La actividad económica creció al doble del ritmo de la región en lo que va de este siglo; tiene el porcentaje impositivo más bajo de todo América latina para el IVA, la renta persona y la renta empresaria
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En Paraguay existe una regla muy simple sobre los impuestos: 10-10-10.
Esta fórmula refiere a que los tres tributos más relevantes -impuesto al valor agregado (IVA), a la renta personal y a la renta empresarial- tienen la misma tasa: 10%.
Ese porcentaje es el más bajo de toda América Latina para los tres gravámenes, exceptuando el IVA en Panamá.
Esta característica, que se ha transformado en una política de Estado, es señalada por los gobernantes del país sudamericano como una de las fortalezas para desarrollar su economía y recibir inversiones que podrían ir a los demás países de la región.
“El atractivo régimen 10-10-10 de Paraguay (...) ha captado igualmente la atención de los inversores internacionales y constituye uno de los principales pilares del atractivo entorno empresarial del país”, dijo el gobierno en una nota publicada por la Organización Mundial del Turismo a comienzos de este año.
El presidente Santiago Peña, que asumió el cargo a mediados de agosto, recalcó en la campaña electoral que los impuestos no se modificarían.
“No vamos a subir los impuestos a los emprendedores, ni a las empresas, ni a nadie, porque los emprendimientos generan un gran impacto donde se instalan. Traen empleos directos, seguridad social y un sinnúmero de beneficios a la zona como un mayor movimiento comercial, programas de responsabilidad social empresarial y mucho más”, dijo en un video publicado en sus redes sociales.
“Ellos son clave para el desarrollo de todos los rincones de Paraguay” y “son los que aportan con sus impuestos para que el Estado pueda desarrollar el país con obras y programas para las personas”, agregó.
“Si a ellos les va bien, nos va bien a todos”, resumió el ahora mandatario.
Peña reiteró esta idea al hablar este mes ante empresarios.
“Como presidente de la República yo no estoy interesado en cobrar impuestos [ni] beneficiar a una industria, [sino] en generar empleo en la República del Paraguay, (...) porque el empleo es la mejor política social que puede tener un país”, dijo.
El objetivo del presidente, según sus declaraciones, es incrementar la recaudación fiscal con mejores controles de la evasión, que en el caso del IVA alcanza el 31%, cifra superior al promedio regional, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Una sucesión de reformas tributarias
El esquema de impuestos actual en Paraguay comenzó a delinearse en 1992 con una reforma tributaria que creó el IVA y estableció que dos años más tarde pasaría a estar en 10%.
En 2004 redujo fuertemente el impuesto a la renta empresarial, del 30% al 10%, y el argumento en ese entonces fue gravar menos para incorporar más empresas a la formalidad y así ampliar la base tributaria, explicó a BBC Mundo el entonces ministro de Hacienda, Dionisio Borda.
“La visión que teníamos era que si para las empresas era más barato formalizarse que llevar una doble contabilidad -una real y otra maquillada para el Estado-, más pasarían a pagar la totalidad de sus impuestos”, dijo.
“Además, bajábamos el impuesto a la renta de la empresa con la contrapartida de que incluiríamos el impuesto a la renta personal, que Paraguay hasta ese momento no tenía porque venía de la tradición stronista (del expresidente de facto Alfredo Stroessner) de que era un impuesto comunista”, agregó.
Sin embargo, no fue hasta 2012 que el país incorporó el impuesto a la renta personal, y cuando lo hizo fijó una tasa única de 10%, en lugar de establecer una escala progresiva como había planificado Borda.
Para tener que pagar impuesto a la renta personal hay que ganar más de 120 salarios mínimos al año, pero además, existen muchos gastos que se pueden deducir -vivienda, educación, salud, vestimenta, entre otros-, por lo que son muy pocos los que lo terminan pagando.
La última reforma tributaria se hizo en 2020; se unificaron tributos que pagan las empresas y se eliminaron algunas exoneraciones.
A pesar de lo que las autoridades consideran que es un ambiente tributario favorable para atraer capitales, la inversión extranjera directa en Paraguay se ha mantenido en torno al 1%, muy por debajo de sus pares sudamericanos.
Uno de los países con menos impuestos
Pese a las ventajas que plantean las autoridades políticas de Paraguay, esta visión se contrapone con la de especialistas como Borda y organismos internacionales, que entienden que se debería recaudar más para ampliar las políticas sociales.
Los impuestos se pueden dividir en dos grupos: los directos, como el de la renta personal o la empresarial, y los indirectos, como el IVA o tasas sobre productos específicos.
Los impuestos directos son muchas veces considerados más justos porque permiten definir diferentes segmentos de tributación en función del poder adquisitivo de cada contribuyente, mientras que en el IVA todos -pobres y ricos- pagan el mismo porcentaje. Y mientras los pobres pagan IVA por la totalidad de sus ingresos (porque gastan todo su dinero), los ricos destinan una pequeña porción de sus ingresos al consumo.
Un sistema en el que se cobra a todos tasas similares se denomina regresivo y uno en el que paga más quién más tiene se llama progresivo.
“Las tasas son extremadamente bajas y se sigue manteniendo la regresividad del sistema”, opinó Borda.
El IVA recauda casi la mitad de los US$2600 millones anuales en impuestos, mientras que el de renta empresarial casi el 40% y el de rentas de las personas suma el 2,3%.
El gobierno destaca que los impuestos indirectos bajaron de 60% a 51% entre 2019 y 2022.
Según Borda, el impuesto a la renta personal original “llegó mutilado” al día de su aprobación en el Congreso, tras varios aplazamientos.
“El lobby empresarial acá es muy fuerte y logró convencer al sistema político” para que no alcanzara a más contribuyentes, dijo el economista.
Borda afirmó que con la reforma de 2020 hubo una “mejora mínima” de este gravamen.
La presión fiscal -definida como ratio entre impuestos y PBI- en Paraguay es del 14%, la segunda más baja en la región después de Panamá, debajo del promedio de América Latina (22%) y de los países desarrollados (34%), según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos.
En el mundo, Paraguay está en el puesto 26 de los países que menos recaudación impositiva tienen en relación al tamaño de su economía, según el Banco Mundial.
“La baja presión tributaria limita la capacidad de financiamiento de los gastos en derechos universales como salud, educación, seguridad, vivienda, nutrición, en un país en un país donde el nivel de pobreza es del 25% y existe una alta desigualdad”, afirmó Borda.
Paraguay es uno de los países más pobres de Sudamérica, si se lo compara por Producto Interno Bruto per cápita.
Dos de cada tres trabajadores paraguayos está en la informalidad, según el INE, por lo que no tiene cobertura social ni aportes jubilatorios.
Una de cada cuatro personas vive con menos de 825.000 guaraníes al mes (unos US$112) y por lo tanto es pobre.
Algunos datos son alentadores: la pobreza cayó del 45% al 25% entre 1999 y 2022, y la indigencia del 11,5% al 5,6%.
La desigualdad entre los más pobres y los más ricos, además, ha disminuido en los últimos años y se sitúa a mitad de tabla en el ranking sudamericano, de acuerdo al índice de Gini.
En tanto, el PIB se duplicó en términos constantes en lo que va del siglo XXI, un crecimiento casi dos veces superior al de América Latina y el Caribe en su conjunto.
Desarrollo sostenible
El Fondo Monetario Internacional le indicó a Paraguay que debería continuar con los cambios tributarios.
“Además de la mejora continua en la administración tributaria, las autoridades deberían reevaluar los regímenes tributarios especiales de Paraguay para sectores y actividades específicos, y considerar otra reforma tributaria que vaya más allá de las mejoras promulgadas en 2020″, dijo el organismo a mediados de 2022.
“Incrementar la recaudación tributaria interna sigue siendo esencial para proporcionar inversión suficiente en infraestructura, salud y educación para los ciudadanos de Paraguay, lo cual aumentaría la productividad para generar crecimiento futuro y prosperidad compartida”, añadió el pasado 8 de junio, en la primera revisión de su programa con Paraguay.
Para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), “los países con altos impuestos también tienden a ser países con un gasto más alto”.
“En los países con bajos impuestos, suponiendo un nivel mínimo de eficiencia, ampliar la base tributaria podría generar beneficios considerables”, afirma el BID.
De acuerdo a una nota publicada en el sitio web del BID, “a pesar de los avances socioeconómicos recientes, persisten importantes desafíos de desarrollo para encauzar a Paraguay en una senda de desarrollo sostenible”.
Entiende que existe una brecha para el “acceso a servicios básicos” y que se debe procurar una “mejor cobertura y focalización del gasto social”.
Pero en un programa en el que trabajó con Paraguay para “fortalecer su política y gestión tributaria, y mejorar la gestión del gasto público”, el BID apoyó medidas “para abordar de manera sostenible las brechas de desarrollo, preservando la ventaja competitiva de Paraguay de contar con bajas tasas impositivas”.
Por Felipe Llambías, BBC News Mundo
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