¿Por qué Estado Islámico comenzó a atacar en Occidente?
Con los atentados en París, el grupo jihadista demostró que ya no dejará en manos de los "lobos solitarios" los ataques fuera de Medio Oriente; ahora los ejecutan ellos mismos y con su brutalidad característica
"Si puedes matar a un infiel estadounidense o europeo, especialmente al vengativo y sucio francés, o a un australiano o un canadiense, o cualquiera de los infieles que libran la guerra, incluidos los ciudadanos de los países que entraron en la coalición contra Estado Islámico, entonces confía en Dios y mátalo de cualquier manera". El año pasado, Estado Islámico (EI), a través de su vocero, Abu Mohamed al-Adnani, instó a sus seguidores en todo el mundo a actuar inspirados en su violento manifiesto. Tras ese llamado, varios "soldados del califato" perpetraron atentados en los cinco continentes y dejaron cientos de muertos. Pero algo cambió en el último mes. En menos de quince días, una bomba hizo explotar a un avión ruso en Egipto y mató a 224 personas, un doble atentado en Beirut dejó al menos 41 muertos y varios jihadistas llevaron a cabo ataques coordinados en París, dejando al menos 132 víctimas fatales. El grupo liderado por Abu Bakr al-Baghdadi dio un nuevo mensaje al mundo: ya no terceriza sus ataques en Occidente; ahora los ejecuta, y con su brutalidad característica.
"Les decimos a los estados que participan en la campaña cruzada que, por Alá, tendrán si Dios quiere un día como Francia", advirtió esta semana Estado Islámico después de adjudicarse la responsabilidad de los atentados que el pasado viernes despertaron la alarma en todo el mundo, especialmente en los 40 países que forman la coalición antijihadista liderada por Estados Unidos, y también muchas dudas. ¿Habrá un próximo ataque? ¿Cuáles son los potenciales objetivos? Y principalmente, ¿por qué el grupo extremista decidió atacar por primera vez en una acción coordinada en Occidente? La respuesta tiene distintas aristas, tanto coyunturales como ideológicas.
1. Mostrar poder mientras pierde territorio
El viernes, antes de los atentados en el corazón de París, se conocieron dos noticias relacionadas con Estado Islámico: la casi confirmada muerte del miliciano Jihadi John, la cara oculta con acento británica que llevó a cabo las decapitaciones a rehenes extranjeros, y la recuperación por parte de los kurdos, con el apoyo de la coalición internacional, del Sinjar, una ciudad estratégica para EI. Eran dos muestras, en apenas 24 horas, de la pérdida de control y de territorio del grupo en su área de influencia.
Según el Departamento de Defensa de Estados Unidos, hasta abril pasado, Estado Islámico había perdido un cuarto del territorio que había logrado controlar a fuerza de decapitaciones y otras formas de violencia. Además, por los ataques de la coalición -a los que se sumó recientemente Rusia- y los enfrentamientos con fuerzas locales, unos 9000 milicianos perdieron la vida. Es decir que el pseudoestado del grupo liderado por Al-Baghdadi se va a achicando, pero sus capacidades militares, como se pudo ver el viernes, están en ascenso.
"Estado Islámico puede haber perdido capacidades convencionales de pelea, pero se están adaptando a nuevas tácticas y formas de terrorismo, como pasó en Francia", dijo en ese sentido el jefe de seguridad del gobierno regional kurdo, Masrour Barzani, durante el fin de semana.
"Hay un cambio radical en la percepción de los terroristas de que ahora pueden actuar en París como actúan en Siria o Bagdad. Con esta acción, rompieron una barrera psicológica", advirtió el especialista en terrorismo de la Universidad de Tolouse Mathieu Guidère al diario The New York Times. Con esa barrera psicológica, Estado Islámico busca callar las voces que hablan de una decadencia del grupo y que se vuelva a hablar de ellos como un peligro para todo el mundo.
2."La gestión del salvajismo"
En los mensajes que Estado Islámico difunde a través de su vocero o de las redes sociales, hay un concepto que está siempre presente: el de hacerle "pagar el precio" al "enemigo" que lo ataca. El origen de esta macabra política jihadista está en el texto "La gestión del salvajismo" (The Management of Savagery), de 113 páginas, escrito por un autor que se hace llamar Abu Bakr Naji en 2004, un año después de la invasión de Estados Unidos en Irak.
No llama la atención que Al-Baghdadi, un estudioso del Islam, cumpla ese manifiesto prácticamente a rajatabla. El uso sin reparos de la violencia contra todos quienes no practiquen el salafismo (el sunnismo radical) fue, de hecho, uno de los motivos del cisma entre Estado Islámico y Al-Qaeda a comienzos de 2014.
"La gestión del salvajismo" discute el rol de la extrema violencia en una ruta de tres etapas para restablecer el califato, algo que ya hizo -quizás de manera prematura- Al-Baghdadi en junio del año pasado. La primera etapa es la de "disrupción y desgaste", con la que buscan dañar la economía del enemigo a través de la guerra y desmoralizar a sus poblaciones. "La manera más probable de vencer al enemigo más fuerte militarmente es vaciarlo militar y económicamente", dice Naji en su manifiesto.
La manera más probable de vencer al enemigo más fuerte militarmente es vaciarlo militar y económicamente
La segunda etapa es la de la "gestión del salvajismo", una fase para llevar a cabo actos de violencia altamente visibles contra quienes se opongan al restablecimiento del califato. El objetivo en este caso es provocar que Estados Unidos "abandone su guerra contra el Islam a través de agentes" y lleve sus tropas al terreno para, según Estado Islámico, derrotarlo.
La tercera y última etapa es la del "establecimiento del Estado Islámico", es decir, el califato.
La "política de pagar el precio" es necesaria durante todo el proceso descrito por Naji, según él mismo expone. "Cualquier acto preventivo de cualquier tipo debe ser enfrentado con una reacción que haga que el enemigo «pagar el precio» completamente por su crimen para que queden disuadidos de hacerlo de nuevo y piensen mil veces antes de atacarnos, y que sus acciones se limiten a defenderse", señala el autor.
En ese sentido, Naji menciona que la respuesta brutal no tiene que ser inmediata y recomienda que sea llevada a cabo por "otros grupos en otras regiones contra las que no hayan atacado". "Entre los beneficios más importantes será hacer que el enemigo sienta que está rodeado y que sus asuntos están expuestos", afirma.
Con sus ataques en París y esta nueva estrategia, Estado Islámico demuestra que busca desmoralizar en Occidente y ganar por desgaste. Sin embargo, apenas con las primeras reacciones después de los atentados, se confirma que Occidente también aplicaría el "ojo por ojo" y que la respuesta puede ser salvaje, y con más recursos.
3. Ganar popularidad y reclutas
Más de 130 muertos en el corazón de París un viernes por la noche en una serie de ataques reproducidos en todo el mundo es la mejor propaganda que puede tener Estado Islámico para conseguir nuevos reclutas y hacer frente a las bajas en sus filas. Con los atentados del avión ruso, Beirut y París, el grupo jihadista busca mostrarse como la organización líder de la jihad global e instalarse ante el mundo como los auténticos defensores de la "pureza" del islamismo.
Estado Islámico, cuyas piezas audiovisuales de decapitaciones, crucifixiones y al mismo tiempo de la "buena vida" dentro de su califato sorprendieron al mundo por su nivel de superproducción, ha logrado un reclutamiento de milicianos extranjeros sin precedente: en febrero pasado ya eran 200.000, la mayoría adeptos desde la instauración del califato.
Estado Islámico es Al-Qaeda con incluso menos conciencia, más mano de obra, y mucho más dinero
Sea cual fuere el motivo del nuevo giro en la estrategia de Estado Islámico, es un tema de preocupación para los servicios de inteligencia mundiales.
Como resumió el especialista William McCants –quien, de hecho, tradujo "La gestión del salvajismo" al español-, en un artículo publicando en la revista Foreign Policy al comparar al grupo con un "estado patrocinador del terrorismo": "Si Estado Islámico agregó operaciones en el extranjero a su gasto público, como sugieren los ataques recientes, las perspectivas son aterradoras. Tiene la riqueza de un estado, la ambición de un poder imperial, y una lista de enemigos que parece la lista de las Naciones Unidas. Es Al-Qaeda con incluso menos conciencia, más mano de obra, y mucho más dinero".
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