Es un sitio paradisíaco para vacacionar y la gran apuesta del país para impulsar el turismo; sin embargo, la ONU encendió las alarmas
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Piense en aguas cristalinas, playas anchas y de arena blanca, palmeras y una montaña verde como fondo. Ahora que los viajes se convirtieron en un recuerdo lejano para la mayoría debido a la pandemia del covid-19, esta idea parece el sueño de un turista hecho realidad.
Y esta idea es exactamente lo que el gobierno de Indonesia quiere que se nos venga a la cabeza cuando se hable de Mandalika, el diamante en bruto del turismo que fue llamada “la nueva Bali”.
Pero el programa para desarrollar allí un lujoso complejo turístico, apoyado en gran parte por el gobierno, recibió denuncias por violación a los derechos humanos. Aunque Mandalika es un proyecto de inversión clave para Indonesia, también tiene inversión extranjera, como la que aporta el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés).
Lo que es cierto es que este lugar, ubicado en la isla de Lombok, al este de Bali, es verdaderamente hermoso. Y para explotar su máximo potencial turístico, el gobierno quiere atraer a los grandes nombres de las cadenas hoteleras de lujo como Pullman, Paramount y Club Med.
De hecho, ya se comenzó a construir un circuito para que se realicen competencias de grandes premios de motociclismo, aunque eso no esté exactamente asociado con unas vacaciones de relax en el trópico.
Amenazas e intimidación de los lugareños
Todo sonaba muy promisorio para la industria turística indonesia. Sin embargo, a finales de marzo expertos de las Naciones Unidas señalaron que el proyecto “pisotea los derechos humanos” de los lugareños. En la denuncia, el organismo internacional señala que las personas que viven en la zona han sido “amenazadas e intimidadas, para que dejen sus tierras sin ningún tipo de compensación”.
Y las criticas también se dirigieron contra AIIB y el grupo francés VINCI, que es el principal inversionista y está a cargo de la construcción del circuito de motociclismo, varios hoteles y un hospital. Las autoridades regionales y la policía respondieron que no son ciertas las denuncias por desalojo forzado y acaparamiento de tierras e incluso acusaron a los expertos de la ONU de crear una “falsa narrativa”.
El AIIB indicó, por su parte, que su trabajo se adhiere totalmente a las normativas ambientales y sociales y que responderá con “prontitud” a las quejas que se expresaron en la zona. “El informe final de la ONU no encontró evidencia de presunta coerción, uso de fuerza directa e intimidación relacionados con la adquisición de tierras y la reubicación de las personas”, dijo el banco en un comunicado.
Sin embargo, cuando un equipo de la BBC viajó a Mandalika para saber lo que estaba pasando, las experiencias que reportaron de los lugareños varían ampliamente. Docenas de familias, incluso con su ganado, se resisten a irse de la aldea Kuta, mientras se puede ver a través de las palmeras cómo avanza la construcción del circuito de motociclismo.
La situación allí es complicada por el hecho de que no todos los habitantes de la aldea tienen la documentación que los acredite como dueños de la tierra donde viven. Entre cientos de hogares en la aldea, cerca de 180 no poseen título de propiedad y no tienen cómo impugnar la orden de desalojo en una corte.
Una de las residentes de la aldea señaló que se resiste a irse porque cree que su familia nunca le vendió la tierra al gobierno. Mientras tanto, a otros residentes en el mismo sector les dijeron que esa tierra ya le pertenecía al Estado.
Muchos de aquellos que no tienen el título de propiedad de la tierra fueron reubicados en otro lugar, ubicado a unos dos kilómetros de Kuta. Pero Olivier De Schutter, uno de los analistas de la ONU que estuvo en la zona y que es experto en temas de pobreza y derechos humanos, le dijo a la BBC que aquellos que no se fueron están obligados a vivir al lado del lugar donde se está construyendo la pista de motociclismo.
“Lo que es realmente preocupante es que el trabajo de construcción de estos hoteles y del circuito de motos ha comenzado sin que las familias hayan sido realmente reubicadas en condiciones adecuadas”, dijo. De Schutter añadió que lo que hizoel gobierno, de llevarse a los aldeanos y reubicarlos en otro rincón de la isla, no resulta suficiente porque muchos de ellos dependían de su antigua aldea para su supervivencia.
“Tener techo, agua, electricidad y comida no es suficiente”, señaló De Shutter y agregó: “Debes tener la capacidad de sobrevivir. De otra manera, estas comunidades van a estar en una situación desesperada”.
A se vez, señaló que una compensación monetaria no se resuelve un proceso tan complejo como una reubicación. Damar es uno de los aldeanos que recibió una compensación del gobierno. Él también anota que no es suficiente.
Otro de los exresidentes de Kuta que hablaron con la BBC dijo que se crió en un lugar que esta a menos de 500 metros del sitio donde se está construyendo el circuito de motociclismo y que tiene pruebas de que es dueño de parte de esa tierra.
“Todavía recuerdo la primera reunión en 2019; inmediatamente dijeron ‘en agosto, la tierra debe ser desocupada’”, le dijo a la BBC. “Así que estábamos confundidos, no ha habido socialización, ni deliberación, ni acuerdo de las dos partes”, agregó.
De acuerdo a Damar, su tierra fue valuada por un equipo independiente y eso fue lo que le pagaron. Pero él insiste en que ese dinero no paga el dolor y el sufrimiento de comenzar de cero en otro sitio y la tristeza de dejar la comunidad en la que has construido tu vida durante años.
“Tomamos el dinero de la compensación porque no teníamos otra opción”, señaló.
Una cuestión de desarrollo sostenible
También ha habido críticas sobre si esos megaproyectos siguen siendo oportunos en el siglo XXI. De hecho, el enclave de lujo de Nusa Dua, en el sur de Bali, también fue desarrollado por una corporación estatal. En ese caso, funcionó para transformar Bali en un destino internacional.
Pero eso fue en la década de 1970, cuando no había mucho turismo en la región y, posiblemente, sin el respaldo del Estado, ningún complejo de lujo habría llegado a la isla. Hoy, sin embargo, los expertos señalan que es una historia diferente.
“El desarrollo turístico a gran escala que pisotea los derechos humanos es fundamentalmente incompatible con el concepto de desarrollo sostenible”, dijo el comunicado de especialistas de la ONU.
“Pasó el tiempo para los circuitos de carreras y los proyectos masivos de infraestructura turística transnacional que benefician a un puñado de actores económicos en lugar de a la población en su conjunto. Las economías postcovid-19 deberían enfocarse en empoderar a las comunidades locales, mejorar sus formas de vida y participar en la toma de decisiones”.
Mientras tanto, el trabajo en los proyectos continúa. El circuito de motociclismo está en gran parte terminado y está programado para julio de este año. Un evento de World Superbike ya está programado en noviembre, mientras que una prueba del campeonato mundial de motociclismo está planeado para el próximo año.
Las personas que viven allí tendrán poca o ninguna posibilidad de permanecer en el área.
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