Putin cambia al jefe de la Flota del Mar Negro tras varios reveses en Crimea
La serie de explosiones marca un giro en el conflicto; es una de las remociones de mayor nivel
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KIEV.– Rusia reemplazó al comandante de su Flota del Mar Negro desplegada en Crimea, reportó ayer una agencia estatal de noticias, luego de que una serie de explosiones sacudieran la península que anexó en 2014, en una zona que solía considerarse un área militar segura en la guerra del Kremlin contra Ucrania.
Moscú culpó a saboteadores por las explosiones que impactaron un depósito de municiones en el norte de Crimea anteayer. Más tarde, se vieron columnas de humo saliendo desde una segunda base militar rusa en el centro de Crimea, dijo el diario ruso Kommersant.
Ucrania no asumió oficialmente la responsabilidad, pero lo ha insinuado. La aparente capacidad de Ucrania para adentrarse más profundamente en el territorio ocupado por Rusia, ya sea con algún tipo de arma u operaciones específicas, indica un giro en el conflicto.
El centro de estudios The Institute for the Study of War de Washington explicó que el objetivo del ataque de anteayer fue un centro clave del suministro de las tropas rusas en el sur de Ucrania. Las explosiones de la semana pasada, en tanto, destruyeron aviones de combate en una base aérea rusa en Crimea.
La agencia de noticias rusa RIA citó ayer fuentes que decían que el comandante de la Flota del Mar Negro, Igor Osipov, había sido reemplazado por un nuevo jefe, Viktor Sokolov. Si se confirma, la medida marcaría una de las remociones de mayor perfil de un oficial militar en lo que va de la guerra, en la cual Rusia ha sufrido grandes pérdidas en hombres y equipos.
RIA, de propiedad estatal, dijo que las fuentes afirmaron que el nuevo comandante ya fue presentado a los miembros del consejo militar de la flota en el puerto de Crimea de Sebastopol.
La Flota del Mar Negro, que tiene una venerada historia en Rusia, sufrió varias humillaciones desde que el presidente Vladimir Putin lanzó la invasión de Ucrania, que Moscú llama una “operación militar especial”, el 24 de febrero.
En abril, Ucrania golpeó su buque insignia, el Moskva, un enorme crucero, con misiles Neptune. Se convirtió en el buque de guerra más grande hundido en combate en 40 años.
Crimea, que Rusia arrebató a Ucrania en 2014 y ha fortificado ampliamente desde entonces, proporciona la principal ruta de suministro para las fuerzas rusas en el sur de Ucrania, donde Kiev planea una contraofensiva en las próximas semanas. El presidente Volodimir Zelensky instó a los ucranianos a mantenerse alejados de las bases militares rusas y los almacenes de municiones y dijo que las explosiones podrían tener varias causas, incluida la incompetencia.
La serie de ataques en Crimea representó el último revés para Moscú, que comenzó su invasión con la esperanza de tomar Kiev y gran parte del país en un ataque relámpago, pero pronto se empantanó ante una resistencia más feroz de lo esperado de parte de las fuerzas ucranianas.
A medida que la guerra se acerca a la marca del medio año, las dos partes están ahora involucradas en una guerra de desgaste, luchando pueblo por pueblo, principalmente en el este del país. Los ataques en Crimea podrían abrir un nuevo frente que representaría una escalada significativa en la guerra y estiraría aún más los recursos militares de Rusia.
“Es probable que los comandantes rusos estén cada vez más preocupados por el aparente deterioro de la seguridad en Crimea, que sirve de base de retaguardia para la ocupación”, tuiteó ayer el Ministerio de Defensa británico.
Sin embargo, no estaba claro si los ataques en Crimea destrabarían el estancamiento, ya que las fuerzas ucranianas y rusas se están desgastando mutuamente en una guerra que ha expulsado a millones de personas de sus hogares, ha interrumpido el suministro de alimentos en todo el mundo y ocasionalmente ha despertado la preocupación por un accidente nuclear.
Para el analista Oliver Alexander, estos ataques, que cree que pueden haberse realizado con misiles balísticos, están minando la moral rusa y levantando el ánimo del lado ucraniano. “Crimea había sido un lugar relativamente seguro en los últimos seis meses, pero ya no es así. Esto aumentó la presión sobre los rusos”, explica Alexander.
Agencias AP, AFP y Reuters
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