Qatar, el país que coronó a Messi, un actor sigiloso pero crucial en la guerra de Medio Oriente
El poderoso emirato tiene diálogo tanto con Israel como con Hamas y negocia la liberación de rehenes, al tiempo que presiona para frenar la ofensiva
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Hace poco menos de un año, los ojos del mundo estaban puestos en Qatar. La organización de un Mundial de fútbol que había generado polémicas tenía un final perfecto: el emir Tamim bin Hamad al-Thani le demostraba al planeta el orgullo de su país al ponerle a Lionel Messi una capa tradicional árabe antes de que el mejor jugador del mundo levantara la copa que tanto había buscado.
De una manera sigilosa, ahora Qatar es un protagonista central de otro partido en el que no está en juego el premio mayor de la FIFA sino la paz mundial.
Este pequeño pero rico país de la península arábiga es uno de los pocos actores que mantiene un diálogo directo tanto con Israel como con Hamas. Su diplomacia demostró su eficacia al negociar la liberación de los primeros rehenes que capturó el grupo terrorista palestino en su brutal incursión del 7 de octubre pasado. Estados Unidos e Israel le agradecieron públicamente, pese a la postura crítica que tiene el emir con la respuesta israelí a los atentados.
En su ambición de ser una potencia regional, Qatar hace un doble juego. Es un país que al mismo tiempo alberga una base militar de Estados Unidos y mantiene un vínculo fluido con grupos islamistas como Hamas y los talibanes. Esta arriesgada función de puente o pivote que cumple entre Occidente y grupos extremistas ha convertido a Qatar en un actor central para resolver conflictos internacionales.
“Hay una necesidad del sistema internacional que las autoridades en Doha saben aprovechar: alguien debe hacer ese trabajo, y la diplomacia qatarí tiene la elasticidad para poder hacerlo; por eso, Estados Unidos hace uso de las habilidades negociadoras de Qatar, aunque pueda parecer una contradicción. Es una forma de no quemar todos los puentes”, explica a LA NACION Said Chaya, analista internacional y director del Núcleo de Estudios de Medio Oriente de la Universidad Austral.
“Algunos dicen que la guerra de Gaza no tiene solución diplomática porque el gobierno israelí no negocia con terroristas. Claro que lo hace, solo que el diálogo no lo realiza directamente con ellos. En ese sentido, el rol de Doha es importante”, agrega.
Hasta ahora Hamas ha liberado a cuatro de los más de 200 rehenes que mantiene cautivos en Gaza. Las primeras dos rehenes, que también tenían ciudadanía norteamericana, fueron liberadas y el viernes pasado y las otras dos, el lunes. En ambos casos la negociación corrió por cuenta de Qatar. La Casa Blanca no ahorró elogios hacia Doha, capital que el secretario de Estado, Antony Blinken, incluyó en su última gira por la región.
Más sorpresivos fueron los elogios que llegaron desde Israel. “Me complace decir que Qatar se está convirtiendo en un actor esencial en la facilitación de soluciones humanitarias. Los esfuerzos diplomáticos de Qatar son cruciales en este momento”, dijo el asesor de Seguridad Nacional Tzachi Hanegbi.
I’m pleased to say that Qatar is becoming an essential party and stakeholder in the facilitation of humanitarian solutions.
— Tzachi Hanegbi • צחי הנגבי (@Tzachi_Hanegbi) October 25, 2023
Qatar’s diplomatic efforts are crucial at this time.
Pero a Qatar no solo lo mueve su conciencia humanitaria. También busca ejercer su influencia para que Israel desescale su ofensiva sobre Gaza y desista de lanzar una invasión. “Obviamente, una incursión terrestre en Gaza haría difícil mantener la seguridad de los rehenes, y en nuestros esfuerzos de mediación instamos a todas las partes en este conflicto a reducir la escalada de inmediato”, dijo la cancillería qatarí el miércoles.
La agencia Reuters informó que la Casa Blanca mantenía informado a Qatar mientras intentaba convencer a Israel de poner en pausa la ofensiva para favorecer la liberación de más rehenes.
Después de la ola de agradecimientos por sus gestiones, el emir hizo oír su voz. “Decimos basta. A Israel no se le debería dar luz verde y autorización sin restricciones para matar”, dijo el martes Al-Thani, en lo que fueron sus primeras declaraciones públicas desde que empezó a mediar. Y en lo que pareció un mensaje directo a sus socios occidentales advirtió que no aceptará “dobles estándares y actuar como si no se tuvieran en cuenta las vidas de los niños palestinos”.
No son palabras que sorprendieron en un país que vio flamear banderas palestinas durante la última Copa del Mundo. La familia real de Qatar, que impone una versión de la sharia (ley islámica), ha sido históricamente promotora del islam político en la región, y una fuerte defensora de la causa palestina.
El vínculo con Hamas
Qatar mantiene vínculos desde hace por lo menos dos décadas con Hamas, que tiene su principal oficina política en Doha desde hace años. En la capital qatarí también viven algunos de los principales líderes del grupo palestino, como Ismail Haniyeh y Khaled Mashaal. El emirato también ha sido mediador en disputas entre Hamas y su principal rival palestino, Al-Fatah. El padre del actual emir se convirtió en 2012 en el primer jefe de Estado en visitar la Franja de Gaza controlada por Hamas y prometió ayudas millonarias. De hecho, Qatar se hace cargo del pago de los empleados públicos del enclave y envía ayuda humanitaria.
Este vínculo ha generado no pocos cuestionamientos, y según reveló el jueves The Wasghinton Post en base a fuentes diplomáticas, Qatar acordó con Estados Unidos revisar sus vínculos con Hamas una vez que se resuelva la suerte de los rehenes.
Qatar, que alberga una importante base militar norteamericana en su territorio, considera a su vínculo con Estados Unidos como una herramienta vital para mantener su voz en una región dominada por Arabia Saudita e Irán. Para la Casa Blanca, Doha es un importante aliado extra OTAN y ambos países han ampliado su cooperación en defensa, comercio y seguridad.
Con Israel la relación es un poco más complicada y ha variado con el tiempo. En los 90 mantenía relaciones a bajo nivel en momentos en que otras monarquías del golfo se oponían a cualquier contacto. Pero desde que en 2013 asumió el actual emir, Qatar se ha negado a seguir la corriente de otros países árabes que apostaron a normalizar sus relaciones con Israel y dijo que eso solo sucederá cuando se alcance la paz con los palestinos.
Esa búsqueda de independencia de sus vecinos en su política exterior ha sido una constante de Qatar. “Las autoridades qataríes son celosas de la autonomía del país en materia internacional”, explica Chaya.
Una diplomacia al límite
Pero sus ambiciones le han generado problemas en más de una ocasión, y especialmente durante la “primavera árabe”, cuando varios países acusaron a Doha de impulsar las protestas para intentar promover el ascenso de movimientos islamistas.
Esa tensión derivó en 2017 en un bloqueo por mar, aire y tierra que le impusieron cuatro países árabes (Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes y Egipto), que acusaron a Qatar de promover el terrorismo islámico y desestabilizar la región. El péndulo se movió entonces hacia Teherán, uno de los mayores aliados de Hamas.
“Irán fue, en lo comercial, un socio preferente de Qatar cuando en el Golfo le dieron la espalda, entre 2017 y 2021. Un socio incómodo. Pero su asistencia fue crucial”, agrega Chaya.
Eventualmente Qatar logró reencarrilar su relación con los países árabes, que valoran ese rol de pivote que tiene la diplomacia de Doha. Antes de involucrarse en la negociación por los rehenes de Hamas, Qatar también estuvo involucrado en mediaciones en múltiples conflictos, inclusive en la guerra entre Rusia y Ucrania. Con el visto bueno de Estados Unidos, además, Doha abrió una oficina política de los talibanes para negociar la retirada norteamericana de Afganistán en 2021, antes de la caída de Kabul.
También estuvo involucrado en el polémico intercambio de prisioneros entre Estados Unidos e Irán de septiembre pasado. Qatar acordó recibir entonces 6000 millones de dólares de activos iraníes que estaban congelados en Corea del Sur como parte del acuerdo. Pero el ataque de Hamas lo cambió todo: Joe Biden recibió una lluvia de críticas y acordó con las autoridades qataríes no enviar esos fondos por el momento.
Soft power
Su diplomacia y la base militar norteamericana no son los únicos activos que tiene Qatar para ejercer su influencia con autonomía. Además tiene una sofisticada maquinaria de soft power financiada por sus gigantescas reservas de gas que incluye la donación de cifras millonarias a instituciones de investigación y educativas para ganarse el favor de Occidente o la organización de megaeventos deportivos como el Mundial de 2022.
Entre esos elementos, el más polémico ha sido la cadena de televisión Al Jazeera, la más influyente del mundo árabe. Su rol ya había sido cuestionado durante la “primavera árabe” por promover su visión del islam político, y ahora es Israel el que denuncia que tiene una cobertura sesgada en favor de Hamas y la causa palestina. La cadena ha sido acusada de echar nafta al fuego e incentivar protestas en el mundo árabe contra Israel.
Israel amenaza ahora con prohibir las transmisiones de Al Jazeera. No sería el primer país en sacarla del aire. Arabia Saudita, Egipto e Irak ya lo han hecho antes.
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