Portugal ya vacunó a toda su población objetivo, ¿y ahora qué sigue?
Con cerca del 85% de la población vacunada con las dos dosis, el país europeo se convirtió en un laboratorio sobre cómo librar la batalla final contra la pandemia
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LISBOA.- La campaña de vacunación de Portugal ya casi terminó, y con un sobresaliente en todos sus objetivos. Los funcionarios del gobierno aseguran que prácticamente todos los portugueses confiaron en la ciencia, y en los centros de vacunación solo queda la última tanda de adolescentes.
Alrededor del 85% de la población de Portugal está vacunada con ambas dosis, el segundo índice de vacunación más alto del mundo, después del diminuto territorio de Gibraltar.
“Lo cierto es que ya no quedan adultos sin vacunarse”, dice Lurdes Costa e Silva, jefa de enfermería de un centro de vacunación de Lisboa que ahora funciona solo medio turno.
Ese logro convierte a Portugal en un excepcional laboratorio donde estudiar la batalla final contra la pandemia, el lugar que permitirá responder preguntas que de otra manera serían hipotéticas. Y una de las grandes preguntas es hasta qué punto se puede controlar el coronavirus vacunando al máximo posible de la población.
La respuesta que está apareciendo es prometedora, mayormente. En Portugal, todos los indicadores sobre la gravedad de la pandemia están cayendo velozmente. La tasa de mortalidad es la mitad del promedio de la Unión Europea (UE) y nueve veces menor que la de Estados Unidos.
Y Lisboa está de fiesta: hay música en vivo y fiestas en toda la ciudad, el tránsito y la circulación de gente que va a trabajar volvió a la normalidad, y la celebridad del momento es el exsubmarinista que se puso al frente de la campaña de vacunación del país. El tradicional Bairro Alto de Lisboa, sede de la movida nocturna, está nuevamente a pleno.
Pero la experiencia de Portugal también envía un mensaje de cautela, el recordatorio de que a 18 meses de iniciada la pandemia, las herramientas actuales de la ciencia tal vez no alcancen para darla por terminada. El virus sigue causando cancelaciones, pérdidas de días de trabajo y enfermedades, aunque pocas veces de gravedad.
Se propaga menos y más lentamente que en lugares donde la tasa de vacunación es más baja, y eso beneficia a todos, incluidos todos los menores de 12 años, para quienes todavía no están autorizadas las vacunas.
Pero la ya mítica “inmunidad de rebaño” sigue siendo escurridiza. Y en la vida cotidiana la gente sigue calculando riesgos, aunque no haya grandes cantidades de personas sin vacunar a quienes culpar. “Obtuvimos buenos resultados, pero no es ni una solución definitiva ni un milagro, como podría pensarse”, dijo Marta Temida, ministra de Salud de Portugal.
Para el fin de semana próximo está previsto que el primer ministro permita la reapertura de las discotecas y levante la restricción de las dos de la mañana para el cierre de los bares, como previa a la “libertad total”. Pero en realidad quedarán en pie algunas precauciones. En algunos interiores el barbijo seguirá siendo obligatorio, y para viajar y asistir a eventos masivos se deberá presentar prueba de vacunación.
Señales
La señal más clara de que la inquietud en Portugal persiste es que los funcionarios de salud temen que el invierno boreal llegue con una ola de casos y hospitalizaciones. Y todavía les preocupa la vulnerabilidad de los ancianos a los estragos del virus.
Los niveles de vacunación de los adultos mayores en Portugal rayan con los estadísticamente imposible: según los datos oficiales, la tasa es del 100%. Pero muchos de ellos fueron vacunados hace más de medio año, y hay estudios de todo el mundo, desde Estados Unidos a Israel, que advierten sobre un descenso de la inmunidad a partir del sexto mes.
Una de las advertencias más serias proviene del Instituto de Ciencias Gulbenkian de Lisboa, donde los investigadores están midiendo los niveles de anticuerpos en varios miles de personas, incluidos 500 adultos mayores que residen en geriátricos. Poco después de ser vacunados con la vacuna de Pfizer-BioNTech, el 95% de los residentes de geriátricos desarrolló anticuerpos.
Pero el mes pasado, cuando llegó el último lote de muestras de sangre, los científicos realizaron las mismas pruebas y los resultados fueron más preocupantes de lo esperado. El personal de los geriátricos, cuya sangre también fue analizada, todavía tenía anticuerpos detectables. Pero más de un tercio de los residentes habían perdido por completo los anticuerpos.
Jocelyne Demengeot, de 58 años, investigadora principal del Instituto Gulbenkian, describió el hallazgo como indicador de algo “no óptimo”.
Demengeot aclaró que los resultados no necesariamente indican la pérdida de protección contra cuadros graves de la enfermedad o contra la muerte, y señaló que sigue existiendo la posibilidad de que la vacuna haya entrenado el sistema inmunológico para enfrentar mejor una eventual exposición al virus. Pero esperar a confirmarlo en la vida real era muy peligroso, y el instituto puso en aviso a los funcionarios de gobierno que manejan la vacunación.
Como en tiempos de guerra
Si bien el éxito de la vacunación en Portugal excede el esfuerzo de una sola persona, los expertos dicen que la campaña iba a los tumbos hasta que tomó las riendas el vicealmirante Henrique Gouveia e Melo. Tras pasar gran parte de su carrera midiendo riesgos, el marino elaboró una estrategia con grandes polos de vacunación y una comunicación clara con la opinión pública.
A partir de ese momento, se convirtió en la voz irrenunciable de un país: un submarinista de casi dos metros de estatura, que había pasado cuatro años de su vida bajo el agua y que ahora estaba obsesionado con cálculos fríos sobre la eficiencia de las vacunas, sus plazos de entrega y la disminución de la mortalidad.
Noche tras noche, desde los canales de televisión, el exsubmarinista dio su mensaje vestido con uniforme militar, para transmitir la idea de una situación de guerra. En marzo, cuando las noticias sobre inusuales coágulos sanguíneos relacionados con la vacuna de AstraZeneca causaron pánico en Europa, Gouveia e Melo puso ese riesgo en contexto. Describió dos caminos, uno para los que eligieron la vacuna y el otro para los que optaron por esperar.
En el camino de los vacunados, un francotirador podía matar a uno de cada 500.000, dijo Gouveia e Melo. En el camino de los no vacunados, un francotirador podía matar a uno de cada 500. “¿Qué camino elegirían?”, le preguntó Gouveia e Melo a los portugueses.
Pero ahora la situación es diferente y Gouveia e Melo cree que lo mejor que puede hacer Portugal es centrarse en ayudar a otros países, no solo por razones morales, sino por su propia seguridad. El vicealmirante cree que aplicar dosis de refuerzo “es estúpido” y siente que su misión en Portugal terminó. Su grupo de trabajo, disuelto esta semana, ya no será necesario. Para él, Portugal se ganó la oportunidad de ayudar en otros lugares.
“No se gana vacunando solo a todos en tu propio país”, dice Gouveia e Melo. “La guerra estará ganada cuando hayamos vacunado a todos en todo el mundo”.
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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