Qué hay detrás de las amenazas nucleares de Putin a Occidente justo antes del recuerdo del Día D
Los expertos señalan que Moscú parece multiplicar las advertencias de extensión del conflicto de Ucrania a otros horizontes, aunque por ahora con poco sustento
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PARÍS.– Una vez más, Vladimir Putin amenazó esta semana a Occidente. En una inusual entrevista con varias agencias de prensa extranjeras en San Petersburgo, en vísperas de las celebraciones del Desembarco de 1944 en Normandía que contaron con la presencia del ucraniano Volodimir Zelensky, donde su país no estuvo invitado, el jefe del Kremlin se declaró dispuesto a entregar armas a terceros países capaces de atacar “instalaciones sensibles” occidentales, si los aliados autorizan a Ucrania a golpear blancos sensibles en Rusia con sus misiles de largo alcance. Unas amenazas que, según los expertos occidentales, tienen “una importancia muy relativa”.
¿Ojo por ojo, misil por misil? Indignado por la autorización recibida por Kiev de utilizar los misiles occidentales para golpear las bases en territorio ruso desde donde parten los ataques contra su país, el autócrata del Kremlin presentó sus amenazas como una respuesta legítima.
“Si alguien considera posible entregar esas armas en la zona de combate para atacar nuestro territorio…, ¿por qué nosotros no tendríamos el derecho de dar armas del mismo tipo a regiones del mundo donde serían golpeadas instalaciones sensibles en países que actúan contra Rusia?”, dijo Putin.
Al mismo tiempo, responsables estadounidenses afirmaron que Rusia se preparaba a realizar maniobras navales… en el Caribe, durante el verano boreal. Maniobras militares que serían coordinadas con Cuba y Venezuela, dos países de América Latina que, desde 2022, apoyan sin equívoco la guerra lanzada por Moscú contra Ucrania.
En otras palabras, Moscú parece “multiplicar las amenazas de extensión del conflicto de Ucrania a otros horizontes, y hace planear el riesgo de proliferación de armas en manos de enemigos de Washington”, resumió Jeff Hawn, especialista de Rusia en la London School of Economics.
Pero, como siempre, la retórica de Putin “sigue siendo extremadamente vaga en cuanto a los detalles de esas amenazas”, asegura, por su parte, el general Dominique Trinquant, ex jefe misión militar francesa en la ONU, para quien, a pesar de sus reiteradas amenazas de apocalipsis, “la única guerra nuclear que ha lanzado Putin hasta ahora ha sido en las redes sociales”.
¿Y cuáles son los países concernidos? ¿De qué armas se trataría? En realidad, Putin no dio detalles a propósito. Su primer objetivo sigue siendo “infundir miedo a los dirigentes occidentales y alimentar los discursos de aquellos que quieren dejar de apoyar a Ucrania militarmente”, señala Hawn. Permaneciendo en la vaguedad, el jefe del Kremlin permite a cada uno interpretar sus amenazas en función de sus propios miedos, sobre todo de los temores de las opiniones públicas occidentales.
Por otra parte, también son limitadas las opciones que tiene Rusia en cuanto a los países que eventualmente recibirían esas armas. Las amenazas de Putin “podrían significar que Moscú está dispuesto a enviar más armas a Bielorrusia -principal aliado ruso en Europa- o a ciertos países africanos, que se han vuelto recientemente contra Europa o Estados Unidos”, analiza Patrick Martin-Genier, especialista de Relaciones Internacionales, que recuerda que Sergei Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores ruso, acaba de concluir una gira africana que lo llevó a Burkina Faso y, por primera vez, a Chad. Esas visitas podrían prefigurar una cooperación militar más estrecha.
“Lo más probable es que asistamos a un aumento del envío de armas a los países de África central”, asegura Martin-Genier. Rusia y la República Democrática del Congo también firmaron en marzo un acuerdo de cooperación militar con Moscú. Pero la mayoría de los expertos señalan que no es en esa zona donde se encuentran los sitios estratégicos de los países occidentales. A lo sumo, en un contexto regional inestable, el flujo de nuevas armas rusas podría ser un elemento desestabilizador suplementario.
Irán y Corea del Norte son otros países a los cuales Rusia podría enviar más material militar. Pero es mucho menos seguro que Rusia pueda, impunemente, enviar armas a sus aliados en América Latina, como Venezuela y Cuba.
Para comenzar, sería necesario que todos esos países aceptaran atacar intereses estratégicos occidentales. Y nada es menos seguro.
Belarús representa, en ese sentido, un caso de escuela “de aliado” poco deseoso de aventurarse demasiado lejos en el camino de la guerra contra Occidente.
“El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, no deja pasar una ocasión de apoyar a Rusia con sus palabras. Pero, cuando se trata de actos, siempre intenta no dejarse aspirar en la guerra ucraniana”, afirma Hawn. Por su parte, Venezuela y Cuba reconocen que Estados Unidos es, de lejos, la potencia dominante en la región”, agrega.
Sin olvidar que Rusia puede difícilmente “inundar” el mundo con armas para exportar su guerra de Ucrania hacia otros horizontes: “Sí, tienen reservas de misiles balísticos, drones o, simplemente, municiones militares”, reconoce el general Trinquant. Pero “teniendo en cuenta sus necesidades propias para golpear en Ucrania, seguramente no enviará sus ‘buenas’ armas a otros países”, analiza.
En consecuencia, el riesgo es “muy débil para que eventuales envíos de armas rusas puedan representar un peligro importante para los intereses estratégicos norteamericanos u occidentales”, afirma a su vez el general Nicolas Richou, excomandante de la 7ª brigada blindada, agregado defensa en Berlín, historiador. “Sobre todo porque esos sitios están extremadamente bien protegidos contra las armas más modernas”, agrega.
Las amenazas rusas de aplicar su visión de la Ley del Talión serían, en resumen, “esencialmente sin sentido”, asegura Richou.
“Es ante todo una operación de comunicación del Kremlin”, precisa. A su juicio, después de las declaraciones europeas y norteamericanas autorizando a Kiev la utilización de armas occidentales para golpear blancos en territorio ruso, y ante la humillación de no haber sido invitado a la conmemoración del 80° aniversario del Desembarco, Putin se sintió obligado a reaccionar.
“Es como un reflejo condicionado. No ha dejado de hacerlo desde que lanzó su guerra ilegal contra Ucrania”, concluye.
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