Por la guerra con Hamas, Rusia se distancia de Israel y busca aprovechar una oportunidad inesperada
El presidente ruso confía en el desvío de recursos occidentales de Ucrania hacia Israel, mientras critica el “doble discurso” de Occidente por permitir la ofensiva militar en Gaza
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PARÍS.– Vladimir Putin está lejos de ser el personaje principal de la guerra entre Israel y Hamas. Pero desde hace más de un año y medio, se sabe que la prioridad del presidente ruso es socavar el apoyo exterior a Kiev, convencer a los ucranianos de que no vale la pena seguir luchando y convencer al Sur Global de la necesidad de un nuevo orden internacional. Y el sangriento conflicto que acaba de estallar en Medio Oriente le ofrece una oportunidad inesperada.
Fue sin duda un azar, pero el ataque de Hamas se produjo el 7 de octubre, el día que Vladimir Putin festejaba sus 71 años. Lo que hizo decir a un diplomático europeo que “no podría haber tenido un mejor regalo de cumpleaños”.
Moscú apuesta, en efecto, a que la prioridad para los occidentales sea la de apagar el incendio en Israel y que, mientras más dure esa guerra, más dificultades tendrá Kiev para obtener misiles Patriot, obuses o baterías de defensa antiaérea.
Y, en verdad, nada asegura que los europeos y los norteamericanos serán capaces de administrar simultáneamente dos crisis de tan alta intensidad. Un escenario que inquieta al extremo al presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky.
La embajadora norteamericana ante la OTAN, Julianne Smith, repite una y otra vez que el refuerzo de la ayuda militar de Washington a Israel no tendrá ninguna consecuencia sobre el que su país otorga a Ucrania (aun cuando cantidad de republicanos radicales quieren terminar definitivamente con esa financiación). Estados Unidos representa la mitad de la ayuda militar a Kiev y la Casa Blanca evalúa un futuro aumento de 24.000 millones de dólares.
Putin “busca aprovechar el ataque de Hamas contra Israel con la esperanza de que nos distraerá (…) y que llevará a Estados Unidos a retirar sus recursos” a Ucrania, dijo Antony Blinken, jefe de la diplomacia norteamericana, ante una comisión del Senado el 31 de octubre.
Mismo “mantra” de parte de los europeos: “Estaremos junto al pueblo ucraniano el tiempo que sea necesario”, dijo el vocero de la Comisión Europea, Éric Mamer. “Rusia trata de utilizar todo lo que sucede en la escena internacional para alimentar la inestabilidad o para reforzar su campaña contra Ucrania. Pero eso no significa que la atención de la Unión Europea se desvíe de Ucrania”, aseguró.
No obstante, ante el estallido de violencia en Israel, Putin se frota las manos y no duda en señalar el “fracaso estrepitoso” de la política estadounidense en Medio Oriente, un reflejo condicionado de Moscú cada vez que se trata de hallar un culpable. Para el presidente ruso, Estados Unidos es culpable de la situación pues “monopolizó la cuestión”, intentando hacer presión sobre ambos actores.
“Debemos comprender claramente quién, en realidad, está en el origen de la tragedia de los pueblos de Medio Oriente y otras regiones del mundo. (…) Los principales beneficiarios de la inestabilidad mundial son las elites dirigentes actuales de Estados Unidos y sus satélites”, acusó Putin por televisión.
En la misma alocución, no vaciló en acusar a Ucrania y a los servicios de inteligencia occidentales de haber fomentado “incluso a través de las redes sociales”, el reciente asalto a un aeropuerto en la república rusa de Daguestán, donde manifestantes enceguecidos irrumpieron en busca de ciudadanos israelíes. Un hecho en el cual, por su parte, esos mismos servicios especiales occidentales ven la clara intervención propagandística de Moscú.
¿Fin de la neutralidad?
Tradicionalmente, Rusia habló a la vez con Israel y con Hamas, revindicando una posición neutral que, sin embargo, comenzó a tambalear cuando Israel acusó a Moscú de adoptar posiciones parciales en su guerra contra Hamas.
“Israel expresó su descontento después de las numerosas actitudes adoptadas por Rusia contra el Estado judío sobre la guerra en Gaza”, confió el Ministerio de Relaciones Exteriores israelí al diario Times of Israel.
Fue un duro golpe para el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, quien solía llamar al presidente ruso “mi querido amigo”. Desde 2015, el premier visitó Rusia más de diez veces, colgando con orgullo en la sede de su partido un poster gigante donde ambos se dan la mano con afecto. Esa relación se enfrió sensiblemente desde que Moscú invadió Ucrania, aun cuando Israel nunca aceptó aplicar las sanciones decididas por los occidentales contra Rusia.
Por eso, fue un auténtico shock para muchos en Israel ver a un grupo de dirigentes del Hamas reunidos con altos funcionarios rusos el 26 de octubre en Moscú. El Ministerio de Relaciones Exteriores israelí reaccionó rápidamente calificando la decisión de invitar a Hamas como “un acto de apoyo al terrorismo” y conminando a Rusia a expulsar la delegación.
Pocos días antes, Moscú había presentado una resolución ante el Consejo de Seguridad de la ONU llamando a un cese del fuego inmediato, sin mencionar a Hamas, y reprochó a Israel emplear “métodos crueles” en su campaña contra el grupo terrorista.
Según una fuente no identificada de la Cancillería israelí, Tel Aviv considera que las declaraciones de Putin apoyando el derecho de Israel a defenderse no concordarían con las acciones iniciadas por Moscú en los foros internacionales, sobre todo con su resolución ante el Consejo de Seguridad, rechazada por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y otros países, debido a la ausencia de condena a Hamas.
Error imperdonable
En ese ejercicio de cuerda floja que practica Moscú desde el comienzo de la guerra entre Israel y Hamas, Putin cometió otro error imperdonable para Tel Aviv: comparó el bloqueo israelí “inaceptable” de Gaza al sitio nazi de Leningrado, que muchos interpretaron con razón como una analogía implícita entre Israel y la Alemania nazi.
Pero más allá del deterioro de sus relaciones con Israel, para Putin, el conflicto en Medio Oriente constituye una ocasión inesperada de debilitar a los occidentales en la región. Las cadenas Telegram rusas son la prueba perfecta.
“Este desorden es benéfico para Rusia. Pues el sapo mundialista tendrá que distraerse de Ucrania y se preocupará por apagar el fuego eterno del Medio Oriente”, afirmó el 7 de octubre el animador de televisión Serguei Mardan.
Empantanado desde hace más de un año y medio en la guerra en Ucrania de la cual no sabe cómo salir, Putin ve en este nuevo estallido de violencia una excelente ocasión para fortalecer su discurso anti-Occidente, esperando cosechar los frutos en el terreno diplomático.
“Esta crisis es pan bendito para Putin. La utiliza para criticar el ‘doble rasero’ de los occidentales que, a su juicio, condenan los bombardeos de las poblaciones civiles en Ucrania, pero se abstienen de hacerlo en Medio Oriente”, resume Tatiana Kastouéva-Jean, del Centro Rusia en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).
Para el jefe del Kremlin, esa es la mejor forma de relativizar sus propios crímenes de guerra en Ucrania. “Putin busca aprovechar esta crisis para cristalizar en torno de Rusia las voces de los países del Sur Global. De todos esos países no-alineados o neutrales que no quieren tomar partido en el conflicto ucraniano y consideran la posición norteamericana absolutamente hipócrita”, dice por su parte Sarah Fainberg, experta en Defensa y Seguridad en la Universidad de Tel Aviv.
En pocas palabras, el objetivo del Kremlin es el de cimentar aun más sólidamente esa posición de tantos países del sur: “Una postura de un cinismo total”, juzga una fuente diplomática europea.
Para Jean-Sylvestre Mongrenier, director de investigaciones en el Instituto Thomas Moro, “Rusia no tiene los medios para crear un nuevo orden medio-oriental. Pero puede debilitar considerablemente las posiciones occidentales. Incluso llegar a desalojarlas de la región. Y Putin lo intentará aun cuando esto sea al precio de estropear duraderamente sus relaciones con Israel.”
Muchos en Rusia, cercanos al presidente, creen que así debería ser. Es el caso de Andrei Gurulev, diputado y miembro del Comité de Defensa, quien escribió recientemente en Telegram: “¿Quién es el aliado de Israel? Estados Unidos. ¿Quién es el aliado de Irán y de los países musulmanes? Nosotros”.
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