¿Por qué hay tantas protestas en el mundo? Un nuevo estudio dice tener algunas respuestas
El número de movimientos de protesta alrededor del mundo más que se triplicó en menos de 15 años.
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WASHINGTON.- ¿Atravesamos una histórica era de protestas? Un nuevo estudio que analiza las manifestaciones entre 2006 y 2020 revela que el número de movimientos de protesta alrededor del mundo más que se triplicó en menos de 15 años. Ese aumento de la conflictividad se registró en todas las regiones del mundo, dice el estudio, y algunos de esos movimientos han sido los más grandes de los que se tengan registros, como las protestas de agricultores que empezaron en la India en 2020, las manifestaciones contra el presidente brasilero Jair Bolsonaro, o las marchas del movimiento Black Lives Matter que no se detienen desde 2013.
Titulado “Protestas en el mundo: un estudio de los principales temas de protesta en el siglo XXI”, y firmado por un equipo de investigadores de la usina de ideas alemana Friedrich-Ebert-Stiftung (FES) y por Iniciativa para una Política del Diálogo, una ONG con sede en la Universidad de Columbia, el informe viene a sumarse a la creciente masa de estudios sobre estos tiempos de reclamos y quejas.
Tras analizar más de 900 movimientos o episodios de protesta en 101 países y territorios, los autores llegaron a la conclusión de que vivimos un periodo de la historia similar a los años alrededor de 1848, 1917 o 1968, “cuando una gran cantidad de personas se rebeló contra el estado de las cosas y se manifestó para exigir cambios.”
¿Pero por qué? Y ahí es donde los autores resaltan un problema en particular: el fracaso democrático. Su investigación reveló que la mayoría de las protestas analizadas -el 54%- se alimentaron de la percepción social del fracaso del sistema político o de una crisis de representación. Aproximadamente el 28% incluyó reclamos de esa que los autores describen como “democracia real”, la demanda más repetida en las protestas. Otros reclamos frecuentes son por la desigualdad, la corrupción, y la inacción ante el cambio climático. Pero los autores del estudio dicen que la política no ha respondida de manera adecuada.
“La mayoría de los gobernantes y empresarios no escucha. La inmensa mayoría de las protestas en todo el mundo presentan reclamos razonables sobre temas en los que ya hay acuerdo en los gobiernos. La gente pide empleos de calidad, un planeta más limpio para las futuras generaciones, y un poco de poder de decisión sobre las cosas que afectan su calidad de vida”, dice Sara Burke, experta en política económica global del FES y una de los autores del estudio.
Además, de los problemas con la democracia y la representación política, el informe identifica el aumento de la desigualdad como otro reclamo ampliamente difundido en todo el mundo, presente en casi el 53% de las protestas estudiadas. Después del reclamo más citado, la “democracia real”, las cuestiones puntuales planteadas por los manifestantes suelen incluir la corrupción, las condiciones laborales y la reforma de los servicios públicos.
Durante el periodo estudiado, también se produjo un aumento significativo de los reclamos de justicia racial o étnica —como con las protestas del movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos—, pero al mismo tiempo hubo un número pequeño, pero creciente, de protestas cuyo reclamo central era negarle algún derecho a los demás, y entre otros, los autores del estudio citan los movimientos de ultraderecha “Pegida” en Alemania, los movimientos anti-chinos en Kirguistán y el movimiento de los “chalecos amarillos” en Francia .
Los autores del estudio reconocen que su trabajo es intrínsecamente político. “Cuando se trata de protestas, no hay números neutrales”, dice Burke, admitiendo que la vaguedad de algunos números, como las estimaciones del tamaño de la multitud, deja cuestiones abiertas a diversas interpretaciones. “Solo podemos estudiar lo que podemos ver y lo que podemos ver se ve afectado por dónde estamos y quiénes somos”, señala Burke.
En cuanto al significado que le dan al término “democracia real”, Burke admite que es bastante subjetivo: “Lo que para uno es democracia, para otro es dictadura”. Pero el estudio intentó relevar la palabra de los propios manifestantes. En el caso del 6 de enero de 2021 en Washington DC —evento que no se incluyó en el estudio por quedar fuera de su marco temporal—, Burke dice que podría clasificarse como una manifestación a favor de la “democracia real”, pero también una protesta destinada a negar derechos, entre otras posibles interpretaciones.
El estudio reveló que la mayoría de las protestas no son tan violentas como la toma por asalto del Capitolio, pero que entre 2006 y 2020 ha habido un aumento lento pero constante de la violencia, donde un poco más del 20% de las protestas registradas involucraron algún hecho de violencia colectiva, vandalismo o saqueos. En casi la mitad de las protestas estudiadas hubo informes de detenciones, y en poco más del 25% se reportó algún tipo de violencia por parte de la policía.
Quizás el punto clave del estudio es que a medida que aumentan las protestas, los líderes deberían tomarlas más en serio. Aproximadamente el 42% de las protestas analizadas fueron consideradas exitosas en ese sentido —una cifra más alta que algunos otros estudios—, aunque eso varía enormemente según la región y el tipo de protestas, y también incluye éxitos parciales. Si nuestra era de protestas continúa, eso quiere decir que cada vez más manifestantes conseguirán al menos algo de lo que reclaman.
“Últimamente, las protestas se han ganado una reputación dudosa alrededor del mundo”, dice Michael Bröning, director de la oficina de FES en Nueva York. “Tenemos que entender que las protestas no son un comportamiento prohibido, sino un principio fundamental de la democracia. Lo que necesitamos es nada menos que una reivindicación global de la protesta.”
Traducción de Jaime Arrambide
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