¿Puede ganar Romney?
Recortó la ventaja que le lleva Obama y entusiasma a su partido
WASHINGTON.– Algo se dio vuelta en el clima político norteamericano. Luego de los meses de errores y confusión que signaron el proceso de las primarias opositoras, un nuevo optimismo invade a los republicanos que, por primera vez, se permiten experimentar la sensación de que podrían ganar en las elecciones presidenciales de noviembre próximo.
A caballo de lo que dicen las encuestas y los fondos de campaña que recauda, el ex gobernador Mitt Romney sufrió una transformación política por la que dejó de ser percibido como "el candidato imposible" para empezar a construirse como un "candidato posible".
Las probabilidades, se sabe, son otra cosa. Pero gracias a esa transformación, Romney y el presidente Barack Obama están hoy en un virtual "empate técnico" en dos terrenos: intención de voto y capacidad recaudadora, los dos ingredientes indispensables para, al menos, soñar con el éxito. "Si los milagros existen, eso debería ser Mitt Romney", dice, sonriente, el ex gobernador de Mississippi Haley Barbour, al sintetizar ese cambio de ánimo en las filas conservadoras.
Algo que, en su caso, se refleja en la experiencia vital: meses atrás, él mismo dudaba públicamente de Romney. Hoy empieza a verlo como un posible presidente y a cimentar la sospecha de que, después de todo, tal vez Obama no sea políticamente inmortal.
La sorpresa, que es grata en el Partido Republicano, empieza a convertirse en dolor de cabeza en el bando demócrata. En pocas semanas, Romney parece haber revertido parte de la pesada imagen negativa, fruto de los incontables errores que signaron las internas partidarias. ¿Cómo pudo haber ocurrido? "Para mí no es tan sorpresivo. Era de esperarse que, una vez elegido el candidato, el partido se disciplinaría detrás de él y empezaría a mover su poderosa maquinaria", dijo a LA NACION Curtis Gans, director del Centro para el Estudio del Electorado Norteamericano, con sede en Washington.
Libre ya de competidores en las primarias y convertido en el candidato seguro del partido, Romney recaudó el mes pasado 40 millones de dólares, apenas tres millones de dólares menos que los demócratas, con todos sus recursos. "No sólo es la maquinaria del partido. Eso también revela que las bases conservadoras empiezan a cerrar filas atrás de él", explicó Gans.
El otro campo en el que Romney está recortando terreno respecto de Obama es el de las encuestas. Si hace un par de meses daba la impresión de que el presidente corría solo en la carrera, ahora Romney se encuentra a su lado, cabeza a cabeza.
La última encuesta nacional, elaborada por el periódico The Wall Street Journal y NBC News, le otorga a Obama un 47% de la intención de voto, frente al 43% de Romney. La brecha se diluye en el margen de error de 3,38 puntos que reconoce el estudio.
En sentido coincidente, el promedio de encuestas que elabora el sitio Real Clear Politics refleja un retroceso de la popularidad de Obama y un ligero avance para la imagen positiva de Romney.
Desde el comité demócrata corroboran la impresión de que las cosas pueden ponerse mucho más difíciles de lo que se vislumbraba semanas atrás. "Con todo el dinero del partido, Romney puede llegar a ser un candidato formidable. Las de noviembre serán elecciones muy disputadas", evaluó Juan Verde, uno de los asesores de campaña.
Pero ni los fondos, ni la maquinaria del partido, ni la reconocida disciplina que se atribuye al votante republicano terminan por explicar el giro. Mucho más en lo profundo, se habla no sólo de los errores de Obama, sino también del "enorme deseo de sacarlo de la Casa Blanca" que experimentan muchos votantes conservadores.
"En definitiva, el gran unificador de los republicanos es el propio Obama", admitió Barbour. Puso así en palabras la visión –generalmente mucho más reservada– de que, cualquiera que sean los puntos débiles de Romney, terminan palideciendo ante el deseo partidario de desplazar al demócrata del poder.
Un político más maduro
No es sólo eso. Estas semanas de desempeño como candidato del partido, libre de competencia interna, mostraron un Romney más maduro, centrado en el debate económico y más reacio que los demócratas a entrar en el discurso agresivo de campaña.
"La imagen que está proyectando es importante. Su comportamiento empieza a ser el de un posible presidente", dijo Ken Duberstein, ex integrante del equipo de Ronald Reagan. Apuntó así a un Romney que se diferencia en estrategia del que disputó el encarnizado proceso de internas en el partido.
Del otro frente, mientras el republicano se construye como candidato, Obama sufre el desgaste. La última encuesta nacional –que lo encontró virtualmente empatado con Romney– confirma el desencanto popular con su gestión económica.
El 52% de los encuestados opinó que su gestión en ese terreno es mala; una diferencia de casi diez puntos frente al 43% que dijo pensar lo contrario.
Más sintomáticamente aún, la encuesta, cuya muestra se tomó entre el 16 y el 20 de mayo, reveló que sólo un 32% cree que las medidas del gobierno ayudan a solucionar la crisis, mientras que un porcentaje mucho más grande –el 41%– está convencido de que la empeora.
El renovado optimismo republicano es un dato, pero también lo es que Obama está hoy mucho más cerca de obtener los 270 electores que necesitará para ganar las elecciones en noviembre y que, pese a la remontada, Romney está aún lejos de ganarse al electorado; un conjunto al que los analistas viven diseccionando por segmentos.
De acuerdo con esas radiografías electorales, el ex gobernador de Massachusetts tiene dificultades para cosechar entusiasmos entre independientes, mujeres y votantes situados en la franja de entre los 18 y los 43 años.
Otro de los elementos que aún generan recelo es su religión: hasta ahora, nadie que milite en el credo mormón ha llegado a la Casa Blanca.
El gran escenario para la campaña sigue siendo la economía. El gran misterio, sin embargo, es el giro que puede infligir el esperado fallo de la Corte Suprema sobre la reforma de salud, considerada el sello del gobierno de Obama. Si la declara inconstitucional, será un golpazo para el presidente.
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