¿Qué es el apartheid climático? La nueva brecha entre clases
El derretimiento de los glaciares, los incendios sin precedentes, las peores inundaciones en los últimos años, las millones de personas malnutridas a causa de sequías eternas que acaban con cosechas y el aumento del nivel del mar son algunos de los síntomas que auguran un futuro catastrófico para la humanidad, según los expertos. Pero la debacle no será igual para todos. Según los últimos informes de la ONU, el cambio climático exacerbará la pobreza y la desigualdad existentes.
Al acuñar el término "apartheid climático", la ONU ha definido un escenario –"más cercano de lo que pensamos"– según el cual solamente aquellos que tengan el suficiente dinero podrán salvarse de las peores consecuencias de la crisis climática.
No es casualidad la selección de la palabra "apartheid" en referencia a la segregación racial en Sudáfrica y Namibia en vigor hasta 1992, que consistía en la creación de lugares separados, tanto habitacionales como de estudio o de recreo, para conservar el poder para la minoría blanca –21% de la población.
"Nos arriesgamos a un escenario de ‘apartheid climático’ en el que los ricos pagan para escapar del sobrecalentamiento, el hambre y los conflictos, mientras que el resto del mundo tiene que sufrir", dijo Philip Alston, Relator Especial de la ONU sobre la pobreza extrema y los derechos humanos el junio pasado.
Irónicamente, el informe denuncia que las 3500 millones de personas más pobres del mundo son responsables del 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, mientras que el 10% más rico de la población mundial es responsable de la mitad.
"Perversamente, los más ricos, que tienen la mayor capacidad de adaptación y son responsables y se han beneficiado de la gran mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero, serán los mejores ubicados para hacer frente al cambio climático", agregó Alston.
Las secuelas disímiles ya son una realidad. Un ejemplo fue el impacto del huracán Sandy en 2012 en la ciudad de Nueva York. Mientras miles de personas de bajos ingresos se quedaron sin electricidad y atención médica durante días, la sede de Goldman Sachs en Manhattan se mantuvo a salvo por decenas de miles de bolsas de arena y fue alimentada por un generador privado.
En Nueva Delhi, el acceso regular al agua potable está limitado solamente a aquellas clases más pudientes, mientras que las clases bajas deben ingeniárselas para asearse, lavar la ropa e incluso hidratarse con agua contaminada, contrayendo todo tipo de enfermedades. A pesar de que los embalses secos y las bajas reservas acuíferas existen desde hace años, los únicos que sufren las consecuencias son aquellos que viven en los barrios menos favorecidos. Las clases altas tienen acceso a agua ilimitada por unos 15 dólares al mes, mientras que las personas de bajos recursos deben enfrentarse a la incertidumbre de los camiones cisterna que llegan —o no— diariamente y a subidas de hasta el 40% en el precio del agua, una tendencia que además no dejará de empeorar en el futuro.
Ciudad del Cabo, la segunda urbe más grande del país sudafricano, con cuatro millones de habitantes, está a pocos meses de convertirse en la primera ciudad del mundo sin agua corriente para el suministro diario de su población. La severa sequía a la que hace frente desde hace tres años, sumado a un aumento desorbitado de sus habitantes ha llevado a sus recursos hídricos a una situación límite.
"Ciudad del Cabo es el foco de atención ahora mismo, pero en realidad es un problema global. El mundo tiene la oportunidad de aprender una gran lección de Sudáfrica: no deben esperar a que haya una crisis para modificar los hábitos de consumo", reflexiona Sisa Ntshona, el director de Turismo del país austral, que cita otras importantes capitales como Los Ángeles, Sao Paulo o Pekín, con problemas similares.
Según el Banco Mundial, con 2°C grados de calentamiento, entre 100 y 400 millones de personasmás estarán en riesgo de pasar hambre y entre 1000 y 2000 millones ya no tendrán suficiente agua. El cambio climático podría dar lugar a pérdidas en el rendimiento mundial de los cultivos del 30% para 2080, incluso si se toman medidas para adaptarse a él.
Además, entre 2030 y 2050, se espera que cause aproximadamente 250.000 muertes adicionales por año a causa de la desnutrición, la malaria, la diarrea y el efecto del calor. Dado que las personas en situación de pobreza en gran parte no tienen seguro médico, el cambio climático exacerbará las crisis de salud que ya empuja a 100 millones de personas a la pobreza cada año.
Las personas en la pobreza enfrentan una amenaza muy real de perder sus hogares. Para el año 2050, el cambio climático podría desplazar a 140 millones de personas en África subsahariana, el sur de Asia y América Latina solamente.
Las inundaciones y los derrumbes pueden debilitar las infraestructuras y viviendas ya degradadas, especialmente para las personas que viven en asentamientos no planificados o sin servicios. En 2017, 18,8 millones de personas fueron desplazadas debido a desastres en 135 países, casi el doble del número de desplazados por el conflicto.
A medida que esta situación deje cada vez a más gente en una situación de vulnerabilidad, el informe advierte de un futuro donde los modelos de gobierno y de sociedad serán cada vez más autoritarios, así como del auge de líderes con un discurso profundamente nacionalista, simplificado pero potente, como Jair Bolsonaro en Brasil, que culpa a las ONG por los incendios en el Amazonas.
Esta combinación entre el fortalecimiento de los nacionalismos y migraciones masivas de población huyendo de los efectos de la crisis climática puede ser el perfecto caldo de cultivo para la xenofobia y el rechazo hacia cualquiera que traspase las fronteras.
"Incluso hoy en día, demasiados países están tomando medidas miopes en la dirección equivocada", dice Alston, quien además de Brasil, cita a Estados Unidos y China entre los países que están actuando de forma miope.
¿Apuesta por el sector privado?
A la luz de la parálisis de los Estados durante décadas, algunos miran con esperanza al sector privado en busca de innovaciones o se involucran estratégicamente con corporaciones, señala Alston, que indica que, "sin embargo, el historial de la industria de los combustibles fósiles deja en claro que el exceso de confianza en los actores con fines de lucro casi garantizará violaciones masivas de los derechos humanos", ya que mientras los ricos serán atendidos adecuadamente, los más pobres serán marginados.
Un ejemplo que cita tiene que ver con los "bomberos privados de guante blanco que han sido enviados para salvar las mansiones de los clientes de seguros de alto nivel en los recientes incendios forestales".
"Un exceso de confianza en el sector privado podría llevar a un escenario de apartheid climático en el que los ricos pagan para escapar del sobrecalentamiento, el hambre y los conflictos, mientras que el resto del mundo tiene que sufrir", declara Alston, quien añade: "en lugar de ayudar al mundo a adaptarse al cambio climático, privatizar los servicios básicos y la protección social puede ser una forma de mala adaptación".