Putin desempolva una reliquia soviética: la carrera nuclear
El retiro de EE.UU., el año último, de un histórico tratado de desarme encendió en el Kremlin una antigua retórica
PARÍS.- El 23 de febrero último, el público que escuchaba el coro de San Petersburgo en la catedral de San Isaac, quedó desconcertado. Al término del concierto, fuera de programa, la troupe comenzó a entonar una conocida canción sobre un ataque atómico ruso contra Estados Unidos.
Escrita por Andrei Kozlovsky en la década de 1980, el texto dice más o menos así: "En un submarino cargado con un artefacto nuclear y una docena de bombas de hasta cien megatones, crucé el Atlántico y llamé al artillero Petrov, para que apuntara a Washington".
Tratándose de un concierto en un templo ortodoxo, muchos calificaron el episodio de "inapropiado". Los politólogos rusos y especialmente los occidentales lo leyeron como un gesto más de la campaña de gesticulación lanzada recientemente por el Kremlin.
Tres días antes, en su decimoquinto discurso anual ante las dos cámaras del Parlamento ruso sobre el estado de la nación, Vladimir Putin volvió a advertir que su país responderá de forma "simétrica y asimétrica" contra Estados Unidos al eventual despliegue en Europa de misiles de alcance medio. Tal posibilidad se abrió después de que Washington decidió suspender su participación en el Tratado de Control de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) y que Moscú respondió con idéntica medida.
Putin desechó el argumento norteamericano de que se va del tratado porque Rusia no cumple con lo estipulado en su contenido, explicando que los primeros en violar ese acuerdo fueron los estadounidenses "al desplegar misiles Tomahawk en Polonia y Rumania".
El líder del Kremlin insistió en que su país nunca incumplió el INF, tachó las acusaciones de Washington de "imaginarias" y sobre todo advirtió que, si aparecen misiles norteamericanos en Europa, "Rusia se verá obligada a fabricar y desplegar tipos de armamento de medio y largo alcance que pueden ser utilizados no solo contra los países de donde provenga la amenaza directa, sino también contra los territorios donde se encuentren los centros de toma de decisión para el empleo de los sistemas de misiles que nos amenacen", en clara referencia a Estados Unidos.
Acorde con la escalada de verborragia bélica desplegada por el Kremlin, el programa dominical más importante de la cadena pública Rossia 1 mostró esta semana un mapa con algunos blancos misilísticos en Estados Unidos que incluían el Pentágono y la residencia de veraneo presidencial de Camp David. Célebre por su actitud antinorteamericana, el conductor Dimitri Kiselyov amigo personal de Putin explicó que un misil hipersónico que prepara Rusia "es capaz de alcanzar esos blancos en menos de cinco minutos".
Calificando las advertencias de Vladimir Putin de "propaganda hipócrita", la administración Trump afirmó que no tiene planes inmediatos de desplegar misiles de mediano alcance en Europa. Según Eric Pahon, vocero del Pentágono, Estados Unidos tampoco tiene ese tipo de misiles en el Viejo Continente.
"Cada vez que Putin lanza esas amenazas grandilocuentes y esgrime sus armas devastadoras, debería pensar que solo consigue profundizar la voluntad de los miembros de la OTAN de trabajar unidos en pos de la seguridad colectiva", agregó.
Eso es, sin embargo, una declaración de buenas intenciones. Según responsables de la administración norteamericana, en 2018 Donald Trump expresó su intención de retirar a Estados Unidos de la OTAN.
Si eso sucediera, sin desplegar un solo misil, el líder del Kremlin vería su sueño convertido en realidad: la desintegración de la alianza militar entre Estados Unidos, Europa y Canadá, que durante 70 años funcionó como elemento central de disuasión, primero frente a la Unión Soviética y después ante la Rusia de Vladimir Putin.
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