Por qué América Latina se convierte en un destino atractivo para los nómadas digitales rusos, según el Financial Times
Una combinación de fácil acceso y una ambivalencia hacia las sanciones occidentales la convierten en una región deseable
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Se calcula que cientos de rusos se han trasladado a América Latina desde que comenzó la invasión de Ucrania, ya que una combinación de pocos requisitos de ingreso a la región y una ambivalencia hacia las sanciones occidentales la convierten en un destino cada vez más atractivo, según señaló en un artículo el Financial Times.
Max Artushenkov, de 39 años, se trasladó a la capital argentina con su mujer y su hijo recién nacido hace tres meses. “No es difícil encontrar rusos en Buenos Aires”, aseguró al periódico británico el hombre, quien dirige una empresa de e-commerce.
Los que llegaron después de febrero –cuando Rusia invadió Ucrania– “suelen ser personas que trabajan en informática o empresarios, muchos de los cuales acababan de empezar a globalizar sus negocios y ahora encuentran grandes problemas en Rusia”, dijo Artushenkov, refiriéndose a la letanía de nuevas restricciones impuestas por las sanciones contra el sector empresarial de su país en respuesta a la guerra, desde la apertura de cuentas bancarias hasta la obtención de capital.
Es difícil determinar el alcance total de las llegadas rusas. El país no está categorizado individualmente como destino en la mayoría de las estadísticas de inmigración proporcionadas por las naciones sudamericanas, sino que sus nacionales suelen entrar en la categoría de “otros países”. Varias embajadas rusas en la región no respondieron a las solicitudes de comentarios del Financial Times.
Sin embargo, según Vladimir Rouvinski, profesor de la Universidad ICESI de Colombia, esta “nueva ola” inmigratoria es innegable.
América Latina es “el único continente entero en el que los rusos pueden comprar un pasaje y simplemente llegar”, dijo Rouvisnski desde la ciudad colombiana de Cali, donde calcula que se encuentran actualmente unos 100 rusos.
Originario de Rusia y residente en Colombia desde hace más de dos décadas, Rouvinski notó por primera vez un repunte en las llegadas en 2020, tras la ventisca de leyes que permitió al presidente Vladimir Putin extender su gobierno e intensificar la violencia policial contra los manifestantes.
Los rusos no necesitan visado para visitar México y los 12 países sudamericanos. Prolongar la estancia estándar de 90 días expedida por la mayoría de los países también es bastante sencillo, y los rusos suelen considerar que las sociedades latinoamericanas son liberales, diversas y democráticas.
Como muchas otras partes del mundo con economías en desarrollo, América Latina se ha mostrado más ambivalente sobre la invasión rusa de Ucrania que Estados Unidos y Europa. Algunos de sus líderes han criticado las dificultades desproporcionadas que las sanciones económicas de gran alcance causan a las poblaciones.
La experiencia de Cuba y Venezuela, donde los embargos estadounidenses impuestos para lograr un cambio de régimen han provocado un sufrimiento generalizado, también pesa en las mentes latinoamericanas. Los líderes de la región han pedido, en cambio, negociaciones multilaterales para resolver el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Moscú es también un importante proveedor de fertilizantes para las potencias agrícolas del continente, como la Argentina y Brasil. En vísperas de la invasión de Ucrania, el presidente de la Argentina, Alberto Fernández, ofreció públicamente su país como “punto de entrada” para que Moscú ampliara su presencia en la región.
Esto tenía un precedente histórico: a finales del siglo XIX, Argentina había acogido a algunos de los primeros inmigrantes rusos en América Latina. Otras oleadas llegaron después de la segunda guerra mundial, en 1945, y del colapso de la Unión Soviética, en 1991.
La última partida es “muy diversa”, señaló Rouvinski, desde médicos e ingenieros de software hasta nómadas digitales y trabajadores del sector de la construcción. La mayoría proceden de las grandes ciudades rusas: “Son personas que han viajado mucho. No son oligarcas ni personas muy ricas, y no suelen ser personas con doble nacionalidad”, explicó.
En Bogotá, la capital de Colombia, una mujer de 30 años dijo al Financial Times que buscaba trabajo de fotógrafa, después de salir de Moscú en febrero. Más al norte, en Ciudad de México, Konstantin Rodchenko, de 42 años, llegó hace siete semanas y ya ha conocido a otros 30 ciudadanos rusos en el espacio de co-working que alquila en la avenida central de la ciudad, el Paseo de la Reforma.
Para las nuevas empresas “es increíblemente atractivo”, indicó Konstantin, que dirige LoyalMe, una empresa de software y consultoría. “América Latina es menos pulida y predecible, muy parecida a lo que estamos acostumbrados en casa [en Rusia]. Hay una oportunidad de negocio”, dijo, señalando que el nivel de desarrollo de la tecnología está varios años por detrás de Rusia, lo que significa que los ingenieros están en alta demanda. La región es también un gran mercado para el software, y la adopción de las redes sociales es alta.
Alexey Solovyov, que dirige una empresa de inversiones en Dubai, contó que ha recibido 40 solicitudes de empresarios rusos desde principios de marzo que buscan trasladar o ampliar sus negocios a Sudamérica.
“No se trata de empresas pre-semilla, sino de solicitudes de empresas establecidas y sostenibles que ven oportunidades en América Latina”, dijo Solovyov, que es de Moscú. “Ya puedo ver cómo se está gestando un centro tecnológico ruso”.
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