¿Puede Ucrania ganar la guerra? Y otras incógnitas que definirán el conflicto
Mientras Moscú se debilita, Kiev tiene ahora la iniciativa, al menos en la dimensión bélica y política; qué piensan los especialistas militares y funcionarios occidentales
- 10 minutos de lectura'
Como pocas veces en su vida, Vladimir Putin está a la defensiva adentro y afuera de Rusia.
En su mayor golpe de efecto desde que comenzó la guerra, Ucrania acaba de darle una paliza militar en la crítica región de Kharkiv. Esa contraofensiva despertó en Rusia un fenómeno aletargado por completo durante estos siete meses de guerra: críticas furiosas y abiertas al Kremlin por su estrategia.
El presidente ruso se topó también con reproches fuera de su país, en un ámbito que creía le sería amigable. En Uzbekistán, la India y China le reprocharon su aventura bélica, la primera de forma más pública y atrevida que la segunda. Ambas naciones, de todas maneras, compran con descuento el petróleo que Rusia dejó de venderle a Occidente y siguen siendo el salvavidas económico de Putin.
Con esos ingresos récord, el gobierno ruso logró contener, por ahora, el desastre económico al que apuntan las sanciones occidentales. Pero Estados Unidos y la Unión Europea (UE) estiman –y también esperan- que sus medidas empezarán a sentirse con fuerza en la vida diaria de Rusia en 2023.
Aun cuando los pronósticos iniciales sobre el tamaño de la recesión se hayan moderado, un informe de la consultora Scope advirtió, esta semana, que recién en 2030 la economía rusa podría regresar a su nivel anterior a la guerra, que ya de por sí era bajo luego de casi una década de crecimiento anémico.
La guerra hoy se desarrolla, sobre todo, en tres planos: el militar, el económico y el político y diplomático; en los tres, Rusia se debilita.
Ucrania, en cambio, tiene ahora la iniciativa, al menos en la dimensión bélica y política. La contraofensiva que, el fin de semana pasado, le permitió repeler a las fuerzas rusas y recuperar la región de Kharkiv fue el tercer gran logro ucraniano en la guerra, después de la defensa de Kiev, en marzo, y de la retirada rusa de Snake Island, en junio.
Este éxito, sin embargo, podría tener un impacto mayor que los otros. Por un lado, reveló unas fuerzas armadas ucranianas ágiles y preparadas en el combate de infantería y en la estrategia militar y potenciadas por el armamento enviado por Occidente, todos elementos críticos para las siguientes fases de la guerra. Y por el otro, envalentona y alimenta la moral del gobierno de Volodimir Zelensky y de sus socios internacionales y cierra las fisuras internas de la OTAN a las que apuesta Putin.
Hasta ahora, la guerra de desgaste en Ucrania, como la mayoría de los conflictos bélicos, fue pendular. La iniciativa fue tomada cíclicamente por Rusia, con su avance sobre todo el Donbass y la ocupación de ciudades clave como Mariupol, Zaporiyia o Kherson, y por Ucrania, con la defensa de Kiev o el hundimiento de navíos rusos.
¿Podrán ahora las fuerzas ucranianas mantener la iniciativa y dominar las próximas fases de la guerra hasta forzar a Rusia a una capitulación?
Más que nunca en estos siete meses, especialistas militares y funcionarios occidentales piensan que sí, que la victoria de Ucrania es posible, pero no será ni fácil ni rápida.
Ese creciente grupo de expertos advierte que la contraofensiva ucraniana desnudó un problema ya casi estructural en la estrategia rusa: la falta de tropas entrenadas. Michael Kofman, director de Estudios Rusos del Centro de Análisis Naval norteamericano, resumió ese déficit, en el blog War on the Rocks, como “falta de rotación de tropas [lo que lleva al agotamiento], poca capacidad de retención [soldados que desertan] y poco reclutamiento de nuevos combatientes”. Ninguno de esos problemas se arregla en el corto plazo.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se sumó al optimismo sobre las posibilidades ucranianas al describir, el miércoles pasado, cómo las sanciones empiezan a deteriorar el potencial del arsenal ruso. “Las Fuerzas Armadas rusas sacan los chips de los lavaplatos y las heladeras porque Rusia ya no tiene acceso a semiconductores”. Otro problema para el Kremlin que tampoco se soluciona fácilmente.
Más escéptico y precavido, el gobierno de Zelensky responde que ni los ucranianos ni Occidente deben dejarse llevar por la euforia y que, de llegar, el triunfo será a largo plazo.
1. ¿Cómo definen Ucrania y Rusia la victoria?
Para responder si Ucrania puede derrotar en el campo de batalla a una potencia nuclear que tienen un presupuesto militar diez veces mayor y cinco veces más de tropas, primero hay que definir qué significa victoria para uno y otros.
La definición de triunfo cambió para Rusia y Ucrania a medida que la guerra maduró. El Kremlin lanzó la invasión con un objetivo maximalista que –estimaba- le llevaría apenas unos días conseguir: “desnazificar y desmilitarizar” el gobierno de Ucrania, es decir instalar una administración cercana a Putin y desarmar al país. Pero a medida que esa misión se topó con la realidad, la definición de victoria de Rusia se redujo y la de Ucrania creció.
Hoy, según dijo Putin el viernes, Rusia busca asegurar el Donbass, un poco más de territorio con el que contaba antes de la invasión. Ucrania, en cambio, va por todo. Ya no solo es resistir sino repeler a su enemigo y forzar su retirada incluso más allá de donde está desde 2014, es decir erradicar la presencia rusa de toda la geografía de Ucrania.
El ministro de Defensa de Ucrania, Oleksii Reznicov, fue bastante más allá esta semana y advirtió que una victoria de su país significará que Rusia también deberá pagar los costos de la reconstrucción y que sus funcionarios tendrán que ser juzgados por crímenes de guerra. ¿Podrá Ucrania alcanzar ese objetivo?
Para algunos especialistas, eso no solo es posible, sino necesario para disuadir a Rusia de que se lance a nuevas aventuras de conquista en el futuro.
“Para convencer a los rusos de que deben negociar [la paz] seriamente, hay que demostrarles que la derrota militar –y no solo un empate- es posible”, dijo, esta semana en un ensayo, Jack Watlin, especialista en guerra terrestre del Royal United Services Institute, un think tank británico de seguridad y defensa.
En ese caso, Ucrania se enfrentará a otra pregunta: ¿qué tan lejos debe llegar una eventual victoria?
2. ¿Un triunfo debe ser total y humillante o parcial y estratégico?
De ser alcanzable, un triunfo total e inapelable sobre Rusia le permitiría a Ucrania forjar un acuerdo final de paz en sus propios términos y alejar, tal vez para siempre, el fantasma de otra invasión. Pero, la historia de la guerra muestra también que los costos y la duración de una victoria completa son altísimos incluso para los vencedores, y que no siempre la humillación de una derrota impiadosa disuade a los vencidos de nuevas ambiciones bélicas.
Por eso, muchos especialistas militares hablan hoy de la necesidad de una victoria estratégica hoy por parte de Ucrania, es decir, por ejemplo, quitarle a Rusia el control de Kherson, en el sur, o empujar las fuerzas rusas a los límites previos al 24 de febrero, ambos objetivos más factibles gracias a la exitosa contraofensiva en Kharkiv.
Lejos de representar un triunfo completo, ese reto sería menos costoso en todo sentido para Ucrania y, a la vez, sería un mensaje contundente a Rusia de que le llegó la hora de negociar un cese al fuego y, eventualmente, la paz.
Ese dilema no es ajeno a la rutina de guerra del gobierno de Zelensky. El presidente ucraniano sabe que necesita todo el apoyo de un país cada vez más horrorizado y movilizado por la destrucción y las atrocidades que dejan las tropas rusas a su paso, como en sucedió en Bucha, Mariupol e Izium. Por eso el mandatario promete ir todo por el todo y quedarse hasta con Crimea, que cada vez es más la joya de la corona de la guerra.
3. ¿Cómo puede llegar Ucrania a la victoria?
En esa línea, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, Valery Zalushny, dijo, en un documento publicado hace 10 días, que Crimea “es el centro de gravedad del enemigo” de la estrategia rusa y que “su efectivo control cambiaría el curso de la guerra”. Pero, más precavido, advirtió que ese es un plan “unilateral” que obligaría a Rusia a redesplegar su flota del Mar Negro, pero no a capitular.
Zalushny propuso, en cambio, aumentar el alcance del arsenal aéreo ucraniano, hoy entre 10 y 20 veces menos que el de sus rivales, para que los rusos “sientan la guerra en su propio territorio”, dentro de Rusia.
Ucrania no cuenta con ese arsenal y presiona a sus mayores proveedores de armas, Estados Unidos y Gran Bretaña, para que se los envíe para acelerar el final de la guerra. Las armas que llegaron en los últimos meses a Ucrania –los Himars norteamericanos y los tanques antiaéreos Gepard, de Alemania- fueron decisivas para la contraofensiva en Kharkiv. Aún quedan miles de millones de dólares en arsenal por llegar a Ucrania. Estados Unidos, por ejemplo, se comprometió a proveer arsenal por 8600 millones de dólares y recién lleva transferidos cerca de 2500 millones, de acuerdo con el Monitoreo de Ucrania del Instituto Kiel.
Sin embargo, ni Washington ni Londres están dispuestos a facilitarle a Kiev armas del alcance propuesto por Zalushny. Apuestan, en cambio, por que Ucrania reproduzca su estrategia de Kharkiv sobre Kherson y el Donbass, para arrinconar a las fuerzas rusas en los próximos meses.
En la Casa Blanca estiman que las armas de largo alcance norteamericanas o británicas serían leídas por Putin como un ataque frontal de Occidente al corazón de Rusia.
El presidente ruso está a la defensiva y sus opciones para retomar la iniciativa en el campo de batalla del este y el sur ucraniano son limitadas y a mediano plazo. Por eso, los gobiernos occidentales temen que, sintiéndose acorralado, Putin escale el conflicto con un ataque a una nación de la OTAN, una ofensiva que llevaría la guerra a una dimensión incluso más peligrosa para el mundo.
4. ¿Cuánto más seguirá la guerra?
Un ataque así sería la opción más rápida de Putin, en un momento en el que necesita mostrarle a un creciente número de críticos rusos que su estrategia de guerra no está destinada a fracasar. Esos grupos, mayormente de la extrema derecha local, creen que el plan del Kremlin es demasiado indulgente y llaman al presidente prácticamente a aniquilar Ucrania e incluso a abrir el conflicto con ataques a países que ayudan a Kiev.
El reclamo más insistente de esos sectores es que el Kremlin ponga en marcha un reclutamiento obligatorio y generalizado para reabastecer de soldados las filas rusas en Ucrania. Para el gobierno ruso, semejante movilización tiene dos desafíos. Primero, dejaría en evidencia ante todos los rusos que la “operación especial” no es ni exitosa ni está controlada como Putin dice. Segundo, un reclutamiento implica también varios meses de entrenamiento para los nuevos soldados. Y las tropas rusas y los mercenarios que combaten a su lado están desgastadas y reducidas hoy, ni hablar en algunos meses.
De todas maneras, el gobierno de Putin espera que el invierno boreal que está por llegar sea un salvavidas, al menos en el plano político y diplomático y, eventualmente, en el militar. Apuesta a que la falta de gas enfurezca a los europeos y los lleve a presionar a sus líderes para que desistan de las sanciones contra Rusia y de la ayuda a Ucrania.
Curiosamente, también Ucrania cree que el invierno será un puntal de la victoria sobre Rusia. El gobierno de Zelensky está convencido de que el frío y la inclemencia desgastarán aún más a las tropas rusas, un fenómeno que se agudizará si la ofensiva sobre las líneas de suministro en el Donbass y en el sur tiene el mismo éxito que tuvo en Kharkiv.
Ambos bandos esperan, en definitiva, que la guerra se extienda a 2023 y domine el año.
Otras noticias de Guerra en Ucrania
"Nuevos riesgos". Ucrania reclama a sus aliados más sistemas de defensa por la escalada rusa con los misiles hipersónicos
Primer encuentro. Trump se reunió con el jefe de la OTAN para discutir "la seguridad global"
Mensaje a Occidente. Putin hace temblar a Europa con un misil y evoca una guerra mundial: ¿qué busca?
Más leídas de El Mundo
Mensaje a Occidente. Putin hace temblar a Europa con un misil y evoca una guerra mundial: ¿qué busca?
"Chicos de la vergüenza". Frida, la cantante de ABBA que se convirtió en la cara más conocida de un plan racial nazi
"Eliminar lo ordinario". Escándalo por la nueva campaña publicitaria de una marca de lujo
“Acciones criminales”. El chavismo estrecha el cerco sobre Corina Machado: la investigan por “traición a la patria”