Protestas, detenidos y tensión en París por el “convoy de la libertad”
La policía lanzó gases lacrimógenos y se enfrentó a manifestantes para disolver el intento de bloqueo de la capital
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PARÍS.– La calma parecía haber regresado la noche del sábado a París, después de una jornada de escaramuzas con el despliegue de la policía, bocinazos, embotellamientos, cantos y consignas, pancartas antigubernamentales y muchas, muchas banderas francesas, protagonizada por el autodenominado “convoy de la libertad”, que protesta contra el pase de vacunación y la carestía de la vida. Pero la capital no fue bloqueada en ningún momento, ni hubo manifestaciones masivas, debido a la prohibición de la prefectura.
No obstante, varios centenares de vehículos provenientes del interior de Francia lograron sortear el riguroso control policial y desfilar por el centro de París. Según el ministerio del Interior, la movilización reunió poco más de 32.000 manifestantes en todo el país, entre ellos unos 7600 en la capital, mientras que los organizadores reivindicaron más de 7000 vehículos.
La prohibición de acceso a la ciudad decidida por la prefectura volvió la tarea particularmente ardua para los participantes del convoy. Desde la noche del viernes, las fuerzas del orden comenzaron a filtrar el tránsito en los peajes de las autopistas que conducen a la capital. En la madrugada del sábado también cerraron las puertas de ingreso a la ciudad, ubicadas sobre el boulevard periférico que la rodea. Al mediodía, unos 300 vehículos se encontraban bloqueados en la autopista A4, mientras las multas se multiplicaban contra aquellos que, a pesar de la prohibición, persistieron en participar en manifestaciones improvisadas en la avenida de los Campos Elíseos y en otros puntos neurálgicos de la capital.
La multitud de argumentos expresados por los participantes de la protesta indican un movimiento realmente heteróclito, donde se mezclan una profunda desconfianza en las instituciones, el temor por un futuro incierto, una marcada permeabilidad a las teorías conspirativas y una preocupante agresividad contenida que, a menos de 60 días de las elecciones presidenciales, es motivo de auténtica preocupación gubernamental.
“Vinimos del Var [sudeste] para defender nuestros hijos, para protegerlos. El gobierno quiere inyectarles un producto sin que los científicos estén de acuerdo entre ellos. Es inaceptable”, dijo una pareja desde su auto, dispuestos ambos a seguir hasta Bruselas para unirse a una gran protesta europea antivacuna ante la Comisión Europea. Saben, sin embargo, que probablemente nunca lo consigan pues las autoridades de Bélgica también prohibieron el ingreso del convoy a la capital.
“Todo aumenta”
“Había consenso para vacunar a los mayores de 65 años y las personas inmunodeprimidas. ¿Por qué había que vacunar a todo el mundo?”, dice Laurent, un mecánico de 40 años, residente de la ciudad de Lille, en el norte del país. Nolwen, su compañera, una joven agricultora de 33 años, madre de tres niños, está furiosa ante una situación económica que cada día se degrada más.
“Todo aumenta. El gas, el combustible, la comida, la ropa. Todo es culpa de este gobierno, que no hace nada por proteger a los más débiles”, dice. De nada sirve recordarle que la inflación actual (que en Francia alcanza el 3%) es un fenómeno mundial y que el país ha sido, durante la pandemia, uno de los que más invirtió en el mundo para mantener el poder adquisitivo y el empleo.
“¡No! [El presidente Emmanuel] Macron es el único culpable de todo. Él también forma parte de un complot internacional para someternos a todos. Si no hacemos algo, terminaremos siendo esclavos de esas logias… La gente no es tonta. Por eso manifiestan en Canadá, en Francia y en otros países de Europa. Esta vez no nos engañarán”, persiste.
“Macron dijo que los ciudadanos tienen más deberes que derechos. ¡Es totalmente increíble!”, se lamenta Marie-Claire, que interviene en la conversación. Tampoco en este caso vale la pena decirle que el presidente nunca dijo eso. La joven enfermera de 28 años fue suspendida de su trabajo por no haber querido vacunarse y considera esa obligación “una violación a su libertad”: “La libertad de los otros es problema de ellos. Yo defiendo la mía”, afirma desafiante.
Ante una situación potencialmente explosiva, Macron llamó el viernes a todos a dar pruebas de serenidad y tolerancia: “Estamos todos muy cansados” tras dos años de pandemia, reconoció el jefe del Estado. “A veces, esa fatiga se traduce en cólera. Pero todos necesitamos concordia y mucha indulgencia colectiva”, dijo.
Al atardecer, los 7000 efectivos desplegados recibieron la orden de evacuar con gases lacrimógenos las inmediaciones del Arco del Triunfo, en la avenida de los Campos Elíseos, mientras varias grúas trasladaban los vehículos de la caravana hacia un depósito municipal. Además de los centenares de multados, hubo 54 detenidos durante la jornada.
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