“Porque estamos hasta el moño”,el clamor del votante de Vox
MADRID.- María Jesús, una jubilada madrileña, suspira y se confiesa: "Porque estoy hasta el moño de cómo están las cosas, hija. Por eso", y explica así su flamante primer voto a la derecha radical de Vox.
Nadie sabe si la irrupción de esta nueva fuerza, la novedad en estas elecciones generales, responde más que nada a un estado de ánimo puntual o si, por el contrario, es el comienzo de una trayectoria de calado más largo.
Pero, al menos en el discurso inicial de quienes lo votan, la idea de "un voto castigo" hacia las fuerzas tradicionales parece estar presente. Sobre todo, hacia el conservador Partido Popular (PP) y el liberal Ciudadanos, que son, en mayor y menor grado, sus principales nutrientes.
Aunque no los únicos. Amparo, amiga de María Jesús, y jubilada como ella, se define como "votante del PP de toda la vida". Pero esta vez, no. "Hay mucho remar para el bolsillo", dice, en referencia a los recurrentes casos de corrupción. "Ellos se roban todo y luego aumentan nueve euros en las pensiones", protesta.
Enojo y desencanto
La protesta por un lado y el desencanto, por el otro. Juan Manuel tiene 45 años y está desempleado hace tres. En la última elección votó a Podemos. En esta, a Vox. ¿Cómo puede ser?
"Porque los otros no hicieron nada y hasta el jefe, Pablo Iglesias, se compró un caserón cuando decía que eso era perder la sensación de la calle. ¿Cómo puede saber Iglesias desde su súper mansión la desesperación de no tener trabajo?", dice.
El enojo se entiende. Pero, ¿por qué canalizarlo en beneficio de Vox? "Porque son nuevos. En una de ésas, son mejores. A los otros ya los conozco", dice.
¿Qué identifica al votante de Vox? Su arrastre es absolutamente transversal. Pero, a la hora de buscar algún rasgo, puede que su simpatizante sea el que más símbolos de España lleve en su atavío: pulserita amarilla y roja; cinturón, mochila con pin y hasta camiseta con el toro enamorado de la luna. Tal vez sea sólo casualidad.
Otro de los rasgos es el pudor al declarar el voto. "Cuando le preguntas a alguien por quién vota y te dice que es secreto, ponle la firma que es muy posible que vote a Vox", dice Ignacio Requeijo Avellano, un joven que vota por primera vez, pero que no lo hará por Vox.
Una impresión que, de algún modo, sostiene Narciso Michavila, uno de los encuestadores más respetados de este país. "El voto indeciso no existe. Lo que pasa es que no quieren hacerlo público", sostiene.
El hartazgo tiene un espectro amplio. "Es que en este país no puedes decir nada que ya eres xenófobo, homófobo o fascista", protesta Carlos Manuel Tejada, enojado porque el presidente Pedro Sánchez habla de "cordón sanitario" contra la derecha.
"Yo pago impuestos y sostengo a todos esos que están allí. ¿Cómo pueden decir que me pondrán un cordón sanitario?", protestó, en relación al discurso oficial de La Moncloa de establecer "barreras aislantes" contra la derecha radical.
Confiesa que ese fue el factor determinante para votar a Vox. "Yo estaba indeciso. Pero cuando vi a Sánchez y su cordón contra "las tres derechas", dije, "¡hala! A votarlos!"
El otro rasgo en común fue un cierto desconocimiento de la propuesta de Vox y, a la hora de exponerla, cierto descreimiento de que se vayan a llevar a cabo las más radicales.
"Esto es España. Quien quiere tener armas, las tiene, y quien no, no", dijo Amparo, un poco cansada, eso sí, "de que se jale tanto para el lado de los homosexuales". "Seré fascista hija, pero a ver si mejoran las pensiones, en lugar de tanto financiar la fecundación homosexual".
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