Playas desiertas: un brote aniquiló el sueño de la reapertura para una famosa isla tailandesa
Acostumbrada a recibir 15 millones de visitantes al año, Phuket había anunciado su reapertura para julio, pero tuvo que dar marcha atrás por un pico de casos de coronavirus
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BANGKOK.- Hace un par de semanas, la paradisíaca isla tailandesa de Phuket, acostumbrada a recibir 15 millones de visitantes por año, parecía estar preparada para la reapertura después que el gobierno anunciara que a partir de julio podrían llegar visitantes vacunados sin tener que someterse a cuarentena.
Luego de un año sin que prácticamente ningún turista extranjero llegara a Tailandia, el ministro de Turismo y Deportes, Phiphat Ratchakitprakarn, dijo a fines de marzo que los visitantes que pudieran verificar su vacunación y dieran negativo en el testeo de Covid, podrían volar desde julio a Phuket -que tiene aeropuerto internacional propio- y moverse libremente sin tener que ponerse en cuarentena. El plan llamado “Arenero turístico de Phuket”, sería el puntapié inicial para otros distritos de un país que recibió 40 millones de visitantes en 2019 y cuyo PBI depende en un 12% del turismo.
Pero Tailandia atraviesa ahora su peor brote de Covid-19 desde que comenzó la pandemia, propagado en parte por tailandeses adinerados que festejaron en Phuket y Bangkok sin distanciamiento social. El número de casos diarios confirmados, aunque aún bajo para los estándares mundiales, aumentó de 26 el 1 de abril a más de 2000 tres semanas después, esto en un país que tenía alrededor de 4000 casos acumulados hasta principios de diciembre.
Durante meses, las estrictas cuarentenas, los cierres, la vigilancia fronteriza y el uso riguroso de barbijos mantuvieron a raya el virus en Tailandia, aunque la economía sufrió. Pero incluso cuando las últimas dos semanas hubo repetidos récords diarios de casos, el gobierno tailandés está reaccionando lentamente.
A principios de abril, cuando los casos comenzaron a acumularse, el primer ministro Prayuth Chan-ocha reaccionó con un encogimiento de hombros verbal. “Pasará lo que tenga que pasar”, dijo, según recordó The New York Times.
Desesperado por resucitar su sector turístico, Phuket, que había cerrado su aeropuerto durante un pico de Covid-19 el año pasado, continuó permitiendo el ingreso de visitantes de vuelos nacionales, incluso cuando los casos estaban alcanzando niveles récord. Solo el pasado jueves las autoridades locales comenzaron a exigir la prueba negativa de Covid-19 para los que llegaban a la isla.
Diez días atrás, el ministro de turismo reconoció que la apertura de Phuket el 1 de julio parecía poco probable dado que el plan dependía de que el Covid estuviera bajo control.
Para preparar el plan “Arenero turístico de Phuket”, el gobierno tailandés canalizó muchas de sus limitadas vacunas a la isla, con la esperanza de lograr la inmunidad colectiva para el verano. A mediados de abril, más del 20% de los residentes de Phuket habían sido vacunados, mientras que a nivel nacional, solo alrededor del 1% de la población está inmunizada.
“Estoy muy aliviado”, dijo semanas atrás Suttirak Chaisawat, un trabajador de una tienda de comestibles que recibió su vacuna Sinovac (china) este mes en un centro turístico reutilizado para inoculaciones masivas. “Todos necesitamos algo de esperanza para Phuket”.
Si bien las vacunas pueden haberle dado algo de optimismo al comercio local, el panorama actual de la isla sigue siendo sombrío.
Las playas están casi desiertas, salvo por un puñado de residentes que hacen cola para las pruebas de Covid en una unidad médica móvil. La vegetación avanza sobre los complejos de condominios a medio construir. Los carteles publicitarios de “Exclusive Dream Holiday Home” están manchado por el moho y el barro de los monzones.
Se suponía que este mes el período del Año Nuevo tailandés sería una especie de ensayo general para el resurgimiento turístico de Phuket con turistas tailandeses de alto nivel que, de no haber sido por la pandemia, hubieran viajado a esquiar a Hokkaido, Japón, o hacer compras en París.
Pero en lugar de preparar la isla para su regreso como un paraíso turístico mundial, el Año Nuevo tailandés terminó arruinando las posibilidades de la isla para una reapertura en julio.
Miles de tailandeses adinerados organizaron fiestas en la isla, con más bikinis que barbijos. La alta sociedad tailandesa sigue viendo al Covid como algo que puede infectar a los vendedores de verduras o peladores de camarones, no al jet set.
Pero luego de estas fiestas comenzaron a aparecer los casos positivos en la población de mayor nivel adquisitivo, el virus se extendió desde los lujosos clubes nocturnos de Bangkok a Phuket, y la reapertura de la isla al turismo quedó ahora en suspenso.
The New York Times
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