Por qué a Israel le está resultando tan difícil derrotar a Hamas en la Franja de Gaza
Los principales jefes ya fueron eliminados, y sus combatientes y arsenales quedaron muy debilitados, pero la organización terrorista sigue asestando duros golpes al Ejército israelí
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JERUSALÉN.- La mayoría de los altos comandantes de Hamas están muertos, las filas de los combatientes rasos están diezmadas y muchas de las madrigueras y arsenales de la agrupación fueron capturados o destruidos.
Sin embargo, el asesinato de un coronel israelí a manos de Hamas en el norte de la Franja de Gaza, el domingo pasado, revela que el ala militar del grupo, aunque incapacitada para operar como un ejército convencional, sigue siendo una potencia guerrillera, con suficientes combatientes y municiones como para empantanar a los soldados de Israel en una guerra larga, desgastante, y para colmo inganable.
La muerte del coronel Ehsan Daksa, miembro de la minoría árabe drusa de Israel, se produjo tras la detonación de un explosivo plantado por donde pasaba el tanque donde se trasladaba. Ese tipo de ataque sorpresa ayuda a explicar por qué Hamas ha logrado resistir casi un año desde que Israel invadió la franja, a fines de octubre de 2023, y por qué probablemente seguirá resistiendo a pesar de la muerte de su líder, Yahya Sinwar, la semana pasada.
Los combatientes que sobrevivieron se convirtieron en guerrilleros: ahora no se muestran, se ocultan en las ruinas de edificios abandonados y en la maraña de túneles que tiene la agrupación, gran parte de la cual sigue intacta a pesar de los esfuerzos de Israel, según concuerdan los analistas militares y los propios soldados israelíes.
Los ahora guerrilleros salen fugazmente de su escondite en grupos reducidos para plantar trampas cazabobos en edificios, bombas al costado de los caminos, minas explosivas en los blindados israelíes o para lanzar granadas propulsadas por cohete contras las fuerzas de Israel, para luego volver rápidamente bajo tierra.
O sea que si bien Hamas no puede ganarle a Israel en una batalla frontal, esa táctica acotada de “toco y me voy” le permite seguir dañando a Israel y evitar la derrota, incluso tras haber perdido a más de 17.000 combatientes desde el inicio de la guerra, según los cálculos no verificados del gobierno de Israel.
“La guerrilla les está funcionando bien y será muy difícil someterla, y no solo a corto plazo, sino incluso a largo plazo”, dice Salah al-Din al-Awawdeh, miembro de Hamas y excombatiente del ala militar del grupo, actualmente analista radicado en Estambul.
Arsenales
Aunque Israel haya destruido los depósitos de cohetes de largo alcance de Hamas, dice Al-Awawdeh, “todavía tienen a mano un sinfín de artefactos explosivos y armas ligeras”.
Algunos de esos explosivos están almacenados desde antes de la guerra. Otros, según tanto Hamas como los militares de Israel, son municiones israelíes reutilizadas que no detonaron al hacer impacto. Esta semana, Hamas publicó un video que parece mostrar sus combatientes convirtiendo un misil israelí en una bomba improvisada.
Hamas just released a video alleging to show the destruction of an Israeli tank in northern Gaza using an IED. I have written and warned about precisely this risk: unexploded munitions throughout the Gaza Strip, which are in the hundreds of tons, are a source of weaponry that… pic.twitter.com/m83N2bxmkN
— Ahmed Fouad Alkhatib (@afalkhatib) October 20, 2024
En combate abierto, las milicias de Hamas no son rival para el Ejército de Israel, como quedó demostrado la semana pasada con la muerte de Sinwar en el sur de Gaza: acorralado en las ruinas de Rafah, el máximo líder del grupo fue asesinado por una unidad israelí que en caso de necesidad podía recurrir a tanques, drones y francotiradores de refuerzo.
Pero según los analistas israelíes y palestinos, es poco probable que la muerte de Sinwar afecte la capacidad de daño de los combatientes de Hamas en el norte de Gaza.
De hecho, la cúpula de Hamas, incluido Sinwar, estaban en el sur, y por lo tanto tuvieron muy poco control directo sobre los combatientes del norte ya desde noviembre del año pasado, cuando Israel tomó el control de la importante ruta que divide la franja entre norte y sur. Y después de más de un año de guerrilla urbana, los combatientes que quedan de Hamas probablemente ya estén acostumbrados a tomar decisiones localmente y a no esperar órdenes de una estructura de mando centralizada.
Además, hace un par de meses el grupo dijo haber reclutado nuevos combatientes, aunque no está claro cuántos son ni su nivel de entrenamiento.
Hamas también sale ganando por la negativa de Israel tanto a hacerse cargo del territorio como a transferirle el poder de Gaza a un gobierno palestino alternativo. La escena es repetida: los soldados de Israel desalojan a Hamas de un barrio, un par de semanas después se retiran del lugar, pero sin entregarle el control a las fuerzas palestinas de oposición a Hamas. Eso ha permitido que la agrupación regrese y recupere el control de la zona, muchas veces obligando al Ejército israelí a volver un par de meses o incluso semanas después.
La actual campaña de Israel en Jabaliya, en el norte de Gaza, donde fue asesinado Daksa, es al menos la tercera operación de Israel en esa zona en lo que va del año. Los israelíes dicen que este último operativo es necesario para debilitar el resurgimiento de Hamas.
Sin embargo, la falta de objetivo de la estrategia de Israel hace que israelíes y palestinos se pregunten por qué sus soldados fueron enviados nuevamente a Jabaliya.
“Ocupamos territorios, y después nos vamos”, dice Michael Milstein, analista israelí de asuntos palestinos. “Este tipo de doctrina implica que estás metido en una guerra que no tiene final”.
Por su lado, los palestinos dicen que esta operación en Jabaliya es una de las más traumáticas de una guerra que ya era brutal. Con el recrudecimiento de los combates, sobre el norte de Gaza se cierne una vez más el espectro de la hambruna, y los trabajadores de la salud ya advirtieron que los pocos hospitales de la zona que quedan en pie corren el riesgo de colapsar.
Huida
Lo que creen los palestinos en general es que se trata de un intento de Israel para expulsar a la población que queda del norte de Gaza. La mayor parte de la población del norte, que antes de la guerra rondaba el millón de personas, huyó al sur el inicio del conflicto, pero se cree que en el norte todavía quedan alrededor de 400.000.
La alarma que cunde entre los palestinos se agrava en parte por las insistentes presiones públicas de un destacado exgeneral israelí, el mayor general Giora Eiland, para que el gobierno despueble el norte de Gaza cortándole totalmente el suministro de agua y alimento.
Según el plan de Eiland, el Ejército israelí les daría una semana a los 400.000 restantes para trasladarse al sur y luego declarar el norte como zona militar cerrada. Israel bloquearía entonces todos los suministros al norte para obligar a los militantes de Hamas a capitular y devolver a los rehenes que mantiene retenidos desde los ataques de octubre de 2023 contra Israel.
“Tendrán que elegir: o se entregan o se mueren de hambre”, dijo en una entrevista Eiland, exdirector del Consejo de Seguridad Nacional de Israel.
Al no ingresar nuevos suministros, todo civil que se niegue a irse se hará cargo de las consecuencias, apuntó el general. “Les estamos dando a todos la oportunidad. Y si algunos deciden quedarse, bueno, será su problema”, dijo Eiland.
El plan desató polémica y suscitó cierto apoyo en Israel, incluso de ministros y legisladores del gobierno, ya que algunos israelíes buscan soluciones decisivas para una guerra que sienten que ya vivieron.
Los defensores de los derechos humanos expresaron que ese tipo de medidas, de aplicarse, violarían el derecho internacional y amenazarían gravemente la vida de los civiles en el norte de la Franja de Gaza.
Michael Sfard, un abogado israelí especializado en derechos humanos, dice que el plan de Eiland implicaría “generar deliberadamente una crisis humanitaria como arma de guerra”. Asediar a un enemigo en una zona pequeña podría ser aceptable, aclara Sfard, pero no sitiar un territorio tan amplio. Las propuestas del general “muy probablemente encuadrarían como un crimen de guerra”, dice el jurista.
Este mes, tanto Nadav Shoshani, el vocero militar israelí, como Omer Dostri, vocero del primer ministro Benjamin Netanyahu, negaron que el gobierno esté poniendo en práctica ese plan.
Sin embargo, Dostri reconoció que Netanyahu lo había evaluado.
Patrick Kingsley y Aaron Boxerman
Traducción de Jaime Arrambide
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