencadenó por la visita de Ariel Sharon a Al-Aqsa en 2000. Los militantes de Gaza han disparado cohetes y globos con artefactos incendiarios en apoyo a los manifestantes, y la frágil tregua con Israel empieza a resquebrajarse.
En la ocupada Cisjordania y en las comunidades árabes dentro de Israel también se han producido protestas. Y a esas tensiones se sumó una serie de enfrentamientos con víctimas fatales en Cisjordania la semana pasada.
Jordania y otras naciones árabes que mantienen vínculos amistosos con Israel han salido a condenar la represión de las protestas, mientras que Irán, el archienemigo de Israel, ha alentado los ataques palestinos. Estados Unidos y la Unión Europea han condenado la violencia y expresado su preocupación por el desalojo de los palestinos.
Traducción de Jaime Arrambide
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