¿Por qué Hillary no conquista a las millennials?
Las mujeres más jóvenes prefieren a Bernie Sanders, un senador socialista de 74 años
Hillary Clinton es una pionera. Ninguna mujer estuvo tan cerca como ella de ser presidenta de Estados Unidos. La ex secretaria de Estado, que ganó ayer en Mississippi y perdió en Michigan, lidera la carrera demócrata y cada vez le saca más ventaja a Bernie Sanders.
Para muchas feministas, este es un cambio profundo y electrizante. A la ex primera dama se le atribuyen algunos de los mayores avances de la igualdad en Estados Unidos. Pero en estos meses de campaña, la candidata demócrata se topó con un problema generacional: mientras la mayoría de las mujeres la apoya, no logra convencer a las norteamericanas más jóvenes. ¿Por qué Hillary no enamora a las millennials?
Para las jóvenes, Hillary no representa un cambio radical
Así como en 2008 Barack Obama era el candidato del cambio, ahora lo es Bernie Sanders, un senador independiente y socialista de 74 años. Los votantes, especialmente los más jóvenes, están cansados de los políticos tradicionales y de su incapacidad para resolver los problemas de todos los días. Hillary enfrenta estos vientos anti Washington y anti establishment que soplan entre las jóvenes. En la otra vereda, Sanders es visto como alguien más honesto y auténtico. "En comparación de Sanders, Hillary parece una actriz veterana incapaz de realizar una buena audición", escribió a principios de febrero,Maureen Dowd, columnista estrella de The New York Times y una habitual crítica de Clinton.
Las propuestas de Sanders, más atractivas
El discurso de Sanders, mucho más a tono con las preocupaciones de los jóvenes, caló hondo en los millennials. "Es un mensaje centrado en la igualdad, en el costo de la educación y en la alta deuda estudiantil", explicó a LA NACION el analista Evan Tracey, de la George Washington University. Mientras que Bernie es visto como alguien "hispter" o "cool", a pesar de tener 74 años con Hillary, en cambio, les cuesta más conectar. Muchos creen que la ex secretaria de Estado es una republicana disfrazada, que defiende a las corporaciones en detrimento de la clase media. Simplemente no confían en la candidata del establishment.
Una cuestión generacional
Para las millennials, que ya obtuvieron todos los privilegios por los cuales sus madres lucharon, el sexo del futuro presidente es mucho menos relevante. No comparten la visión de sus madres o sus abuelas que admiran los obstáculos profesionales y personales que tuvo que sortear Hillary para liderar hoy la interna demócrata. Por el contrario, "las mujeres más jóvenes la ven como poco auténtica y desconectada de las necesidades y asuntos de la mujer moderna. Les enfurece, además, su humillación pública durante el ‘Monicagate’ [el escándalo de su esposo Bill Clinton con la becaria Mónica Lewinsky]. En sus ojos ese affaire despreciable la hizo quedar mal porque defendió a su marido", explicó a LA NACION Tom Whalen, profesor de la Universidad de Boston.
El feminismo cambió
"No importa que Hillary sea una mujer. Importa que no es nuestro tipo de mujer", escribió Molly Roberts, columnista de la revista estudiantil de Harvard, para explicar por qué las jóvenes no se alineaban detrás de la ex primera dama. La estudiante sostiene que el feminismo cambió, sobre todo en los campus de las universidades. "Puede que Clinton sea una mujer, pero también es blanca, privilegiada y heterosexual", agrega. Por esta razón, Roberts dice que muchas votantes consideran que aunque Hillary pueda entender las preocupaciones de las mujeres, no entiende los problemas de aquellas que sufrieron la opresión como las pobres, las que no son blancas y las que son gays. Un argumento parecido utiliza Maureen Dowd en su demoledora columna "Cuando Hillary Clinton asesinó al feminismo". "Las jóvenes que apoyan a Sanders están viviendo el sueño feminista, donde el género ya no restringe ni define tus visiones, donde las chicas crecen sabiendo que pueden llegar hasta donde quieran. Las aspiraciones de los 70 ahora son parte de la cultura", sostiene.
Una campaña con tropiezos
Hillary se sacó selfies, se unió a Snapchat, bailó junto a la presentadora Ellen DeGeneres y visitó campus universitarios. Su campaña reclutó a jóvenes celebridades como Lena Dunham, la creadora y estrella de Girls, la serie de HBO, y a la cantante Demi Lovato para tratar de captar el voto de las millennials. Pero no alcanzó. Lo curioso es que quizás el error más desafortunado con las jóvenes no lo cometió ella, sino dos de sus seguidoras: Gloria Steinem, líder feminista en los 60 y 70, y Madeleine Albright, la primera mujer secretaria de Estado. Steinem dijo en televisión que las jóvenes no votan a Clinton porque "los chicos están con Sanders". Albright recurrió a su frase "hay un lugar en el infierno reservado para las mujeres que no apoyan a otras mujeres". Ambas tuvieron que rectificar sus dichos, que no cayeron nada bien en las votante
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