Putin busca capitalizar el malestar de los europeos con Trump
BRUSELAS.- El martes, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, llegó a Austria con una oportunidad casi inimaginable hasta hace apenas unos meses: reparar las congeladas relaciones con una Unión Europea (UE) enfurecida con el presidente estadounidense, Donald Trump, respecto de un amplio espectro de temas, desde Irán y el cambio climático hasta, más recientemente, aranceles y comercio.
Poco importa que hasta hace poco Putin fuera prácticamente un paria en Europa tras sus intervenciones militares en Ucrania, Crimea y Siria, tras injerir en elecciones europeas y trabajar duro para fomentar levantamientos populistas de derecha en todo el continente, luego de contaminar el ambiente político con noticias falsas, y supuestamente envenenar a un espía ruso y a su hija en Gran Bretaña, acusaciones que Rusia niega.
Al presentarse como un amigo confiable y socio comercial de Europa, Putin gana terreno en el mismo momento en que la administración Trump trata a sus aliados más cercanos como competidores estratégicos y económicos.
"No es nuestra intención dividir nada ni a nadie en Europa", dijo Putin antes de ir a Viena de visita oficial. "Al contrario, queremos ver una UE unida y próspera, porque la UE es nuestro mayor socio comercial y económico. Cuantos más problemas haya dentro de la UE, más riesgos e incertidumbres tendremos".
Putin debe haber sentido una gran satisfacción con el reciente giro de los acontecimientos. A veces criticado como táctico y oportunista, se parecía más a un gran estratega, en el mismo momento en que Trump acaba de rechazar rotundamente los pedidos europeos para una exención de los aranceles sobre el acero y el aluminio, que Bruselas considera ilegales.
Los partidos populistas y rusófilos están en el poder en Grecia, Hungría, Italia y Austria. La perspectiva de lograr el objetivo inmediato de Putin, liberarse de las sanciones económicas de la UE, de repente parecía realizable.
De hecho, en los últimos días, con la inminente reunión de las mayores economías del mundo en el G-7, Trump tuvo conversaciones telefónicas inusualmente acaloradas sobre la cuestión de los aranceles tanto con el presidente francés, Emmanuel Macron, como con la primera ministra británica, Theresa May.
Los alemanes y los canadienses también están furiosos con los aranceles. Washington esgrime razones de "seguridad nacional" incluso con sus aliados de la OTAN, quienes las califican de poco creíbles.
Estas tensiones estarán a la orden del día este fin de semana en la reunión del G-7 en Canadá. En esa reunión es probable que Trump se quede aislado en la cuestión del comercio en seis votos contra uno.
Esas divisiones internas probablemente le diviertan a Putin, que vio a Rusia "suspendido" de lo que era el G-8 tras la anexión de Crimea, pero ahora ve un paisaje mucho más acogedor en Europa.
Austria, oficialmente neutra, siempre tuvo lazos estrechos con Moscú y asumirá la presidencia rotatoria de la UE el mes que viene. El joven canciller, Sebastian Kurz, se negó a expulsar a ningún diplomático ruso tras el envenenamiento del exespía Sergei V. Skipal.
Kurz participa de una coalición con el Partido de la Libertad, de extrema derecha, que en 2016 firmó un acuerdo de asociación con el partido Rusia Unida de Putin y pidió que se levanten las sanciones económicas. El año pasado, la Liga, el partido populista de extrema derecha italiano que ahora también gobierna, firmó un acuerdo similar con Rusia Unida. Su líder, Matteo Salvini, ahora viceprimer ministro y ministro del Interior, habló sobre su admiración por Putin y su deseo de terminar con las sanciones contra Rusia. Una foto en la que se lo ve con una remera con la cara de Putin en la Plaza Roja generó una gran repercusión.
El martes, el nuevo primer ministro italiano, Giuseppe Conte, le dijo al Senado italiano que había llegado la hora de "una apertura hacia Rusia", que desde su punto de vista "endureció su posición" en varias crisis internacionales. Conte pidió levantar las sanciones contra Rusia, que para él dañan a "la sociedad civil rusa".
La admiración por Putin también es notoria en el Frente Nacional, el partido de extrema derecha francés, así como en el gobierno populista de izquierda de Grecia y en el partido de oposición de extrema derecha de Alemania, Alternativa por Alemania. Y según agencias de inteligencia occidentales, existen sospechas de que todos esos partidos se benefician con financiamiento ruso. En la entrevista con el canal estatal austríaco ORF, Putin dijo que los lazos de Rusia con esos partidos eran meramente fraternos.
Pero Austria es claramente una puerta de entrada amigable para Moscú. Putin dijo que los dos países habían mantenido "muy buenas y estrechas relaciones", y agregó que Austria había sido tradicionalmente "el socio de confianza de Rusia en Europa".
Kurz se remonta al supuesto rol de Austria como mediador durante la Guerra Fría.
"Queremos ser un puente entre Oriente y Occidente, y mantener abiertas las líneas de comunicación con Rusia", dijo.
Stefan Lehne, exdiplomático austríaco, dijo que la simpatía austríaca por Rusia data de hace décadas y está basada en la historia de neutralidad, intereses económicos, pragmatismo y "una parte de antinorteamericanismo", la visión de que "todos los grandes poderes se comportan de manera similar". Lehne señaló que Putin había sido invitado a Austria meses después de la anexión de Crimea. Pero desde su punto de vista, hasta ahora Austria siguió adelante con el consenso europeo sobre las sanciones. Pero como Italia y Grecia también hacen presión para que esas sanciones terminen, es posible que haya un cambio.
A Putin sin duda le gustaría terminar con su aislamiento. Según Dmitri Trenin, director del Carnegie Moscow Center, una institución de investigación, Putin tiene dos objetivos claros en su actual mandato como presidente. "Mantener a Rusia unida, lo que es de por sí un trabajo más que considerable, y segundo, convertir a Rusia nuevamente en un gran poder y ser percibido como tal", dijo Trenin.
Sin embargo, para alcanzar esos objetivos "se necesitan logros económicos". Y para eso, Putin necesita financiamiento europeo, así como sus mercados de energía y de tecnología. Trenin agrega que Putin también quiere tener buenas relaciones con Europa para concentrarse en su verdadera prioridad, que es China, un poder vecino en ascenso con ambiciones y necesidades de recursos.
Pero los populistas europeos no son los únicos que buscan relaciones más calurosas con Rusia. La semana pasada, Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, llamó a terminar con la demonización de Rusia. "Creo que tenemos que volver a conectarnos con Rusia", dijo.
Tanto la canciller Angela Merkel como Macron visitaron Rusia a fines de mayo para negociar el rescate del acuerdo con Irán. Macron fue particularmente efusivo al evocar los lazos culturales e históricos que unen a Rusia con Europa. Si bien Alemania puede sobrellevar los aranceles al aluminio y al acero, muy diferente sería el caso si el presidente norteamericano decidiera avanzar con su amenaza de imponer aranceles unilaterales a los autos importados.
Austria fue el primer país en importar energía rusa hace 50 años, otra de las razones de la visita de Putin, y ahora Europa recibe un tercio de su suministro de gas desde Rusia, cifra que seguirá en aumento.
Los rusos son conscientes del hecho de que Trump creó una oportunidad repentina para ellos.
"En política internacional, acaba de comenzar una batalla por Rusia", dijo el domingo Vladimir Solovyov, conductor de un programa de debate en la televisión estatal rusa que suele reflejar la línea del gobierno. "Desde que Trump declaró una guerra comercial, Europa está obligada a cambiar sus políticas sobre la marcha".
El martes, Vladimir Chizhov, embajador ruso ante la Unión Europea, dijo que está "siguiendo de cerca cómo evoluciona la situación, y cuando se alcance el volumen necesario de voluntad política -y veo esa tendencia-, quizá la Unión Europea tome la decisión de cambiar de rumbo".
Traducción de Jaime Arrambide
- 1
- 2
Los cambios de los rebeldes para la nueva etapa en Siria: “No impondremos el velo, queremos que la gente sea libre”
- 3
“Oro bovino”: el negocio millonario de vender cálculos biliares de vacas de Sudamérica a China
- 4
Francesca Albanese, relatora de la ONU: “El tribunal de la historia nos juzgará y su conclusión será implacable con los que niegan que hay genocidio en Gaza”