Por primera vez en medio siglo, la izquierda gobierna en todos los países nórdicos, aunque peligra su supervivencia
Con el reciente triunfo legislativo en Noruega, los socialdemócratas acaparan los gobiernos escandinavos, aunque los especialistas advierten que los partidos de izquierda emergentes no son suficientemente sólidos
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ESTOCOLMO.- El triunfo del laborista noruego Jonas Gahr Støre en las elecciones parlamentarias del lunes pasado consolidó el dominio de la izquierda en los países nórdicos, una conquista inédita desde la posguerra, aunque algo engañosa.
Hay que remontarse a 2001 para encontrar cuatro primeros ministros socialdemócratas al frente, de manera simultánea, en Suecia, Finlandia, Dinamarca y Noruega. Si se suma a Islandia, no se asentaba un quinteto de izquierda desde la década de 1950.
¿Es una luz al final del túnel, tras décadas de decadencia, o es una ilusión fugaz para los partidos debilitados? Días antes de las elecciones en Alemania, donde un triunfo del Partido Socialdemócrata (SPD) se perfila después de años de estancamiento, la victoria izquierdista en Noruega brinda un soplo de esperanza a una socialdemocracia europea que, en general, sobrevive frágil.
”Es, por lo menos, una fractura a la idea de algunos de que los partidos socialdemócratas están hechos migajas”, indicó el martes el aspirante a primer ministro noruego, Gahr Støre. En su opinión, su victoria legislativa marca el regreso de la socialdemocracia “como fuerza política motriz”, bajo una forma “un poco renovada”, que habría encontrado el equilibrio justo entre industria, empleo y clima.
Para Elisabeth Ivarsflaten, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Bergen, los socialdemócratas se beneficiaron sin lugar a dudas de un “espíritu de esta época”, que brega por un Estado más fuerte y menos desigualdades sociales, tendencia acentuada por la pandemia del Covid-19. Pero también pudieron contrarrestar con eficacia el avance de la derecha populista, que actualmente está en declive en Noruega y Dinamarca.
”Han reflexionado en forma minuciosa sobre cómo deben lidiar con esta derecha populista, tanto respecto de la retórica y estrategia, así como sobre el tipo de política que deben practicar”, juzga la politóloga.
Por momentos, la izquierda emergente imita a la extrema derecha, como es el caso de los socialdemócratas daneses bajo el ala de la primera ministra Mette Frederiksen, que promueven una de las políticas anti-inmigratorias más duras en el Viejo Continente.
Bastión inconquistable de la socialdemocracia durante las décadas siguientes a la posguerra, con aceptación en el orden del 40-50%, Escandinavia vio a la derecha tomar el poder en los años de crisis de comienzos de la década de 1980, pero inauguró un periodo de alternancia con los socialdemócratas y de caída de los partidos de derecha.
Aceptación real
La actual serie de victorias electorales enmascara porcentajes electorales mediocres, una tendencia acentuada por la fragmentación creciente del panorama político, que va de la mano del surgimiento de partidos pequeños.
El lunes, con solamente el 26,3% de los sufragios, los laboristas noruegos obtuvieron su segundo peor resultado desde 1924, inclusive por debajo respecto a 2017, pero aún así resultaron victoriosos. Los socialdemócratas ahora deben lidiar con dos o incluso tres socios potenciales, una fuente de contorsiones y sacrificios políticos.
En cuanto a Suecia, si en 2018 la izquierda logró mantenerse en el poder, fue con su peor resultado en más de un siglo y a expensas de un acuerdo gubernamental con dos partidos de centroderecha y candidatos ecologistas.
Bajo este contexto, el avance de la izquierda se proyecta en “una socialdemocracia debilitada”, según cataloga Jonas Hinnfors, profesor de Ciencias Políticas en la universidad sueca de Gotemburgo, quien atribuye las múltiples victorias electorales a las divisiones en la derecha y el centro, más que a un verdadero repunte de la izquierda.
El “cinco sobre cinco” actual “es muy frágil, algo contingente, que no anuncia un resurgimiento de la izquierda en Escandinavia”, agrega, en coincidencia, Yohann Aucante, especialista en los países nórdicos en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París.
”La paradoja es que todos estos partidos tienen problemas y dilemas. En Noruega, (...) es el petróleo, con la juventud socialdemócrata que ha hecho al partido dar marcha atrás en su proyecto de explotación masiva, pero si se hubiese escuchado al sector sindical, las opciones habrían sido muy diferentes”, subraya el investigador.
El “Grand Slam” político también podría tener corta duración, con elecciones en Islandia el 25 de septiembre, donde el Partido de la Independencia (derecha), actual miembro de la coalición gubernamental, apunta a recuperar el sillón del primer ministro.
En paralelo, en Suecia, los sondeos sugieren un retorno de la derecha al poder el año próximo, probablemente con un apoyo sin precedentes por parte de la extrema derecha.
Agencia AFP
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