¿Por qué otra vez? Los múltiples motivos que llevaron a Europa a ser el epicentro del Covid-19
Los expertos analizan la suba de casos con factores que van desde las tasas de vacunación hasta el clima y la falta de cumplimiento de las medidas sanitarias de prevención
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PARÍS.– La Organización Mundial de la Salud (OMS) se alarmó hace 15 días por el ritmo “muy preocupante” de transmisión del Covid-19 en Europa, que podría provocar medio millón de muertos suplementarios antes de febrero próximo. Para frenar la pandemia, los especialistas insisten en la necesidad de alcanzar una alta tasa de vacunación y el respeto de los gestos-barrera para frenar la pandemia. Pero otros elementos se perfilan paulatinamente como imprescindibles.
“Somos nuevamente el epicentro de la pandemia”, deploró el director para Europa de la OMS, Hans Kluge, al insistir en la necesidad de seguir usando masivamente los barbijos. “Proyecciones serias demuestran que si llegamos a una tasa de uso del 95% en Europa y Asia central podríamos salvar hasta 188.000 vidas sobre un total de medio millón que corremos el riesgo de perder hasta febrero próximo”, insistió. Las medidas adoptadas en varios países para contener el brote han desatado protestas y manifestaciones.
Según la OMS, el número de decesos por Covid-19 en Europa –que incluye Rusia y se estira hasta Asia central– aumentó hasta 10% en la primera semana de noviembre, lo que convirtió al continente en la única región en que se incrementaron tanto los nuevos casos como las muertes.
Ahora, la nueva ola golpea los países del norte, aun cuando los niveles de infecciones sean inferiores al los del este. El número de casos por millón de habitantes sube vertiginosamente en Dinamarca, Bélgica, Holanda, Irlanda y Alemania. Más al sur, Italia, España y Francia comienzan a ver la epidemia avanzar lentamente. En la cuenca mediterránea, solo Grecia se distingue con numerosos casos y una fuerte mortalidad, mientras Gran Bretaña vive una situación particular: un nivel de circulación del virus estable, pero muy alto desde hace dos meses.
Pero, ¿qué explica esa desigualdad? En parte, las grandes diferencias en la tasa de vacunación.
“Los países del sur de Europa occidental, como Portugal, España, Italia, Francia o Gran Bretaña, tienen las mejores coberturas de vacunación”, señala Pierre Parneix, médico higienista y de salud pública en el hospital universitario de Burdeos y miembro de la misión de evaluación de la gestión de la crisis sanitaria en Francia. “La misma disparidad existe, por ejemplo, entre el oeste y el este de Alemania, que se traduce en niveles de gravedad diferentes entre las dos partes del país”, precisa.
Para el profesor Jean-François Delfraissy, presidente del Consejo Científico francés, esta nueva ola que golpea a Europa está provocada por factores similares a los del año pasado. Sin embargo, “la gran diferencia es que ahora tenemos la vacuna, que reduce sensiblemente el número de decesos y de gente hospitalizada, y que existe una nueva variante del virus, la delta, extremadamente transmisible. Creo que todavía nadie lo comprendió suficientemente, incluidos los medios científicos”, analiza Delfraissy.
Esa es, en efecto, la mala noticia: si bien las vacunas confieren inmunidad frente al coronavirus, la variante delta parecería disminuir esos niveles. Según un estudio realizado en Singapur, los trabajos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) –la principal agencia sanitaria de Estados Unidos– o de la sociedad de análisis de datos Nference, las vacunas ARN mensajero (Pfizer y Moderna) confieren solo entre 40% y 60% más de inmunidad –comparado a una persona no vacunada– frente a la delta. Esos estudios también sugieren que aquellos vacunados infectados lo son durante un periodo más corto que los no vacunados: en consecuencia, transmiten menos el virus. Lo importante, sin embargo, es que esas vacunas conservan una gran eficacia para impedir formas graves de la cepa delta: 88% para los sueros ARN mensajero y 67% para AstraZeneca. “En todos los países donde hay mucha vacunación, hay prácticamente diez veces menos decesos que en las olas precedentes”, insiste el epidemiólogo y profesor Antoine Flahault.
“Muy inquietante”
Pero otros parámetros entran también en juego. En Bélgica y en Holanda, cuyas poblaciones están ampliamente inmunizadas, la epidemia registra una evolución juzgada “muy inquietante” por las autoridades sanitarias. En ambos países, la curva de pacientes hospitalizados en terapias intensivas y los muertos aumentan.
“Un alto nivel de vacunación de la población no bastará probablemente para evitar que los hospitales saturen debido a una quinta ola invernal”, advierte Flahault. “El aumento del número de contagios se traducirá aritméticamente en un incremento de casos graves, aun cuando el riesgo sea muy inferior para la gente vacunada”, agrega.
Otro factor podría explicar en parte las diferencias observadas en Europa: el clima.
“La forma en que la ola actual avanza corresponde también a la manera en que cambian las condiciones climáticas y se vuelven más favorables al mantenimiento en suspensión de los aerosoles que contienen el virus”, analiza Alix Roumagnac, director de Predict Services, filial de Méteo France, el servicio oficial de meteorología. “El Covid-19 sigue la ola de frío de este a oeste”.
Pero si bien el clima es un factor agravante, tampoco explica todo. El avance del virus puede ser limitado con medidas más o menos severas. El doctor Parneix invita así a observar el stringency index (índice de severidad), que refleja la dureza de las estrategias escogidas para frenar la difusión del Covid-19.
El índice toma en cuenta nueve indicadores (cierre de escuelas, de lugares de trabajo, restricciones de viaje, etcétera) y clasifica los países en una escala de 0 a 100. El resultado es categórico: entre mediados de octubre y mediados de noviembre, el índice de severidad fue mucho más elevado en Francia y en Italia, que en Alemania, Polonia y otros países de Europa del este y del norte. Los países más estrictos parecen menos golpeados, aun cuando –ante la explosión de casos– un refuerzo de medidas se haya registrado recientemente en todo el continente.
Más difícil de medir, debido a la falta de datos, es el respeto de las medidas-barrera, que también puede contribuir a contener el avance de la epidemia. Un estudio del instituto IFOP de octubre pasado muestra que la tasa de respeto de las consignas en materia de lavado de manos es mucho menor en los países del norte (Alemania y Gran Bretaña).
En las próximas semanas, “la cobertura de vacunación, los gestos barrera y el uso del barbijo serán más que nunca esenciales para hacer frente al efecto del frío, que favorece la transmisión”, advierte Alix Roumagnac.
Urgencia
Para el doctor Antoine Flahault, otra medida debería implementarse con urgencia: “Convertir en obligación el control de los niveles de CO2 y normas estrictas de ventilación en los locales que reciben público. Ambas permiten reducir el número de contagios”.
Los especialistas esperan, sin embargo, que el número de casos siga aumentando en las próximas semanas en Europa.
“En Francia, los casos aumentan aun con una población vacunada al 75% y que usa razonablemente el barbijo en locales cerrados. O sea que eso no basta para detener el virus”, analiza el profesor Jean-François Timsit, jefe de Servicio de Reanimación del Hospital Bichat.
“Un reciente estudio israelí muestra que, a partir del cuarto mes después de la segunda dosis de vacuna, cada 30 días, se divide por 1,7 nuestra tasa de protección”, señala.
A su juicio, la mejor forma de evitar una nueva situación dramática como la que vive Alemania es “intensificar la protección inmunitaria”. Es decir, aplicar a todos una tercera dosis. Y, ¿por qué no? Ir haciéndose a la idea de que, como la vacuna de la gripe, será necesario de aquí en más distribuir una inyección de refuerzo anual.
La campaña de la tercera dosis ya comenzó en varios países, como Italia o Francia, donde los mayores de 65 años no podrán renovar su pase sanitario a partir del 15 de diciembre si no recibieron esa tercera inyección. Otros gobiernos del bloque han decidido ir aun más lejos, como Austria, que instauró la vacunación obligatoria a partir de febrero.
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