Puerta por puerta: Australia despliega a los militares para que controlen el aislamiento de los contagiados de coronavirus
La medida será implementada desde el lunes en la ciudad de Sídney, en la cual se dispuso un aislamiento estricto de nueve semanas en medio de un fuerte brote
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SÍDNEY.- Las fuerzas militares australianas controlarán que se cumplan las órdenes de aislamiento en la ciudad de Sídney, la más grande del país, que atraviesa actualmente un fuerte brote de contagios por la propagación de la variante delta del coronavirus. La localidad empezó un confinamiento total el 26 de junio, el cual se mantendrá hasta el 27 de agosto próximo, una determinación que desencadenó una serie de manifestaciones de repudio.
El primer ministro australiano, Scott Morrison, que estaba esperanzado con la pronta apertura de fronteras -contemplada en un plan de regreso a la normalidad que diagramó en cuatro etapas-, puso un freno a las medidas de liberación e indicó que no abrirá los aeropuertos hasta que el 80% de la población adulta no se encuentre vacunada. El objetivo es lejano, ya que solo el 18% de esa franja poblacional pudo completar su esquema e vacunación.
Los cinco millones de habitantes de Sídney se encuentran bajo aislamiento estricto desde fines de junio, debido a una preocupante ola de más de 3000 contagios que empezó a crecer el mes pasado. Esta semana, las autoridades australianas dispusieron, además, medidas también duras en otras zonas afectadas en el país, que incluyen testeos obligatorios y uso de máscaras al aire libre.
A partir del próximo lunes, unos 300 miembros del ejército ayudarán a la policía a ir de puerta en puerta para asegurarse de que las personas que hayan dado positivo en las pruebas estén aisladas; lo afirmó Mick Fuller, el encargado de la policía del estado del sureste australiano Nueva Gales del Sur -cuya capital es Sídney-, en una conferencia de prensa.
Qué harán
Las fuentes policiales detallaron, en declaraciones públicas, que los soldados serán formados para esta tarea durante el fin de semana, y que acompañarán a los policías en el rastreo de contactos estrechos y el control de la restricción al desplazamiento. Irán desarmados y no podrán imponer multas ni detener personas, un rol que continuará relegado al personal policial.
“Tenemos dos mil puertas que tenemos que tocar, por lo que traer a los soldados tiene un sentido logístico”, agregó Fuller. El despliegue de los militares tendrá foco en al menos ocho comunidades del oeste y suroeste de Sídney, donde se impusieron las medidas más estrictas y solo está habilitada la circulación del personal esencial.
Australia había manejado la crisis del coronavirus mucho mejor que otros países desarrollados, con poco más de 34.000 casos y menos de mil muertes, cifras que se consiguieron tras el cierre estricto de las fronteras.
La campaña de vacunación local tuvo un comienzo lento debido a la escasez de dosis, y solo el 14,2% de la población está completamente vacunada contra el Covid-19. según los registros de Our World in Data, en tanto un 32% recibió al menos una dosis.
El último aumento de casos en Sídney lo desencadenó un conductor del aeropuerto que no usó barbijo y no se encontraba vacunado, quien se infectó el mes pasado. Desde entonces, la ciudad australiana ha reportado 13 muertes.
El viernes, Sídney entró en su sexta semana del bloqueo de nueve semanas, con 170 casos nuevos, ante un récord de 239 contagios registrados el jueves, día anterior.
La fuerte ola de contagios atravesó toda la extensión de Sídney, desde el próspero distrito costero Bondi hasta los suburbios occidentales más pobres, donde los dirigentes locales dijeron que los residentes se sentían injustamente perjudicados.
“No tienen mejor idea que traer al ejército como último recurso, porque no tuvieron respuestas sobre los problemas que crearon”, dijo Steve Christou, alcalde de Cumberland, región que concentra la mayor parte del área metropolitana de Sídney.
Entre las determinaciones que tomó el primer ministro Morrison, se exigió a los ciudadanos de los suburbios del oeste de la ciudad que circulen únicamente dentro de un radio de 5 kilómetros alrededor de sus domicilios, y que, quienes realizan tareas esenciales, se sometan a testeos cada tres días se hagan una prueba de virus cada tres días. A la policía también se le concedió la potestad de cerrar los negocios que incumplen con las reglas.
Normalidad
Con la disconformidad social en aumento, Morrison lanzó un plan de vuelta a la normalidad de cuatro etapas. Australia se encuentra, ahora, en la fase A, con confinamientos que se imponen y levantan dependiendo del avance de los contagios. La fase B se alcanzará cuando el 70% de los adultos se encuentren vacunados, lo que, según declaró Morrison, significaría mayores libertades y derechos especiales para los inoculados.
El jefe de gobierno no especificó plazos, pero aseguró que la fase B podría alcanzarse en Navidad. “Los bloqueos en la fase B son menos probables, pero son posibles”, advirtió. Además, dijo que la frontera se reabriría gradualmente en la fase C del plan, cuando el 80% de los adultos hayan sido vacunados.
Agencia Reuters
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