La medicina tradicional queda por fuera de diversos procedimientos de la cultura oriental, donde se busca vivir por más tiempo con una gran calidad de vida
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Existe un pergamino en el “corazón de la prescripción médica” que aborda el sexo y sus beneficios para la salud. Es uno de los 30 rollos que conforman el Ishinhō, un compendio médico japonés que, aunque data de 984, se nutrió de fuentes antiguas de India, China, Corea, entre otros lugares de Asia.
En el pergamino 28, hay “instrucciones para la creación y la preservación del jingqi (la fuerza de vida), con un enfoque en la energía sexual”, escribió el biólogo Denis Noble en el ensayo “Slow sex, long life” (Sexo lento, vida larga) del sitio web Aeon.
“Estas indicaciones, que se originaron hace al menos 2.000 años en el este de Asia, eran casi opuestas a las ideas occidentales, ya que requerían alcanzar el orgasmo sin perder semen”. De hecho, los médicos eruditos ofrecieron “instrucciones detalladas sobre cómo un hombre podía evitar la eyaculación, mientras alcanzaba el orgasmo”.
“Cuando un hombre domine esta técnica que mejora la calidad de vida, será capaz de tener múltiples orgasmos como una mujer y disfrutará de una vida larga y saludable”. Noble, quien desarrolló el primer modelo matemático de las células cardíacas, es profesor emérito de fisiología cardiovascular en la Universidad de Oxford, pionero de la biología de sistemas y autor de los libros The Music of Life y Dance to the Tune of Life.
El experto conversó con BBC Mundo sobre lo que encontró cuando se adentró en el Ishinhō, al que llama “un tesoro de la medicina oriental”, y cuando profundizó en el pergamino 28, en el que -dice- trasciende una idea: “El secreto de la longevidad está en las suaves artes de la alcoba”.
El médico de la corte
Al Ishinhō se le considera el “corazón de la prescripción médica” porque describe un gran número de remedios naturales, masajes con propiedades terapéuticas, técnicas de acupuntura, recomendaciones de estilo de vida, usados en el este de Asia desde, al menos, hace 2.000 años. Es el tratado médico japonés más antiguo que existe. Fue escrito en chino clásico por Tamba Yasuyori, médico del entonces emperador japonés.
“Cuando se traducen al japonés moderno, conforman 34 volúmenes. Los tengo en mi oficina en Oxford, muy pocas universidades tienen la colección completa”, señala el profesor. “Su contenido es extremadamente detallado, casi todos los remedios herbales conocidos por la antigua medicina china, coreana y japonesa están descritos exhaustivamente en el Ishinhō”, indica.
Los pergaminos están clasificados según los órganos y las dolencias. Por ejemplo, uno se dedica a los problemas digestivos, otro a los musculares. El conocimiento que trascendió de la China antigua no siempre fue apreciado. El cambio de dinastías en el gigante asiático contribuyó a ello. “Por alrededor de 1.000 años, hubo una tendencia a ignorar o incluso quemar la herencia cultural de la dinastía anterior”, detalla.
En Japón, donde la casa imperial sobrevivió más de 1.000 años, ese legado se preservó. La versión original completa del Ishinhō se mantiene como “un conjunto de documentos extremadamente frágiles” en el Museo Nacional de Tokio.
Importancia
Para Noble, el valor del Ishinhō cobra una nueva dimensión a la luz de las necesidades médicas actuales.“Soy biólogo de sistemas e interpreto la medicina desde un enfoque de sistemas. La interpretación de la antigua Asia oriental fue en gran medida un enfoque de sistemas. No lo llamaron así, pero esencialmente es un pensamiento holístico: entender el cuerpo como un todo”, asegura el profesional.
“Necesitamos ese tipo de medicación. Tenemos un gran problema con las enfermedades de la vejez que dominan los países desarrollados, por lo que creo que es hora de que revisemos estos conocimientos antiguos de lo que funcionó. Por supuesto que no se hicieron ensayos clínicos como los de ahora. Pero, de hecho, consiguieron filtrar lo que sirvió”, explica Noble.
Pese a carecer de la rigurosidad científica actual, fue un método de ensayo y error basado en quién sobrevivió. “Fue una forma cruel de hacerlo, pero significa que durante miles de años, esta antigua sabiduría se fue perfeccionando”, indica el experto.
El pergamino 28
“Es extraordinario”, dice Noble cuando le pregunto por el pergamino 28. Los antiguos chinos, hasta hace unos 1.000 años, y los primeros japoneses -hasta el día de hoy- tenían una interpretación importante de la intimidad entre hombres y mujeres, y creo que también de las relaciones homosexuales, como el mejor tratamiento de salud que se podía tener”, explica Noble.
“En otras palabras, para ellos lo que se hacía en la alcoba era un arte como lo es la acupuntura y el masaje, que proporcionan grandes beneficios para la salud. Encontramos consejos sobre ir despacio, ser respetuoso con tu pareja y todo el tipo de recomendaciones que puedes encontrar en un manual moderno sobre cómo hacer el amor en Occidente. Pero, me pregunto ¿cómo funciona eso?”, analiza.
Darwin entra en la conversación
Noble se ha interesado profundamente en las interpretaciones sobre la evolución de Charles Darwin. Una de sus ideas, explica, ha sido confirmada por la ciencia moderna. “Él pensó que todas las células del cuerpo se comunican entre sí, comparten información sobre lo que les ha sucedido, cómo se han desarrollado, qué características han adquirido. Se dio cuenta de que no tenía idea de cómo podía suceder eso, pues no pudo ver nada que pasara de las células del hígado, por ejemplo, a las del corazón o de las células del corazón a las células germinales”, infagó el experto.
Escribió su suposición en 1868. Dijo que se imaginaba que debía haber partículas diminutas que no podemos ver a través del microscopio óptico. “Hemos descubierto esas partículas. Se llaman vesículas extracelulares, son extremadamente pequeñas para verlas con microscopía de luz ordinaria”, dice Noble. Y agrega: “Pero hemos resuelto ese problema etiquetando sustancias químicas como el ADN, el ARN, las proteínas, con marcadores fluorescentes, productos químicos que brillan con colores”.
Lo que se ve bajo el microscopio es una luz, que es la representación de la vesícula extracelular. “Sabemos que hay partículas que las células transmiten, invisibles a la microscopía de luz ordinaria y que Darwin no pudo conocer cuando formuló su hipótesis”.
¿Y qué tiene que ver con el sexo?
Rápidamente, el científico intenta conectar los dos puntos: “Creo que lo que está sucediendo en tratamientos como masajes, acupuntura e intimidad entre individuos es que esas vesículas están siendo estimuladas: si simplemente presionas una célula, se liberan vesículas”. Para el experto, es “perfectamente fácil de entender” por qué estas técnicas, consideradas como tratamientos médicos por los antiguos chinos y japoneses, pueden ser tan buenas para la salud.
“La idea aquí es que la intimidad entre dos personas, un hombre y una mujer, no tiene necesariamente que ver con la reproducción, también tiene que ver con la necesidad de sentirse reconfortado como un beneficio para la salud”, señala. “Uno podría pensar que es un asunto puramente psicológico, pues es muy bonito pasar una buena noche en la cama con tu amante. Pero, al mismo tiempo, puede ser bueno para la salud, algo que seguramente saben los buenos masajistas y acupunturistas”, indica.
De acuerdo con Noble, la ciencia moderna ha tendido a descartar ese tipo de ideas y se pregunta: ¿Dónde está esa red de canales en el cuerpo, los meridianos, de los que habla la teoría de la acupuntura? ¿Dónde están las líneas que se supone conectan los puntos de la acupuntura? “No necesitamos preocuparnos por eso porque no hay ninguno entre las vesículas que van de una célula a otra. En donde presiones o masajees, se transmite material”,responde el fisiólogo.
Pero hace un aclaratoria clave:
“Esto es una hipótesis, en esta etapa nadie, que yo sepa, ha hecho un experimento que sería, primero: ¿las caricias en un masaje o en el acto sexual liberan vesículas? -Yo creo que sí lo deben hacer-. Y, segundo: ¿cuáles son las propiedades saludables que surgen de eso? Creo que la interpretación de ese pergamino del Ishinhō no solo es extremadamente importante como evidencia de una cultura diferente a la nuestra, con respecto a las relaciones sexuales, sino que también es comprobable experimentalmente”, señala.
La espermidina
De acuerdo con Noble, el texto antiguo plantea la importancia de “no perder demasiado semen”. Por su parte, indica: “He trabajado con un grupo, en Oxford, que está interesado en la misma pregunta: ¿Qué podría estar en el esperma que es tan importante para la salud?” Una de las respuestas podría apuntar a la espermidina, una sustancia presente en el semen, “pero que también está en otras partes del cuerpo”.
Se le considera un estimulante del sistema inmunológico “y está en la lista de compuestos que se cree ayudan a la longevidad” o, mejor -aclara- que contribuyen a un ciclo de vida saludable. Y eso es importante porque si tienes 12 años de mala salud antes de morir, eso es terrible. Lo que creo que surgió de esas discusiones es que una posible interpretación del consejo de los pergaminos antiguos de no eyacular con demasiada frecuencia puede ser la preservación de la espermidina en el semen”, explica Noble.
“Eso es solo una hipótesis, pero tiene sentido y ciertamente la gente ahora usa espermidina y una serie de otros estimulantes del sistema inmunitario que se cree que son importantes para mejorar el ciclo de vida saludable”, agregá al respecto.
La inmortalidad
La inmortalidad en los textos antiguos chinos y japoneses no es como la interpretamos en Occidente, “no creo que se hayan referido a otra cosa que no fuese tener una vida larga y buena”, dice el biólogo evolutivo. En ese contexto, “la palabra inmortal no creo que esté diciendo que no mueras, lo haces, es más bien una expresión de la condición en que lo haces”.
Yasuyori era budista y en el Ishinhō hay un “deseo abrumador” de tener buena salud y de vivir “sin sufrimiento si es posible”, explica Noble. En su compendio, el médico japonés excluyó todos los productos animales y metales potencialmente tóxicos para mantenerse saludable.
Solo se refirió a remedios herbales, nutricionales y sexuales. Y es que la toxicidad es un poco rara en el reino vegetal, hace notar el experto. “En general, las plantas han logrado desarrollar una serie de sustancias químicas que no son tóxicas y que, de hecho, son útiles porque les interesa asegurarse de que los insectos que las fertilizan sobrevivan, que la gente que las comemos sobrevivamos”, diferencia Noble.
Occidente
¿Por qué la sexualidad fue tan importante en el Ishinhō? “No creo que el propio Yasuyori hubiera pensado que había algo especial al respecto”, responde Noble. Y agrega: “Para él, era otro aspecto natural relacionado con la salud como los otros 29 pergaminos. En su cultura, no habría sido visto como algo de lo que particularmente no se debía hablar”.
En ese sentido, el experto señala: “En cierto sentido uno puede decir que el orgasmo en sí mismo es una experiencia extraordinaria, pero, si te entrenas, puedes tener esa sensación sin necesariamente eyacular. Ese, por supuesto, es el mensaje de ese pergamino en particular, y creo que muchas mujeres apreciarían que sus parejas siguieran el consejo y se dieran cuenta de que yendo despacio, siendo cuidadosos y respetuosos, se puede lograr ese placer y que no tiene por qué ser en sí mismo reproductivo”.
Más allá de esa actitud hacia la sexualidad, como algo natural que no se debe esconder, está un aspecto que Noble admira desde su perspectiva como científico médico. Y es que, señala, las interacciones que influyen en el estado de salud o en el desarrollo de una enfermedad son extremadamente complicadas. “Se debe adoptar un enfoque de sistema”, insiste.
“Estoy muy familiarizado con el sistema médico en Japón: a los estudiantes se les enseñan ambas tradiciones en todas las facultades de medicina. Se combinan ambos enfoques: la ciencia médica occidental tal como se ha desarrollado, y los remedios hechos con plantas que Yasuyori describió en el Ishinhō”. La ciencia en Occidente, sostiene, tiene mucho que aprender del Ishinhō.
Por Margarita Rodríguez
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