Por la pandemia y la guerra en Ucrania, el mundo no llegará a eliminar la pobreza extrema para 2030
Un informe del Banco Mundial estima que aún habrá casi 600 millones de personas que subsistirán con poco más de dos dólares al día
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WASHINGTON.- La pandemia del coronavirus puso punto final a una era de avances contra la pobreza extrema, y la guerra en Ucrania empeoró aún más la realidad que viven día a día más de 700 millones personas en todo el planeta, la mayoría de ellas, en África. El resultado: el mundo quedará lejos de cumplir su objetivo de eliminar la pobreza extrema para 2030, según reconoce un informe del Banco Mundial.
Durante las tres décadas que precedieron a la pandemia de Covid-19, más de mil millones de personas lograron salir de la pobreza extrema gracias a un período inédito de bonanza económica, interrumpido por la crisis financiera global de 2008. Los ingresos de las naciones más pobres ganaron terreno. Para 2015, la tasa mundial de pobreza extrema se había reducido a más de la mitad. Desde entonces, la reducción de la pobreza se desaceleró, y después la pandemia, primero, y la guerra en Ucrania, después, generaron “una reversión absoluta”, indicó el Banco Mundial.
Un nuevo informe del organismo multilateral estima que, dadas las tendencias actuales, en 2030 habrá 574 millones de personas –casi el 7 por ciento de la población mundial– que deberán vivir con menos de 2,15 dólares al día, la nueva línea de pobreza extrema. Sólo en 2020, el número de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza extrema aumentó en más de 70 millones, el aumento más grande en un año desde que comenzó el monitoreo de la pobreza global en 1990, según indicó el Banco Mundial.
Casi la mitad del planeta, más de 3000 millones de personas, vive con menos de 6,85 dólares por día, el promedio de las líneas nacionales de pobreza de los países de ingresos medianos altos, entre los que se encuentra la Argentina. Dentro de ese universo, el informe estima que 719 millones vivían en la pobreza extrema a fines de 2020.
“El progreso en la reducción de la pobreza extrema se ha detenido esencialmente junto con el crecimiento económico mundial moderado”, dijo el presidente del Banco Mundial, David Malpass, en un comunicado. “Lo que preocupa a nuestra misión es el aumento de la pobreza extrema y la disminución de la prosperidad compartida provocada por la inflación, la depreciación de la moneda y las crisis superpuestas más amplias que enfrenta el desarrollo. Significa una perspectiva sombría para miles de millones de personas en todo el mundo”, agregó.
Malpass indicó que se necesitan ajustes de las políticas macroeconómicas para mejorar la asignación de capital global, fomentar la estabilidad de la moneda, reducir la inflación y reiniciar el crecimiento.
“La alternativa es el statu quo: desaceleración del crecimiento mundial, tasas de interés más altas, mayor aversión al riesgo y fragilidad en muchos países en desarrollo”, graficó.
El informe del Banco Mundial traza un panorama sombrío para los países más rezagados del mundo en un contexto en el cual las condiciones financieras globales se mueven además en un sentido contrario al que favorece una reducción de la pobreza. Los bancos centrales de los países desarrollados están ajustando sus políticas monetarias para atacar la inflación, una cruzada que podría llevar al mundo a una nueva recesión. El aumento en los precios de los alimentos que provocó la guerra en Ucrania trajo además como consecuencia directa una mayor hambruna en los países de menores ingresos.
La pandemia provocó además un fuerte aumento de la desigualdad global: las pérdidas de ingresos del 40% más pobre de la población mundial duplicaron las del 20% más rico, señala el trabajo. Los más pobres también sufrieron reveses desproporcionados en educación y salud, con pérdidas masivas de aprendizaje y esperanzas de vida más cortas. “Estos reveses, si no se toman medidas políticas, tendrán consecuencias duraderas para las perspectivas de ingresos de por vida de las personas y para el desarrollo en general”, señala el trabajo. De hecho, en América latina, el Banco Mundial estimó que la pérdida de clases presenciales durante la pandemia generará una pérdida del 10% de por vida en el ingreso de los estudiantes.
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