Preocupación en occidente por un posible acuerdo estratégico entre China e Irán
Los medios norteamericanos y europeos informan –con sorpresa- que China e Irán estarían avanzando hacia la celebración de un importante acuerdo estratégico bilateral.
El mismo estaría siendo negociado pacientemente desde el año 2016, cuando tuviera lugar la primera visita oficial de Xi Jinping a Irán. El texto final acordado por las dos partes podría estar ya muy próximo a ser suscripto.
Para Irán, cuya economía real ha sido golpeada duramente por las fuertes sanciones económicas que le fueran impuestas por los Estados Unidos, se trata de obtener una muy significativa corriente de nuevas inversiones chinas, particularmente enfocadas en el sector energético y en la modernización acelerada de la infraestructura física iraní.
Irán, a cambio, aseguraría a China la provisión regular de petróleo y combustibles a precios concertados, por anticipado, con algún descuento y por un plazo de, por lo menos, 25 años.
Hablamos de un acuerdo referido a unos 400 billones barriles de crudo. Una enormidad. Y de un tema que es absolutamente crucial para China, que hoy importa nada menos que el 75% de sus necesidades de petróleo y combustibles. O sea, unos 10 millones de barriles diarios.
Dos pueblos no occidentales con profundas culturas milenarias acercarían así -muy fuertemente- sus respectivos procesos de desarrollo. Y frustrarían sustancialmente el impacto adverso de las sanciones económicas norteamericanas impuestas a Irán por su peligrosa conducta en búsqueda de transformarse en una potencia nuclear. Irán es, además, el país del mundo que más activamente exporta terrorismo, con frecuencia en cooperación y de la mano del movimiento -también terrorista- libanés denominado "Hezbollah".
Se trataría, esencialmente, de que China fortalezca y modernice, rápidamente, la infraestructura iraní, invirtiendo decisivamente en ella, fundamentalmente en la construcción de modernos caminos, puertos, logística, comunicaciones aéreas, servicios esenciales, etc.
Para ello, se habrían identificado ya nada menos que más de un centenar de proyectos, bien concretos. Entre ellos, la construcción de dos puertos modernos nuevos que serían emplazados sobre el Mar de Omán. Muy cerca del también estratégico Estrecho de Ormuz. Ellos complementarían el activo accionar comercial chino desde los puertos que el país conducido por Xi Jinping ya opera, tanto en Pakistán como en Sri Lanka.
Además de lo antedicho, ambas naciones se acercarían, asimismo, en el delicado capítulo de la cooperación militar que ya han abierto. Y compartirían los resultados de sus respectivas "inteligencias militares".
China, cabe recordar, opera ya una base naval militar en Djibouti, donde los Estados Unidos también están presentes, ocupando tierras e instalaciones, con idéntico propósito. Ellas se utilizan activamente desde el año 2015.
Por la dimensión de su posible impacto geopolítico y militar, estas trascendentes conversaciones bilaterales que estarían siendo activamente mantenidas entre China e Irán son hoy seguramente seguidas, muy de cerca, por todos los países más importantes del mundo.
Exembajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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