¿Pueden Milei y Bukele darle impulso al voto latino en EE.UU.? Los republicanos confían en que sí
Ambos presidentes han captado la atención de los inmigrantes latinoamericanos como contrapesos populistas a los dirigentes fuertes de izquierda repartidos por la región
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OXON HILL, Maryland.- Hace un par de noches, en las afueras de Washington, el presidente de la Argentina tuvo la oportunidad de ser visto y oído por la multitud conservadora reunida para escuchar a Donald Trump. Con voz cascada, Javier Milei exclamó “Hola a todos” y a continuación se presentó como “el león”.
“Qué hermoso día para hacer temblar a la izquierda”, bromeó Milei.
Sus excentricidades tan vez hayan parecido una novedad para los presentes que no estaban familiarizados con la imagen del león que Milei utiliza para simbolizar su feroz postura contra el socialismo, pero el presidente populista de ultraderecha ya era muy conocido entre los latinos de Estados Unidos desde que alcanzó la presidencia de Argentina, a fines del año pasado. Allí, en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) se le sumó el recientemente reelecto presidente de El Salvador, Nayib Bukele, que deleitó a la audiencia con un discurso en perfecto inglés donde ridiculizó al filántropo George Soros y al “globalismo”.
El Partido Republicano se está alineando con algunos de los populistas latinoamericanos como una forma de introducir las elecciones presidenciales de este año dentro del paisaje político de los países de origen de los inmigrantes que viven en Estados Unidos. Tras haber marcado el terreno entre los norteamericanos de origen cubano y venezolano que viven en el sur de Florida atacando a los autoproclamados socialistas que gobiernen esos países, los dirigentes del Partido Republicano ahora están replicando ese modelo, fomentando los lazos entre Trump y los mandatarios afines que ya son muy conocidos entre los votantes hispanohablantes de todo Estados Unidos.
Mercedes Schlapp, exasistente de Trump durante su paso por la Casa Blanca, les dijo a los presentadores de noticias en español que los demócratas vienen cultivando el voto latino desde hace mucho tiempo, pero que en 2020, cuando buscaba la reelección, Trump les dijo a sus estrategas que hicieran “todo lo posible para conseguir el voto latino”. Schlapp agregó que acercar a los mandatarios elegidos democráticamente y que son populares entres los latinos e invitarlos a sumarse a la reciente reunión conservadora es parte de ese esfuerzo.
Según el Centro Pew de Investigaciones Hispanas, los casi 2,5 millones de salvadoreños que viven en Estados Unidos superan en número a los cubanos. La diáspora argentina es mucho menor. Pero tanto Bukele como Milei han captado la atención de los inmigrantes de América Latina como contrapesos populistas a los hombres fuertes de izquierda que hay repartidos por América Central y América del Sur.
José Aliaga, un inmigrante peruano que asistió al CPAC como líder republicano de un municipio de Michigan, comparó a Bukele después de su discurso con Trump, quien va por su tercera nominación republicana y por su revancha frente al presidente Joe Biden.
“Bukele no sólo dice todo lo correcto, sino que también tiene resultados que mostrar”, comentó Aliaga. “Bukele y Trump tienen el mismo mensaje: quieren frenar el delito, mejorar la economía, ofrecer más empleos y dar a todos la oportunidad de salir adelante”.
“Ambos quieren gobernar con mano de hierro, simplemente uno habla español y el otro habla inglés”, señaló.
Milei hizo campaña con una motosierra para graficar los drásticos recortes que pensaba hacer en la Argentina y es un admirador confeso de Trump. No fue a la CPAC con la motosierra, pero cuando se cruzó con Trump entre los discursos de ambos, Milei corrió hacia Trump al grito de “¡Presidente!” y le dio un fuerte abrazo para luego posar para los fotógrafos. Según un video publicado por uno de sus asistentes, Trump le dijo: “Hagamos a la Argentina grande otra vez”, en referencia al eslogan de campaña de Milei, inspirado en el de Trump.
El día antes de su visita, Milei se reunió en Buenos Aires con el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, y otros funcionarios de la administración Biden. Según uno de los ministros de Milei, el embajador estadounidense Marc Stanley, abogado texano y donante demócrata, intentó disuadir a Milei de aparecer junto a Trump, advirtiéndole que la CPAC era un evento “muy político”.
El Departamento de Estado no respondió a una solicitud de comentarios para este artículo, y el vocero de la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires se limitó a decir: “No hacemos comentarios sobre reuniones privadas.”
El senador republicano por el estado de Florida, Marco Rubio, un cubanoamericano que ha respaldado a Trump, viajó la semana pasada a Buenos Aires para reunirse con Milei en la Casa Rosada y le pidió que le autografiara una taza con el lema “no hay plata”, que Milei utilizó en campaña para decir que el país ya no subsidiará programas sociales.
Eduardo Verástegui es un activista conservador mexicano que saltó a la fama en la década de 1990 como galán de telenovelas y trató de postularse como candidato independiente para la presidencia de México. Verástegui se refiere a Trump como su amigo y en 2020 fue invitado para asesorarlo sobre temas hispanos.
“Tenerlos acá en este año electoral es algo único, que puede despertar a la comunidad hispana de Estados Unidos”, apunta Verástegui. “Creo que éste puede ser un punto de inflexión.”
Sin embargo, Maca Casado, vocera de campaña de Biden, criticó el plan de Trump para seducir a los latinos, y resaltó que sus políticas como era presidente y sus propuestas como candidato son antiinmigrantes.
“Estamos hablando de un hombre que ha demonizado sistemáticamente a los latinos en beneficio político propio, alguien que mientras estuvo en el cargo se ocupó de atacar a la comunidad latina, que hasta ha repetido como loro el discurso de dictadores y que dijo que los inmigrantes estaban contaminando la sangre del país”, disparó Casado en una declaración. “Nuestra comunidad sabe la verdad: al partido de Trump le importan un carajo los latinos”.
Benjamin Gedan, director del Programa para América Latina del Wilson Center, con sede en Washington, advierte que estos líderes “o están antagonizando deliberadamente con la actual Casa Blanca o están dando un paso en falso diplomático fácilmente evitable.”
En la CPAC, Bukele tal vez fue incluso más popular que Milei y que Trump: después de su discurso del jueves, fue seguido por decenas de partidarios que tocaban bocina y vivaban su nombre.
Un periodista hispanohablante de Voz Media, un medio conservador con sede en Texas, se acercó a Bukele para hacerle preguntas sobre Biden y Trump. Bukele dijo que el gobierno de Biden “no se interesó en trabajar con nosotros” y agregó que cuando gobernaba Trump las relaciones entre ambos países eran “mucho mejores”, pero no llegó a brindarle su apoyo expresa para las próximas elecciones. “Eso se lo dejo a la gente”, dijo el mandatario salvadoreño.
Bukele se ha vuelto enormemente popular en El Salvador, gracias a su guerra contra las bandas narco -con más de 76.000 arrestos-, y también entre los salvadoreños que viven en Estados Unidos, concentrados sobre todo en California, Texas y Nueva York.
En su discurso, Bukele aprovechó para denunciar que la administración Clinton deportó a miembros de una banda formada por salvadoreños en Estados Unidos tras emigrar escapando de la guerra civil de 1979-1992. Se refería a la banda MS-13, cuyo origen suele situarse erróneamente a El Salvador.
Un asesor de Bukele dijo que el mandatario quiso ir a Estados Unidos para hablar con los conservadores y promover sus esfuerzos por cambiar a El Salvador, donde la tasa de homicidios cayó drásticamente: el país pasó de ser uno de los más violentos del continente a ser uno de los más seguros.
Dos mucamas del hotel que se encontraba justo enfrente del lugar donde se realizó la CPAC sabían exactamente la hora a la que debía aparecer Bukele y tenían la esperanza de poder ver aunque sea de lejos al mandatario. Ambas dijeron que su país de origen ha cambiado gracias a él. Pero cuando les preguntaron si estaban igualmente emocionadas de ver a Trump, sonrieron y negaron con la cabeza.
Adriana Gómez Licon
Agencia AP
Traducción de Jaime Arrambide
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