Protestas en el mundo: cayó el gobierno del Líbano tras un creciente malestar
BEIRUT.- Calles bloqueadas por barricadas, acalorados enfrentamientos entre las fuerzas policiales y los manifestantes, negocios destrozados, saqueos; son imágenes de un paisaje que se ha vuelto bastante frecuente hoy en el mundo y particularmente en el Líbano, un país donde ha cundido la indignación por la corrupción, la gestión económica y las deficiencias en los servicios públicos.
El pasado jueves 17 de octubre, la furia se apoderó de los ciudadanos libaneses y una oleada espontánea de protestas se extendió por todo el país. La prensa internacional no tardó en bautizarlas como "la revolución de Whatsapp", ya que las movilizaciones surgieron a causa del anuncio de un nuevo impuesto para las llamadas de voz a través de internet. Sin embargo, esta tasa fue tan solo la gota que rebalsó el vaso: el enojo de la población libanesa está arraigado en motivos mucho más profundos.
Las primeras protestas arrancaron a principios de octubre en medio del deterioro de la crisis económica y después de una caída de la moneda local por primera vez en las últimas dos décadas. El descontento se arrastraba ya desde julio, cuando el Parlamento aprobó un presupuesto de austeridad para hacer frente al déficit.
El paquete de reformas económicas presentado por el primer ministro libanés, Saad Hariri, no solo se limitaba a las llamadas de WhatsApp, el principal servicio afectado en un país con casi 10 millones de emigrantes, también estaba destinado a la gasolina, el trigo y el tabaco; antes de las protestas, se tenía previsto oficializar dichos impuestos el 22 de octubre.
Casi dos semanas de protestas
Las protestas en el Líbano cumplen hoy casi dos semanas. Se calcula que más de un millón y medio de personas han salido a las calles durante el penúltimo fin de semana de octubre. Los disturbios, que han tenido lugar prácticamente en la totalidad de ciudades del país, e incluso en el extranjero, se han caracterizado por su naturaleza transversal: los manifestantes pertenecen a todas las sectas y estratos sociales, y el objeto de la ira es la totalidad del Gobierno y los partidos políticos libaneses, a los que se acusa de corruptos y de ser incapaces de resolver los problemas económicos del país.
El 18 de octubre, al día siguiente del mayor estallido social en la última década, los manifestantes en Nabatiyeh y Trípoli atacaron las oficinas de varios partidos políticos: Hezbollah, Movimiento Amal y Movimiento Patriótico Libre. Otros intentaron ingresar al Parlamento del Líbano, pero fueron detenidos por el uso de gases lacrimógenos de las Fuerzas Armadas.
Tras la creciente tensión, el Gobierno decidió cancelar en cuestión de horas la tasa para las llamadas de WhatsApp, prevista para 2020, incluida junto a otros nuevos impuestos. Sin embargo, la rectificación de un gobierno que está sometido a la presión del Banco Mundial y del FMI para que adopte medidas de austeridad a cambio de recibir apoyo financiero, no fue suficiente para aplacar los disturbios.
The people of Lebanon took to the streets like this.Not once, not twice, but for two weeks.And their Prime Minister has just announced his resignation. pic.twitter.com/odaAwrfpNY&— Joshua Potash [R] (@JoshuaPotash) October 29, 2019
Después de que la medida del impuesto se retirara, los manifestantes concentraron sus protestas hacia otros reclamos, incluyendo la corrupción generalizada, el mal manejo de la economía y los deficientes servicios públicos en el país.
También protestan por la injusticia, la pobreza, el robo y el saqueo, así como por las carencias en el sistema de salud y de educación o la falta de empleo.
Gobierno frágil
El estallido social amenazó la estabilidad del Ejecutivo de unidad nacional del primer ministro Saad Hariri, un sunita que se sostiene gracias a un frágil equilibrio con los chiitas de Hezbollah, el partido y organización armada sostenida por Irán, y los cristianos.
El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, alertó del riesgo de que la agitación derive en el caos y la guerra civil, y respaldó al Gobierno y al presidente, el cristiano maronita Michel Aoun.
Hezbollah’s leader Hassan Nasrallah warned that the protest movement risked pushing Lebanon into "chaos" and "God forbid" civil war. #Lebanon#lebanonrevolution#?????#?????_?????#????_????_????_??????_????_????#?????#?????_????https://t.co/jI5OeZkYdi&— euKaaz (@eukaaz1) October 26, 2019
Hariri, próximo a Arabia Saudita y Estados Unidos, ocupa el cargo desde 2016, aunque antes ya lo había hecho entre 2009 y 2011. Es hijo de Rafiq Hariri, asesinado cuando era primer ministro con un coche bomba en 2005, lo que desencadenó una serie de movilizaciones conocida como la Revolución de los Cedros.
Dimisión de Hariri
Incapaz de controlar la situación, el asediado primer ministro libanés informó hoy que entregará su renuncia al presidente Michel Aoun luego de que alcanzó a un "punto muerto" tras casi dos semanas de protestas contra el gobierno.
"Voy ahora al palacio presidencial de Baabda para entregar mi renuncia al presidente de la república Michel Aoun", dijo Hariri. "Tomé esta decisión tras escuchar los pedidos de los manifestantes", agregó, afirmando que se encontró en un callejón sin salida.
Los comentarios de Hariri fueron celebrados por los pocos manifestantes que habían regresado al epicentro de las protestas en el centro de Beirut.
El mensaje de Hariri se produjo poco después de que cientos de partidarios de Hezbollah desmantelaron el principal campamento de protesta contra el gobierno en la capital libanesa, prendiendo fuego a las tiendas de campaña, destrozando sillas de plástico y persiguiendo a los manifestantes.
El primer ministro pidió a todos los libaneses proteger la paz civil y evitar un mayor deterioro económico.
Agencias ANSA y AP
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