Praga vivió la mayor protesta desde la caída del comunismo
Unos 250.000 manifestantes exigieron la renuncia del premier
PRAGA.- La mayor protesta en la República Checa desde la caída del comunismo hace 30 años congregó ayer en Praga a unas 250.000 personas que pidieron la renuncia del primer ministro Andrej Babis, sospechado de fraude, y por la independencia de la Justicia.
"A juzgar por las fotos aéreas, parece que somos unos 250.000", anunció al inicio de la manifestación Mikulas Minar, responsable de la ONG Un Millón de Momentos para la Democracia, que organizó la enorme movilización.
Los participantes confluyeron simbólicamente en la explanada de Letna, lugar famoso por las inmensas protestas que se desarrollaron allí en 1989 contra el antiguo régimen totalitario, en las que el dramaturgo y disidente Vaclav Havel (1936-2011), futuro presidente, se dirigía a la muchedumbre. Aquel movimiento pacífico se conoció como la Revolución de Terciopelo.
"No estamos haciendo una revolución, pero queremos retomar los legados y los valores de 1989", declaró el vicepresidente de la ONG, Benjamin Roll.
El primer ministro Babis, de 64 años, segunda fortuna del país y fundador del gigante agroalimentario Agrofert, fue investigado el año último en un caso de presunto desvío de dos millones de euros de fondos europeos.
Los detractores de Babis lo critican también por su afiliación al Partido Comunista antes de 1989 y su presunta colaboración con la policía secreta del viejo régimen. También incidió la reciente sustitución del ministro de Justicia por un político cercano al presidente, Milos Zeman, un día después de que se acusara a Babis.
En la movilización, entre banderas checas y europeas, se podía leer: "¡Babis, dimite!", "¡Tengo vergüenza de mi primer ministro!", "¡Ya tenemos bastante!".
Babis "abusa de todos los sistemas de subsidios, incentivos y exenciones fiscales", dijo uno de los manifestantes, Martin Peroutka, empresario oriundo de Usti nad Labem, en el noreste del país.
El primer ministro también se enfrentaría a un conflicto de intereses entre sus actividades políticas y empresariales, de acuerdo con borradores de auditoría de la Comisión Europea, cuyos extractos fueron filtrados a la prensa checa.
Según esas publicaciones, Babis seguiría beneficiándose de la empresa Agrofert -a pesar de que se desvinculó formalmente en 2017- a través de fondos fiduciarios controlados por su esposa. El político niega con vehemencia el conflicto de intereses, y calificó las auditorías como "un ataque" al país.
La gestión de Babis es rechazada en especial en las ciudades más importantes del país, mientras que su discurso populista encuentra eco favorable en las regiones rurales y fronterizas, las más afectadas por la situación económica.
Ganador de las legislativas de 2017, su movimiento ANO tiene 78 de los 200 escaños en la Cámara baja del Parlamento y gobierna con una alianza en la que participa el partido socialdemócrata CSSD, con el apoyo comunista.
Agencias AFP y ANSA
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