¿Por qué son tan longevas las empresas en Japón? Varias superan los 1000 años
La compañía constructora más antigua del mundo, que fabrica y mantiene templos budistas, tiene 1446 años, y la empresa de entretenimientos Nintendo, 135 años; las claves para la supervivencia a pesar de los conflictos y la modernización, y qué puede aprender Occidente
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La empresaria japonesa Yuka Tsuen, de 52 años, contó a LA NACION un ritual que sigue desde su infancia. “Todas las mañanas preparo dos tazas de té, una para mí y otra para mis antepasados. La de ellos la ofrezco en el altar de mi casa y digo una breve oración: ‘Por favor, que hoy tengamos un buen día’”.
La unidad con el legado de los antepasados sigue jugando hoy un rol fundamental en la cultura japonesa y en la familia Tsuen. Como dueña junto a su hermano Yusuke, de 42 años, de la casa de té Tsuen Tea en Kyoto, fundada en el año 1160 por sus ancestros, ella compara la atención de la empresa familiar con el cuidado de una mascota querida.
“Atender una empresa multigeneracional es como cuidar una tortuga centenaria. Cuando nací, ya estaba en mi casa esta ‘tortuga’ tan especial de más de 800 años. La hemos estado ‘criando’ durante 24 generaciones, generación tras generación. Tenemos que alimentarla y su pequeña casa debe ser limpiada todos los días. Entonces, cuando pienso en lo que debo hacer en mi vida, mi papel es cuidar bien de esta amada ‘tortuga’”, señala.
Su hermano, Yusuke Tsuen, agregó: “Nuestro foco principal, más que estar pensando todo el tiempo en cómo incrementar nuestras ganancias o expandir el negocio, es mantener la calidad de nuestros productos”.
El caso de longevidad de Tsuen Tea está lejos de ser único. En Japón hay 52.000 empresas que tienen más de un siglo de antigüedad, 2000 con más de 500 años, y 21 que son milenarias. E incluso está en Japón la empresa más antigua del mundo con 1446 años de antigüedad, la constructora de templos y santuarios budistas Kongo Gumi.
Fundada en el 578 -cuando hacía un siglo que en Occidente había caído el Imperio Romano, y un niño de ocho años llamado Mahoma crecía en La Meca- la empresa Kongo Gumi conserva su nombre original, aunque en 2006, cuando la presidía Masakazu Kongo -quincuagésimo heredero del más que milenario clan familiar- fue absorbida como filial del gigantesco grupo constructor Takamatsu.
Pero ni Kongo Gumi ni Tsuen Tea están solas en su récord. El hotel más antiguo del mundo, según el Libro Guinness, también está en Japón. Nishiyama Onsen Keiunkan es un hotel onsen (de aguas termales) que abrió sus puertas en el año 705 en la prefectura de Yamanashi, a las afueras de Tokio. Además, la empresa más longeva que cotiza en la bolsa japonesa es Matsui Kensetsu, una constructora que data de 1586.
La clave de la supervivencia no está en la estabilidad del país. En su larguísima historia a Japón no le faltaron enormes crisis sociales, políticas, económicas, y guerras atroces. Hasta sufrieron la devastación de dos bombas atómicas. ¿Cuál es el secreto entonces de la sociedad japonesa para que tantas compañías hayan podido ir atravesando esas turbulencias a lo largo de los siglos y sigan siendo redituables? ¿Hay experiencias que se puedan replicar?
Los especialistas en cultura e historia japonesa mencionan una palabra fundamental para entender este fenómeno, que es el “shinisé”. Aunque ese sustantivo engloba a todas las empresas de larga data, para los empresarios japoneses incluye un concepto básico del taoísmo: el ying-yang, el equilibrio entre fuerzas aparentemente opuestas. En este caso, reconocer y conservar el legado de lo que los predecesores consideraron lo más característico y esencial de su emprendimiento, y por otro lado aplicar la suficiente dosis de creatividad para adaptarse a los tiempos cambiantes.
Ese equilibrio es patente en lo que hicieron los herederos del empresario Fusajiro Yamauchi (1859-1940) que en 1889, hace 135 años, fundó la empresa Nintendo, dedicada a fabricar y comercializar naipes Hanafuda, que tienen ilustraciones en vez de números. Aquellas primeras barajas las hacía el propio Yamauchi con la corteza de moreras que él mismo pintaba a mano.
Hoy Nintendo sigue dedicado a la industria del entretenimiento, pero es un gigante global que vale más de 60.000 millones de dólares, desarrolla y distribuye consolas y software de videojuegos, y es dueño de populares marcas como Super Mario Bros, Pokemón o Donkey Kong.
“El shinisé implica este enorme desafío de saber adecuarse permanentemente con el foco puesto en las necesidades de los clientes, ya sea mejorándose mientras se hace lo mismo durante siglos, como puede ser el caso de un hotel o un restaurante, o transformándose como ocurrió con Nintendo o incluso Toyota, cuyo fundador Kiichiro Toyoda, con “d”, había creado originalmente en 1933 una empresa de maquinaria textil”, explicó a LA NACION José María Kokubu, director para América Latina de la consultora japonesa J-Key, especializada en el proceso de mejora continua conocido como “kaizen”.
En este sentido Kokubu comparó dos experiencias del mismo rubro: “Mientras la norteamericana Kodak, dedicada al equipamiento fotográfico, se quedó en el camino porque no supo adaptarse, Fujifilm, fundada en 1934, se fue adecuando a los tiempos y sigue siendo una de las empresas líderes en el sector de la fotografía y la óptica”.
Kokubu menciona como otra clave de la longevidad empresarial japonesa la relación entre competidores.
“La empresa occidental tiene una tendencia a pensar solo en sí misma y busca obtener la mayor ganancia posible de sus proveedores, sus clientes y su competencia. Es más ‘egocéntrica’. El japonés, en general, es menos individualista, se entiende como parte de un todo y, en el caso de un empresario, su objetivo excluyente es poder seguir brindando un servicio. Según la filosofía kaizen, por supuesto que Toyota quiere vender más autos que Fiat, pero es consciente de que si desapareciera Fiat se rompe un equilibrio del mercado que termina dañando a proveedores, clientes y a todo el sector”, agregó el empresario.
En este sentido, la licenciada Paula Fernández, del Instituto Superior de Estudios Japoneses Nichia Gakuin, recalcó la influencia de otros dos factores: el confucianismo, en cuanto al respeto por la jerarquía, el culto a los antepasados y la búsqueda de la armonía social, y también el budismo.
“Hace poco visité en Tokio la empresa Mitsukoshi que en 1673 fue fundada como una fábrica de kimonos. Hoy, 351 años después, es una enorme tienda de departamentos, como Harrods, que está en todo el mundo. Para ellos fue importante el concepto budista del ‘camino medio´, no irse ni al extremo de seguir fabricando solamente kimonos en pleno siglo XXI ni perder el rasgo distintivo de vender vestimenta de calidad”, señaló Fernández.
La especialista mencionó también otros dos rasgos que hacen a la longevidad de las empresas japonesas. La armoniosa combinación del shintoísmo en cuanto al respeto a la naturaleza y en el cuidado y mantenimiento de sus paisajes, y por otro la pasión occidental por los avances tecnológicos. “Así como en Tokio uno puede hallar jardines apacibles en un más que milenario santuario shintoísta, luego sigue unos pasos más y se encuentra una zona comercial como Akihabara, dedicada a lo tecnológico y lo geek”.
Claro que el progreso también puede ser una amenaza.
Yusuke Tsuen mira con particular preocupación el futuro del Uji, el típico té verde japonés, precisamente originario de Kyoto, donde se encuentra su antiquísima casa de té. “Japón se enfrenta a dificultades en materia de trabajadores debido a la disminución de la tasa de natalidad. Entonces hay escasez de sucesores para los productores que elaboran el té Uji. Y eso también pone bajo amenaza nuestro objetivo de seguir ofreciendo la mejor calidad de té en Japón”, concluye.
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