Polvorín en Medio Oriente: la multiplicación de conflictos acerca a la región a un estallido de imprevisibles consecuencias globales
En los últimos tres meses, tras el ataque de Hamas a Israel, se intensificaron los focos en Gaza, el Líbano, Irán y el mar Rojo, que alarman a Occidente; Hezbollah, Estado Islámico y los hutíes, también en el centro de la escena
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PARÍS.- Ataques, asesinatos, actos de piratería, mortíferos atentados… Desde hace tres meses, Medio Oriente está sumergido en una creciente ola de violencia que generaliza el temor de un estallido regional de imprevisibles consecuencias globales.
“Si esta tragedia no termina pronto, temo que todo Medio Oriente se verá sumergido en llamas”, confesó esta semana Josep Borrell, en referencia a la actual guerra entre Israel y Hamas. Para el alto representante para las Relaciones Exteriores de la Unión Europea (UE), el feroz conflicto que comenzó el 7 de octubre con el ataque a Israel del grupo terrorista, responsable de la muerte de 1200 personas y la captura de unos 240 rehenes, “está dejando al descubierto las semillas del odio”.
Desde ese día, la respuesta militar de Israel contra Hamas provocó la muerte de por lo menos 22.600 palestinos, muchos de ellos mujeres y niños, mientras otros 57.910 resultaron heridos, según el Ministerio de Salud Pública de Gaza, gobernada por el grupo terrorista.
La deflagración provocada por ese ataque se extiende como reguero de pólvora por toda la región. El 3 de enero, Irán padeció el peor atentado desde la revolución de 1979. Reivindicado al día siguiente por el grupo Estado Islámico (EI), el ataque provocó 89 muertos el día que Teherán conmemoraba la muerte de Qassem Soleimani, el comandante de operaciones exteriores de los Guardianes de la Revolución (el ejército ideológico del país) asesinado el 2 de enero de 2020 en Bagdad con un dron estadounidense. Escasos minutos después, dos bombas estallaron en la ciudad de Kerman, en el sur del país, cerca de la mezquita Saheb al-Zaman, donde está enterrado el general, en medio de una multitud.
Aun cuando Teherán nunca acusó directamente a Israel por el ataque, las acusaciones contra el Estado hebreo inundaron las redes sociales de toda la región. Los islamistas radicales sunnitas de EI pusieron fin a esas sospechas el jueves a través de un comunicado difundido por Telegram donde sumió la autoría, explicando que dos de sus miembros hicieron detonar sus cinturas explosivas en medio de la gente.
La ocasión escogida por EI no es casual. Figura clave del llamado “eje de la resistencia” -una coalición de Estados y actores no estatales, que cuenta en su seno a las milicias chiitas iraquíes, el régimen sirio, el Hezbollah en el Líbano, así como los rebeldes hutíes en Yemen- Soleimani era el arquitecto de las actividades militares regionales de Irán, que lo colocaron en la primera línea de la lucha contra EI.
En todo caso, esta no es la primera vez que la organización islamista sunnita organiza ataques contra Irán, un país mayoritariamente chiita dirigido por una élite perteneciente a esa misma obediencia religiosa.
La víspera de ese doble atentado, el 2 de enero, Saleh Al-Arouri, número dos del buró político de Hamas, junto a otros seis cuadros del movimiento islamista, murió en Beirut en un ataque de dron atribuido a Israel. Y pocos días antes, el 25 de diciembre del año pasado, Teherán había acusado a Israel de haber asesinado con un misil al más alto responsable del cuerpo de Guardianes de la Revolución en Siria, el general de brigada Razo Mussavi. Los dirigentes iraníes prometieron represalias.
“Israel cometió un error estratégico asesinando a un general iraní. Ese crimen no permanecerá sin respuesta”, advirtió el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas iraníes, Mohammad Bagheri.
El asesinato de Al-Arouri provocó una intensificación de los disparos entre el Hezbollah y las tropas israelíes en el sur del Líbano, a todo lo largo de la frontera común.
El viernes, la organización islamista lanzó unos 40 cohetes contra Israel, que fueron respondidos de inmediato con una serie de ataques aéreos de las Fuerzas de Defensa israelíes en las áreas de Aita al-Sha’ab, Yaron y Ramya. Y este sábado Hezbollah se atribuyó la responsabilidad del lanzamiento de cohetes en el norte de Israel como una “respuesta inicial” al asesinato de Al-Arouri.
Por el momento, sin embargo, todo parece indicar que los responsables de ese movimiento proiraní no tienen demasiadas intenciones de lanzar una guerra abierta contra Israel, limitándose en vez a encendidos discursos de odio.
Ataques en el mar Rojo
En Siria y en Irak, las fuerzas estadounidenses fueron tomadas como blanco más de un centenar de veces por militantes apoyados por Irán, mientras que, en el mar Rojo, los rebeldes yemenitas hutíes siguen atacando buques mercantes que estiman “asociados a Israel”.
El jueves pasado, una embarcación-dron (USV) cargada con explosivos estalló en aguas internacionales de esa estratégica vía marítima, pocas horas después que Estados Unidos y sus aliados presentes en la región -una coalición que reúne 12 países- advirtió a esas milicias fieles a Teherán que, de no cesar sus ataques, deberán hacer frente a las “consecuencias”.
El comunicado, rubricado por Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña y Japón -Francia analizaba esta semana la posibilidad de sumarse al grupo- menciona la posibilidad de lanzar ataques militares si las incursiones persisten.
El domingo anterior, la marina estadounidense había cruzado esa línea por primera vez, provocando la muerte de tres hutíes a bordo de una embarcación que atacaba un buque cargado de contenedores.
Según el vicealmirante Brad Cooper, comandante de las fuerzas navales norteamericanas en Medio Oriente, es la primera vez que los hutíes utilizan un USV desde que los secuestros de buques comerciales comenzaron en el Mar Rojo. Desde el 18 de noviembre, este fue el 25to ataque de los rebeldes que han conseguido poner una enorme presión en el comercio internacional, obligando a armadores y compañías de carga a abandonar el Canal de Suez y circunvalar el continente africano, aumentando así los tiempos y los costos.
Denuncia ante la ONU
En el terreno diplomático, el Líbano presentó el viernes una denuncia formal ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, culpando a Israel de “disparar seis misiles para asesinar al dirigente de Hamas Saleh al-Arouri”. El documento acusa también al Estado hebreo de utilizar su espacio aéreo para bombardear Siria, calificando de “fase más peligrosa” esas acciones israelíes.
Ese mismo día, mientras Israel esperaba la cuarta visita del secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, presentó a la prensa su plan para la posguerra en la Franja de Gaza, una vez que Hamas haya sido derrotado. Titulado “Visión para la fase 3″, el proyecto prevé que la guerra en el territorio palestino continuará hasta el retorno de todos los rehenes (entre ellos algunos argentinos), el desmantelamiento de las “capacidades militares y gubernamentales de Hamas” y la desaparición de toda amenaza militar.
En la próxima etapa Israel debería adoptar una “nueva estrategia militar” de menor intensidad en el norte de Gaza, mientras seguirá combatiendo a Hamas en el sur de la franja “todo el tiempo que sea necesario”. Según afirmó Gallant, Israel no tiene intenciones de gobernar el enclave palestino, dejando esa tarea a “organizaciones civiles”, sin dar más detalles. En cuanto a la reconstrucción de ese territorio arrasado por las bombas israelíes, esta “debería quedar a cargo de la comunidad internacional”. Tras tres meses de guerra con Hamas -que se cumplen este domingo-, la franja quedó convertida “simplemente en un lugar inhabitable”, advirtióNaciones Unidas.
“Es un lugar de muerte y desesperanza, y sus 2,3 millones de habitantes están frente a amenazas diarias ante la mirada del mundo”, denunció el jefe de operaciones humanitarias de la ONU, Martin Griffiths.
Nadie sabe, sin embargo, qué posibilidad de aplicación tendrá ese plan, cuya ejecución depende del gabinete de guerra del primer ministro Benjamin Netanyahu. Un equipo profundamente dividido, donde el ala dura pretende seguir las operaciones hasta lograr la expulsión de todos los palestinos de Gaza, a fin de instalar colonos israelíes también allí.
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