Una sorprendente inversión de roles para Trump y Europa
LONDRES.- Al presidente Donald Trump siempre le encantó sacar de su eje a los líderes europeos, antagonizar con sus aliados, abrazarse a los insurgentes y desatar una frenética competencia sobre la mejor manera de tratar con él. Pero ahora es Europa la que con sus vertiginosos cambios políticos está sacando de su eje a Trump.
En la cumbre de la OTAN en Londres, Trump fue blanco de una inusual diatriba sobre comercio internacional y terrorismo de parte del presidente francés, Emmanuel Macron, que rechazó el intento de su par norteamericano de calmar los ánimos con un seco y cortante "seamos serios". Más temprano, Trump tuvo que frenar su lengua sobre la política británica, acatando el pedido del premier Boris Johnson de no meter baza en las inminentes elecciones generales.
Para un presidente que se jacta de ser el "gran disruptor", se trata de una inversión de roles pasmosa, que deja al descubierto hasta qué punto el volátil paisaje de la política europea -con un ambicioso presidente en Francia, un pato rengo en Alemania y un populista rupturista en Gran Bretaña- ha trastocado todos los cálculos de Trump.
Al menos hasta ahora Macron parece haber reemplazado a la canciller alemana, Angela Merkel, como mayor antagonista de Trump en el Viejo Continente. La reciente afirmación del mandatario francés de que la OTAN está agotada y estratégicamente a la deriva -o en un estado de "muerte cerebral", como la calificó en una entrevista del mes pasado en The Economist- enfureció a Trump y a Merkel por igual, y ha generado un improbable, y tal vez fugaz, alineamiento entre estos dos líderes, que han estado en polos opuestos los últimos tres años.
En cuanto a Johnson, su aliado natural, el bozal que se puso Trump para no inmiscuirse en las elecciones del jueves próximo fue visible. "No quiero complicar las cosas", dijo el norteamericano, una admisión a regañadientes de que es tan impopular en Gran Bretaña que su apoyo desembozado podría costarle caro al primer ministro.
Cuando la OTAN decidió conmemorar su 70º aniversario con una reunión en Londres, el objetivo era limitar el potencial disruptivo de Trump si el encuentro se realizaba en Washington. Pero la suerte quiso que la cumbre cayera justo en la recta final de la campaña electoral británica, durante la cual Trump ha sido un tema recurrente.
"Trump está en una situación incómoda en este momento", dice Lewis A. Lukens, embajador norteamericano en Gran Bretaña durante los primeros meses de la presidencia del magnate. "Su instinto sería acercarse a Johnson, pero tendrá que decirle a su equipo que cualquier intervención sería contraproducente".
Desde la asunción de Trump, los europeos se desvivieron por ajustarse a sus prejuicios y preferencias: elogiaron su éxito al pedirles a los miembros de la OTAN que aumentaran sus desembolsos para sostener la alianza, lo halagaron con invitaciones a desfiles militares y aguantaron sus ataques por el superávit de su balanza comercial con Estados Unidos.
Pero también Europa está cambiando: Gran Bretaña busca su salida de la Unión Europea (UE), Merkel llega al final de su mandato y Macron reafirma sus pretensiones al liderazgo europeo con una visión del futuro mucho menos dependiente de Estados Unidos. Aunque indirectas, las críticas de Macron a la OTAN son inevitablemente una crítica a Trump y a su política de "Estados Unidos primero".
Y a medida que Europa cambia Trump va descubriendo que tiene que recalibrar su enfoque. Con su campaña por la reelección en ciernes, también necesita adjudicarse los que considera logros de su política exterior, incluida la OTAN. El primer día en Londres dejó expuesto ese notable escenario político.
El presidente que una vez amenazó con sacar a Estados Unidos de la OTAN de pronto se mostró como el gran defensor de la alianza. El presidente que una vez le dio un fuerte apretón de manos a Macron ahora tuvo que escuchar sin abrir la boca cómo su mucho más joven contraparte le daba lecciones sobre la perentoriedad de combatir a Estado Islámico. El presidente que hizo campaña por el Brexit y hostigó a la predecesora de Johnson, Theresa May, por su capacidad para lograr acuerdos, de pronto no tuvo nada que decir al respecto.
Para Trump, el manejo del Estado siempre fue algo sumamente personal y al mismo tiempo estrictamente transaccional, así que algunos expertos prefieren no sacar conclusiones sobre el desempeño de Trump en Londres. Su choque con Macron, dicen los analistas, puede reflejar tanto una pica personal por el estilo del francés como un desacuerdo de base sobre el futuro de la OTAN.
"Por el momento, Macron reemplazó a Merkel como némesis de Trump", dice Thomas Wright, de la Brookings Institution. "Pero dentro de un par de meses bien podrían estar trabajando codo a codo".
"Las críticas de ambos hacia la OTAN están en línea", dice Wright. "Macron dice que la OTAN debe enfocarse en el terrorismo; Trump dice que debe enfocarse en el terrorismo y en Medio Oriente. Macron dice que Rusia no es una amenaza tan grande; Trump dice que Rusia no es una amenaza tan grande".
Por el contrario, Wright afirma que los otros miembros de la OTAN tienen razones para temer que ambos líderes terminen aliándose detrás de una visión de la alianza atlántica que ponga marcha atrás, alejándola de rivales estratégicos como China y metiéndola de nuevo en el pantanal de Medio Oriente.
De todos modos, la novedosa discreción de Trump frente a la política británica probablemente dure apenas hasta el 12 de diciembre, cuando los británicos vayan a las urnas. Si Johnson se alza con la mayoría parlamentaria y saca a Gran Bretaña de la UE, dependerá más que nunca de su relación con Trump, es especial porque les ha vendido el Brexit a los británicos con la promesa de que les permitirá cerrar un lucrativo acuerdo comercial con Estados Unidos.
Traducción Jaime Arrambide
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