Qué esperan las potencias globales de la batalla entre Joe Biden y Donald Trump
PARÍS.– Desde que comenzó el llamado "siglo americano", la elección presidencial en Estados Unidos constituye el principal acontecimiento planetario por su capacidad de transformar por completo los equilibrios económicos y geopolíticos. Como prueba, baste pensar en el desorden que introdujo la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, en 2016. Cuatro años después, la perspectiva de que permanezca en el poder representa una pesadilla para algunos países.
"Durante cuatro años, su brutal concepción de la diplomacia desestabilizó las tradicionales alianzas de su país, mientras que sus políticas internas de extrema derecha y sus guerras comerciales con el exterior han hecho temer a muchos por el futuro del orden liberal mundial", analiza Thierry de Montbrial, director del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).
Por esa razón, sin embargo, numerosos de sus supuestos adversarios, como China o Rusia, perciben su reelección como una gran oportunidad para avanzar hacia un reordenamiento de los equilibrios geopolíticos y una aceleración del ocaso norteamericano en la escena internacional.
No obstante, pocos son los que creen que su adversario, el demócrataJoe Biden, que prometió restaurar el brillo opacado de la gran potencia occidental, logrará hacer volver a Estados Unidos a la época de su incuestionada supremacía.
Relación con China
Para los dirigentes chinos, en apariencia no importa quién gane o quién pierda esta elección: lo importante es que el cuerpo político de Estados Unidos está enfermo y que su poderío y prestigio internacional están desapareciendo de la escena mundial. Esa implacable decadencia –están seguros– deben agradecerla a Donald Trump, a pesar de que su implacable guerra comercial contra la gran potencia asiática significó un total de 362.000 millones de dólares en mercancías sometidas a tarifas aduaneras punitivas. Incluso sin contar con que, a la presión económica, la administración norteamericana agregó este año una andanada de sanciones políticas contra las violaciones a los derechos humanos chinas.
Si bien los servicios de inteligencia norteamericanos creen que la imprevisibilidad de Trump y sus violentas diatribas contra el Partido Comunista Chino han llevado a los líderes de Pekín a desear su derrota, muchos son los especialistas que piensan lo contrario.
"Si tengo que responder qué le conviene a China, diré sin dudar: Trump antes que Biden", afirma el profesor Yan Xuetong, director del Instituto de Relaciones Internacionales de la universidad Tsinghua de Pekín. "No porque Trump vaya a provocar menos daños a los intereses de China, sino porque dañará mucho más los intereses de Estados Unidos que Joe Biden", resume.
Para Pekín, Biden también está mucho mejor ubicado que el aislacionista Trump para reparar los puentes con las aliadas democracias y construir coaliciones para presionar a China en el terreno de los derechos humanos.
Actitud complaciente con Rusia
Durante los últimos cinco años, el espectro de Rusia sobrevoló la política de Estados Unidos, abriendo interrogantes sobre la supuesta influencia del Kremlin en la sorpresiva victoria de Trump en 2016. De la interminable campaña de acusaciones y desmentidas que ensombrecieron este primer término, una cosa al menos se segura: Moscú consiguió sembrar el caos en la política interna de Estados Unidos y evitar, al mismo tiempo, el endurecimiento de sanciones cada vez que rompió las reglas de juego geopolíticas en el planeta.
"Vladimir Putin aprovechó estos años la actitud complaciente de Trump, que nunca dio crédito a las alegaciones de interferencia rusa, a pesar de lo que afirman sus propios servicios de inteligencia", analiza Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estartégicas (IRIS), subrayando la aparente seducción que ejercen sobre él déspotas y autócratas.
Biden, que por su parte califica a Rusia de "adversario de Estados Unidos", advirtió durante la campaña que Moscú "deberá pagar el precio" si continúa sus injerencias en la política norteamericana.
En los últimos días, el rublo ruso se desmoronó a medida que los sondeos confirmaron la posible victoria del candidato demócrata.
"La divisa rusa cae ante el temor de que un cambio de administración en Washington abra la puerta a nuevas sanciones y un viento gélido vuelva a soplar sobre las relaciones ruso-norteamericanas", explica Boniface.
Europa
No hace falta preguntarse quién es el candidato preferido de esta elección para el primer ministro británico, Boris Johnson, que lanzó su carrera política apostando contra la Unión Europea (UE) y ganó. Trump es un autoproclamado Mister Brexit, que compara su inesperada victoria en 2016 con el tsunami electoral que depositó a Johnson en el 10 de Downing Street.
En el resto de Europa, por el contrario, Joe Biden es el candidato preferido por márgenes colosales, excepto en aquellos países gobernados por autócratas o ultranacionalistas. En cierto modo, esto refleja un profundo deseo de seriedad y equilibrio después de cuatro años de volatilidad trumpiana.
Medio Oriente
Para la mayoría de aquellos que viven situaciones críticas en Medio Oriente, dará igual quien gane las próximas elecciones en Estados Unidos. Tanto la administración Trump como en la que Biden participó como vicepresidente de Barack Obama, hallaron una región sumergida en profundos conflictos y ambas buscaron la forma de escapar.
Pero Trump y Biden representan dos futuros muy diferentes para algunas elites de la región, especialmente para los gobiernos en Israel y en las ricas monarquías petroleras del Golfo. Todas ellas prefieren mil veces a Donald Trump, quien desmanteló todos los logros obtenidos por su antecesor, retirando a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, reimponiéndole sanciones y optando por una política de "máxima presión" sobre el régimen de Teherán. Trump también favoreció una nueva visión del conflicto israelo-palestino, totalmente acorde con los intereses de la derecha israelí, ante el silencio ensordecedor de las petro-monarquías de la región.
Los vecinos
Estos cuatro años no fueron fáciles para ser vecino de Estados Unidos. Trump inició su campaña de 2015 lanzando un feroz ataque contra México, calificando a sus emigrantes de "violadores"y exigiendo que ese país pagara el muro para proteger las fronteras del sur de Estados Unidos. En 2018 concentró sus ataques contra Canadá, denunciando su política comercial y aplicando nuevas tarifas aduaneras para sus exportaciones. En esa pulseada, calificó al primer ministro Justin Trudeau de "deshonesto" y "débil" y forzó a ambos vecinos a firmar un nuevo tratado de libre-comercio.
Andrés Manuel López Obrador viajó en julio a la Casa Blanca en su primera salida internacional para festejar la firma del nuevo acuerdo. Justin Trudeau evitó el desplazamiento. Pero diferentes gestos no quieren decir distintas preferencias, solo diferencias culturales. Si bien es fácil adivinar quién es el candidato preferido para Canadá, nada permite afirmar cuál es el deseo íntimo de México.
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